REVISTA DE DERECHO. AÑO XX (JULIO 2021), Nº 39, PP. 9-10 | ISSN: 1510-5172 (PAPEL) - 2301-1610 (EN
LÍNEA)
GABRIELA BECKER PINTO / JÉSSICA CRUZ DA SILVA - SOSTENIBILIDAD
ENERGÉTICA: EL POTENCIAL DE TRANSICIÓN NUCLEAR BRASILEÑO Y EL
TRANSCONSTITUCIONALISMO URUGUAYO - doi: https://doi.org/10.47274/DERUM/39.4
Gabriela BECKER PINTO
Universidad Universidad de la Empresa (UDE), Uruguay.
ORCID iD: https://orcid.org/0000-0002-0879-7726
Jéssica CRUZ DA SILVA
Universidad Universidad de la Empresa (UDE), Uruguay.
ORCID iD: https://orcid.org/0000-0003-0831-180X
Recibido:
30/04/2021 - Aceptado: 25/05/2021
Para citar este artículo / To reference this article / Para citar este artigo
Becker Pinto, G. y Cruz da Silva, J. (2021). Sostenibilidad energética:
el potencial
de transición nuclear brasileño y el transconstitucionalismo
uruguayo. Revista de
Derecho, 20(39), 53-73.
https://doi.org/10.47274/DERUM/39.4
Sostenibilidad
energética: el potencial de transición nuclear brasileño y el transconstitucionalismo uruguayo
Resumen: La presente investigación estuvo motivada por
el propósito – como objetivo general del trabajo de investigación – de examinar
el escenario jurídico de la Energía Nuclear entre Brasil y Uruguay bajo el
sesgo del Transconstitucionalismo y Transición
Energética, a partir de la convivencia analítica entre fiscalización y
emprendimiento estatal- empresas propias ante el Paradigma de Sostenibilidad e
Integración Regional. En el período académico, temas complementarios como la
transición energética y la seguridad pública se desarrollaron de manera
antagónica, denotando la necesidad de una triple hélice de acción entre tres
actores principales del desarrollo: el Estado, la Academia y la Producción de
Servicios a través de políticas públicas. Se concluye que el plan uruguayo
buscaba ante todo impulsar la innovación conducente al desarrollo e
independencia energética interna del país, logrando estratégicamente su
seguridad energética con base en el atractivo político, y que el potencial
exploratorio brasileño se concentra desde el momento en que se puede mitigar
estigmas y pensar en el recurso nuclear como una fuente complementaria que
permite satisfacer la demanda interna y una menor dependencia de las fuentes de
agua.
Palabras
clave: Energía nuclear, Transconstitucionalismo,
Seguridad, Transición
Sostenibilidad energética: el potencial
de transición nuclear brasileño
y el transconstitucionalismo uruguayo
Abstract: The present investigation was motivated by
the purpose – as a general objective of the
research work – to examine the legal scenario of Nuclear Energy between Brazil and Uruguay under the bias
of Transconstitutionalism
and Energy Transition, based
on the analytical
coexistence between inspection and State entrepreneurship before the Paradigm of
Sustainability and Regional Integration.
In the academic period, complementary themes such as energy transition and public security developed in an antagonistic manner, denoting the need
for a triple helix of action between
three main development actors: the State, the
Academy, and the Production of Services
through policies public. It is
concluded that the Uruguayan plan sought above all
to foster innovation leading to the country’s
internal energy development and independence, strategically achieving its energy security
based on political attractiveness, and that the Brazilian
exploration potential is concentrated from the moment
in which that it can mitigate stigmas and think of the nuclear resource as a complementary source that makes
it possible to meet domestic
demand and less dependence on water
sources.
Key words: Nuclear
Energy, Transconstitutionalism, Security, Transition
Sostenibilidad
energética: el potencial de transición nuclear brasileño y el
transconstitucionalismo uruguayo
Resumo: A presente investigação
motivou-se pelo propósito – como objetivo geral do trabalho de pesquisa –
de perscrutar o cenário
jurídico da Energia Nuclear entre Brasil e Uruguai sob o viés
do Transconstitucionalismo e da Transição
Energética, a partir da coexistência analítica entre
a fiscalização e o empreendedorismo
Estatais perante o
Paradigma da Sustentabilidade e da Integração Regional. No sopesar acadêmico,
temas complementares como transição energética e segurança pública desenvolveram-se
de maneira antagônica,
denotando a necessidade de uma
tripla hélice de atuação entre três
principais atores de desenvolvimento:
o Estado, a Academia, e a Produção de Serviços por intermédio de
políticas públicas. Conclui-se
que o plano Uruguaio procurou
sobretudo fomentar a inovação
acarretando o desenvolvimento energético interno e a independência do país, alcançando
de forma estratégica sua segurança
energética pautada no atrativo político, e que o
potencial de exploração Brasileiro concentra-se a
partir do momento em que este conseguir mitigar estigmas e
pensar o recurso nuclear como fonte complementar que possibilite o atendimento à
demanda interna e a menor dependência de fontes hídricas.
Palavras-chave: Energia Nuclear, Transconstitucionalismo, Segurança, Transição
1. Introducción
Frente a un período de grandes turbulencias políticas, económicas
e incluso de desafíos sociales que se han producido en los últimos años, hemos
visto importantes debates sobre la agenda internacional que se han convertido
en objetivos para la priorización de las naciones. El desarrollo sostenible y
sus implicaciones para el sector energético siguen encabezando la lista, debido
a la gran carga sobre el medio ambiente y los constantes cambios climáticos
derivados del modelo económico en el que vivimos. La perspectiva de un futuro
sostenible con menos emisiones de contaminantes a la atmósfera nos hace
cuestionar las formas y tipologías para llegar a un modelo de desarrollo, que
utilice energías que nos permitan brindar niveles satisfactorios de calidad de
vida a las próximas generaciones.
Pensando en este recurso, surge la tan temida e incomprendida
energía nuclear, que, si bien es una de las principales fuentes de energía del
mundo y se extrae a través de la ruptura del átomo de uranio, tiene un acalorado
debate en torno a los medios - las plantas y sus Riesgos más allá de los
umbrales del debate sobre energía y seguridad nacional - y propósitos de su uso
- pacíficos o no. Ciertamente, cualquier fuente de energía puede presentar sus
dualidades en cuanto a su uso, sus finalidades y sus posibles implicaciones en
el ámbito jurídico y de seguridad, ya sea en un ámbito más amplio - la
seguridad internacional, o en un ámbito más intrínseco - la seguridad
energética.
Se propone, entonces, cuestionar los aspectos legales y
constitucionales que se pueden utilizar o incluso que ya forman parte del plan
de desarrollo de la energía nuclear en Brasil, considerando que, si bien es una
fuente no renovable, el uranio es parte de una de las riquezas ofrecidas en
suelo brasileño, con un gran potencial para asumir el papel de energía
complementaria a las fuentes renovables, además de ser una opción para reducir,
en términos relativos, el uso de fuentes fósiles.
Sin embargo, la propuesta es utilizar como modelo, al menos a
efectos de inspiración, el caso del vecino sudamericano, Uruguay, aunque menos
en su número de habitantes y en temas territoriales, puede enseñarnos en
grandes materias, principalmente, cuando buscamos temas específicos y pudimos
extraer buenas prácticas de aplicación y el potencial que aún se puede explorar
en términos de crecimiento, desarrollo tecnológico e innovación en materia de
bajas emisiones de carbono.
Sin embargo, la premisa rectora de este trabajo fue que se
asumiría que las estrategias delineadas en el Plan Energético de Uruguay (PE
2005-2030), que guiaron a Uruguay hacia el ‘BIG PUSH’, podrían servir de modelo
como forma de ayudar para esbozar impulsos o incluso inspirar a Brasil en el
desarrollo de la Energía Nuclear, como factor exponencial, no solo de
transición sino también de seguridad energética.
La metodología utilizada en este trabajo será cualitativa, en la
que se decidió buscar fuentes no exhaustivas del proceso de transición de ambos
países, teniendo en cuenta los aspectos territoriales, geopolíticos y
tecnológicos involucrados. Para ello se realizaron investigaciones,
relevamientos y análisis de textos, artículos, proyectos de reforma
constitucional, legislación, Políticas Energéticas y sus estrategias, además de
documentos oficiales tanto de gobiernos, entidades, organismos y agencias
internacionales. El enfoque de este proyecto se basa en contenido histórico,
concentrado en el período 2015 – 2020, aunque los Planes de Energía están
proyectados hasta el año 2050.
Se observa
que, de ninguna manera nuestra intención de comparar ambos países es
incomparable en características y culturas, sin embargo, aunque diferente en
innumerables aspectos, se cree que el modelo uruguayo, que contiene los
lineamientos y estrategias delineados en el Plan Energético de Uruguay 2005 –
2030, con el que diseñó espléndidamente su camino hacia la transición
energética utilizando energías renovables, además del potencial de mercado y
entorno empresarial, avanzó hacia una economía baja en carbono (low carbon) y pleno desarrollo y
concienciación de su población y debería ser utilizado como una fuente
inspiradora o al menos visto como un puente a recorrer en términos estratégicos
por Brasil con respecto a la adopción de la Energía Nuclear como fuente de la
transición.
2. La energía nuclear como fuente de energía limpia
2.1. ¿Qué es la energía nuclear?
La Energía Nuclear se puede definir como la energía liberada de
reacciones en cadena que se desarrollan en el núcleo de los átomos y que se
convierten en energía eléctrica, ya sea por fisión o fusión de radioisótopos.
(LEHTO, 2007). Así, los radioisótopos pueden denominarse como el conjunto de
átomos con núcleos inestables que implican emisión de radiación (BRASIL, 2018).
Estas radiaciones ocurren a través de estas fisiones o fusiones nucleares, que
son básicamente procesos de liberación de energía química. Sin embargo, la
fisión consiste en la fisión de un radioisótopo utilizando neutrones libres. La
fusión, por otro lado, resulta de la unión de átomos. Así, en ambos procesos,
surge un nuevo elemento químico que genera un nivel masivo de energía (BRAGA,
2019a). Por tanto, este conglomerado fenomenológico posterior a la
desintegración nuclear, debido a la inestabilidad presente en el núcleo de
estos átomos, da como resultado la producción de partículas (alfa y beta) o
radiación (gamma) definiendo lo que se puede conceptualizar como radiactividad.
El conjunto de fuentes utilizadas para crear energía en un locus
territorial dado puede denominarse matriz energética (ENERGÉTICA, 2019). Las
matrices energéticas están reguladas por normas especiales, que prevén la
conducta de las personas naturales y jurídicas en relación con determinadas
actividades que impliquen manipulación y/o exposición a materiales y productos
radiactivos, ya sean de origen natural o procesado (BRAGA, 2019a). Es este
conjunto de reglas el que configura el campo de acción de la denominada Ley
Nuclear.
Así, la energía nuclear realiza el trabajo de una fuerza y puede
verse con un conjunto de factores, es decir, además de los energéticos,
económicos y ecológicos. Según Naciones Unidas, el desarrollo sostenible está
vinculado a la satisfacción de las necesidades del presente sin el compromiso
de las generaciones futuras (ORGANIZATION, 2019). Ya que, según (CRUZ; BODNAR;
FERRER, 2012), la sustentabilidad consiste en un paradigma metajurídico que
guía la sociedad global y la actuación del intérprete del Derecho en el tercer
milenio. Por eso la figura del transconstitucionalismo
en este campo es tan importante, ya que permea soluciones a problemas
jurídico-constitucionales que se presentan simultáneamente a diferentes
órdenes. Por tanto, los deseos perseguidos en esta transición energética se
ennoblecen.
2.2. El contexto de la transición energética
El agotamiento y la sobrecarga del medio ambiente, producto del
actual modelo de desarrollo mundial y derivado de las más diversas actividades
económicas, principalmente en el aspecto de exploración de recursos, son solo
las “caras” derivadas de la emisión de GEI (Gases de Efecto Invernadero) como
Reflejo de esto, preocupaciones alarmantes sobre el calentamiento global ya
están mostrando sus rasgos en eventos y eventos climáticos extremos y cada vez
más frecuentes (REIS, 2015).
En consecuencia, las discusiones sobre el medio ambiente y los
tipos de recursos para la generación de energía que componen la matriz
energética mundial, asumen un peso ascendente en la agenda política de los
Estados, especialmente después de la década del 90. Contrario a esta explosión
sostenible, encontramos, aunque de manera desproporcionada, la dependencia de
estos mismos Estados (SANTOS, 2016) de los sectores energéticos, los cuales se
apoyan firmemente en la explotación de combustibles fósiles, que a su vez
generan profusos impactos al agotamiento ambiental. Además de este choque, se
debe tener en cuenta el rol de nuevos actores que generan un cambio drástico,
no solo en la forma en que se explotan los recursos naturales sino sobre todo
en la forma de participación de los consumidores y competitividad en el sector
energético para el mundo y nuevas formas de generación.
Por tanto, en este escenario se presenta una nueva fase de la
transición energética, construyendo y contribuyendo a nuevos patrones de
consumo que implican en procesos tecnológicos más avanzados y que cumplen
esencialmente la Era de la transición, teniendo como principal motor los
cambios climáticos que conducen a una desarrollo económico
más sostenible.
La transición energética que estamos atravesando en este momento
es el resultado de otras versiones que hemos ido atravesando a lo largo de los
siglos, con ello una transmutación significativa del paradigma energético
geopolítico vivido hasta el momento.
Asistimos a una profunda
transición energética, tanto para los escenarios de oferta y demanda, en la
forma de energía que llega a los consumidores, como para los factores que
determinan la influencia y las relaciones de poder entre naciones y regiones.
[…] La transición energética que vivimos hoy, bajo diferentes formas y ritmos,
tiene unas características inéditas. Es el primero con el clima como impulso
motivador. Necesariamente tendrá que ser más intenso y más rápido que las
transiciones anteriores, si queremos lograr los objetivos establecidos en 2015
en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático en París.
(Camargo, 2020, p.10).
En este contexto, la transición energética puede entenderse como
un cambio de paradoja. Si antes la primacía energética se basaba en un contexto
esencialmente económico, hoy se nos lleva a repensar todo este modelo de
desarrollo y reformularlo. Si bien hemos sido testigos de varias fases de la
transición desde las Revoluciones Industriales I y II, que hoy presenciamos,
nos lleva directamente a una nueva visión, cuya preocupación es esencialmente
ambiental y sustentable.
2.3. La
energía nuclear como fuente de energía limpia y potencial para la transición
energética
La perspectiva de un futuro sostenible con menos emisiones de
contaminantes a la atmósfera nos hace cuestionar las formas y tipologías para
llegar a un modelo de desarrollo, que utilice energías que nos permitan brindar
niveles satisfactorios de calidad de vida a las próximas generaciones.
Así, autores y varios técnicos del área reconocen a la energía
nuclear como una poderosa fuente capaz de cubrir necesidades en una matriz
energética, siendo considerada, por tanto, una fuente limpia, especialmente por
emitir índices de carbono ínfimos en la atmósfera. En este sentido, el OIEA
(Organismo Internacional de Energía Atómica), destaca que:
La energía nuclear ya aporta
alrededor del 10% de la electricidad mundial, pero contribuye con casi el 30%
de toda la matriz eléctrica baja en carbono. La energía nuclear seguirá siendo
esencial para lograr un futuro con bajas emisiones de carbono, que los líderes
mundiales acuerdan perseguir. (OIEA, 2020, p.1) (Nuestra traducción).
Desde este punto de vista, la ABEN (Asociación Brasileña de
Energía Nuclear), reitera el pensamiento de que esta fuente de energía no solo
contribuye fuertemente al avance de las medidas para lograr menores niveles de
emisiones de carbono, sino que además considera que el desarrollo de la energía
nuclear es parte de la forma comprobada de crear energía asequible y con bajas
emisiones de carbono, así como de crear empleos y cadenas de suministro locales
de alto valor a largo plazo. (ABEN, 2020).
Adicionalmente, por su capacidad y alta densidad energética en
potencia instalada (MW) por área reducida y ocupada, las centrales nucleares
pueden instalarse relativamente cerca de los núcleos urbanos, lo que conlleva a
una mayor preservación de áreas sensibles y hacen de este recurso la principal
fuente de energía. generación con reducción de impactos ambientales y sociales
significativos, incluso proporcionando el avance local del espacio de su
instalación. Por tanto, la adopción de la energía nuclear como fuente
generadora y participante activo en la matriz energética global, puede verse
como una estrategia de amplificación y desarrollo nacional, además de, por
supuesto, altamente sostenible.
Por ello, el papel de la energía nuclear puede entenderse como
motor de la transición y un nuevo enfoque a pensar, no solo en términos de
generación, sino como un nuevo horizonte que emerge para el desarrollo
económico sostenible, basado en nuevos tecnologías destinadas
específicamente para el sesgo bajo en carbono. Además, el recurso
extraído del uranio puede considerarse una fuente propulsora que permite
mejorar el proceso de quema de átomos y aumentar los estándares de seguridad.
En definitiva, la aplicación de este mineral como recurso
energético natural, si se idealiza como puente inspirador entre el cruce del
calentamiento global y la escasez de recursos para el desarrollo sostenible,
servirá de estímulo para la conformación de nuevas alternativas y
complementarias, limpias. y bases consistentes que posibiliten no solo el
proyecto global bajo en carbono, sino que también promuevan la promoción de la
innovación, la competitividad y el surgimiento de nuevos actores en el mercado,
capaces de conducir a una reformulación del sistema, especialmente en los
aspectos tecnológicos, geopolíticos y relacionados con la búsqueda de la
seguridad energética.
3. Energía Nuclear en Brasil
3.1. Energía
nuclear en Brasil y su contexto histórico
Las décadas que siguieron a 1930 fueron sumamente importantes para
el desarrollo de la física brasileña moderna, ya que albergaría importantes
eventos, entre ellos la creación de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras
de la Universidad de São Paulo, y la exportación secreta y el sistema. de
arenas monazíticas para Estados Unidos (DE BIASI,
1979), lo cual corroboró en un ambiente cooperativo en relación al Proyecto
Manhattan de ese país, el cual, fue lanzado en la responsabilidad de la
construcción de una bomba atómica que utilizaría los desarrollos en la
tecnología de la reproducción de Fisión nuclear durante la Segunda Guerra
Mundial.
En este contexto, el debate sobre el posible uso y preservación de
sus propios recursos naturales para la producción de energía atómica y la
elaboración de proyectos oficiales se inició en Brasil a mediados de 1945. Así,
proveedor de materias primas a Estados Unidos, el país suministró hasta la
década de 1950 abundantes cantidades de minerales atómicos de los que es rico.
Y, con la implementación del principio de compensación específica, por cada
exportación de minerales estratégicos, se produjo una transferencia de
tecnología útil destinada a mejorar el sector nuclear nacional (INGULSTAD;
LIXINSKI, 2013).
El estudio de Dimis da Costa Braga
(2019) es muy oportuno cuando señala que, ante la demostración de la dificultad
para obtener tecnología en el exterior, el país buscó seguir los avances
internacionales en el sector. Y, por tanto, dejó de buscar exclusivamente la
adquisición de tecnología autóctona del exterior, ya sea para la producción de
uranio metálico, bien, para el desarrollo de su enriquecimiento (2019b, s.p.).
Porque, fue en el contexto del uso bélico de la tecnología nuclear
que Brasil buscó establecer los primeros pasos hacia la creación de un centro
espacial brasileño y, a fines de la década de 1960, este centro pasó a llamarse
INPE (Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales), cuyo El objetivo
principal fue diseñar y ejecutar la construcción de un cohete lanzador de satélites
(BRAGA, 2019b).
Como no había ninguna industria que desarrollara o aplicara los
resultados de estas investigaciones realizadas en el INPE y otras agencias
hasta entonces, según una retrospectiva brasileña dilucidada por estudiosos, en
1951 la creación del CNPq (Conselho
Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico), y A propuesta de este Consejo, entraron en
escena varios otros centros de investigación dedicados exclusivamente a la
física nuclear. Entre ellos, el rigor de la época es evidente, el IEA
(Instituto de Energía Atómica), ubicado en el estado de São Paulo y el IPR
(Instituto de Investigaciones Radiactivas) instalado junto a la Universidad
Federal de Minas Gerais, en el estado de Minas Gerais, ambos en el período de
1953. En 1960 se crea el Laboratorio de Dosimetría, transformado
posteriormente, en 1971, en el Instituto de Radioprotección
y Dosimetría. En los años siguientes, en 1963, se creó el IEN (Instituto de
Ingeniería Nuclear), en el estado de Río de Janeiro, y, finalmente, este ciclo
culminó con la institución de CBTN (Companhia
Brasileira de Tecnologia Nuclear), que incorpora el
IPR de Minas Gerais, que luego se denominaría CDTN (Centro de Desarrollo
Tecnológico Nuclear), vinculado al CNEN, con la Universidad Federal de Minas Gerais,
en el estado de Minas Gerais. Es crucial reflexionar que, en este momento, por
lo tanto, el locus territorial nuclear brasileño ha superado una expansión
considerable (DE BIASI, 1979).
Con la adquisición de 03 (tres) centrifugadoras de Alemania, interceptadas
por tropas de ocupación inglesas a pedido del gobierno estadounidense y solo
liberadas después de demostrar que enriquecerían muy pocas cantidades de uranio
y, con honorarios mínimos (BRAGA, 2019b), se llevaron a cabo intereses
académicos en junto con acciones políticas estratégicas para apalancar el
sector atómico brasileño.
Según el esquema histórico de la época, los propósitos nucleares
no eran exclusivamente pacíficos en el país, ni tampoco en otras naciones. Así,
en un contexto de combate al carácter clandestino de las operaciones de Brasil
en el exterior, considerando la obligación de que todos los compromisos en
materia nuclear pasen al escrutinio del Congreso Nacional, y de suspensión a
las exportaciones de uranio, torio, compuestos, minerales u otro país
estratégico. material, se constituyó CNEN (Comisión Nacional de Energía
Nuclear) (GIROTTI, 1984).
Asimismo, según Dimis da Costa Braga
(2019), se creía que la Energía Nuclear por proceso de fisión llegaría a jugar,
ya a mediados de la década de 1970, un papel preponderante en la generación de
electricidad global, y se dieron grandes pasos en el sentido de expandirla.
(2019a, s.p.) Sin embargo, posterior a este optimismo
nuclear, emergen las poblaciones de los países más desarrollados y democráticos,
una desconfianza simultánea tangente a los peligros derivados de las
actividades nucleares (MACHADO, 1980).
Como una forma de garantizar la seguridad, proteger el medio
ambiente, participar en los procesos de toma de decisiones e instituir salvaguardias
efectivas para las actividades nucleares a escala global, nació el OIEA (BRAGA,
2019b).
3.2. Programa
nuclear brasileño
Las bases del Programa Nuclear Brasileño se establecieron durante
el período del régimen de gobierno militar, adornado por temas sensibles y
estratégicos. El Programa, se enfatiza, tenía negocios en el país con Estados
Unidos y, de manera secuencial, con el Acuerdo Nuclear Brasil – Alemania.
Firmado en junio de 1975, el Acuerdo Brasil – Alemania preveía la
instalación de 08 (ocho) centrales nucleares, la creación de empresas de
prospección y exploración de uranio, fabricación de elementos combustibles,
fabricación de componentes pesados para plantas y reactores, reprocesamiento de
combustible irradiado, enriquecimiento de uranio, y, toda la creación de una
verdadera industria nuclear (BRAGA, 2019b). Sin embargo, se estigmatizó por dar
cuenta de una pérdida económica con un costo natural superior al del sector
privado en el país, subvencionado por la nueva industria nuclear.
Aunque Brasil sufrió los boicots y los intereses económicos y
estratégicos de estas naciones, la historia ha demostrado que
incluso siguiendo caminos tan incómodos, la nación finalmente detuvo el ciclo
completo del combustible nuclear. Y, por cierto, sucedió no solo con el
desarrollo de su propia tecnología, sino también con la firma de estos acuerdos
internacionales.
A partir de la década del 90, el Programa sufrió flexibilidades y
fue desmantelado, lo que le permitió distanciarse, en la perspectiva de la integración
económica y energética con los países del MERCOSUR (Mercado Común del Sur).
Entre 1991 y 1994, el país se adhirió a regímenes internacionales de no
proliferación nuclear, aceptó amplias salvaguardias internacionales, incluidas
las del OIEA, y le siguió un componente del área latinoamericana libre de armas
nucleares (PATTI, 2014).
3.3. Plantas
de energía nuclear de Angra
El paradigma que se creó alrededor de las centrales nucleares
brasileñas proviene de los estigmas utilizados dentro del propio Programa
Nuclear Brasileño. Esta última, que inicialmente contemplaba la elaboración de
08 (ocho) centrales nucleares (BRANDÃO, 2008), en cuanto se quedara con una
sostenibilidad económica afectada por las perturbaciones ocurridas en las
primeras edificaciones.
La construcción de la Central Nuclear Angra I, en el estado de Río
de Janeiro, marcó la primera fase del Programa y obtuvo la licencia para
iniciar operaciones en diciembre de 1984.
Sin embargo, sufrió varias interrupciones, incluso por orden
judicial y fue inaugurado oficialmente en 1985. Con un reactor PWR (reactor de
agua a presión), tecnología suministrada por la empresa estadounidense
Westinghouse, cuenta con 657 MW de potencia instalada. Sin embargo, desde el
preámbulo de las operaciones de Angra I, hubo frecuentes fugas de material
radiactivo a través de las varillas que almacenan el combustible fósil dentro
del reactor nuclear y fallas en el manejo del material de la Planta (BERMANN,
2002).
El otorgamiento de la licencia para la construcción de la Central
Nuclear Angra II se dio en 1981, sin embargo, un largo lapso la separó de su
inauguración oficial. La licencia para iniciar operaciones no se otorgó hasta
marzo de 2000, pero fue en el período de julio de 2011 cuando la Planta
finalmente logró iniciar sus actividades. Con un reactor PWR, tecnología
suministrada por la empresa alemana KWU, presenta 1.350 KW de potencia neta
(PATTI, 2014).
El programa nuclear se revitalizó a principios de la década de
2000. En 1998, el Congreso aprobó la reactivación de proyectos para la
construcción de una planta industrial que tenía como objetivo producir
combustible nuclear y alentó la colaboración entre los centros de investigación
de la Armada y la industria nuclear. Se racionalizó la gestión de la Central Nuclear
Angra I y las posteriores y surgió una nueva empresa pública denominada Eletronuclear de la fusión de Furnas y Nuclen,
siendo filial de Eletrobrás.
Por tanto, quedó definitivamente constituido el proyecto de
construcción de la Central Nuclear de Angra III. Sin embargo, debido al
escenario nacional, aún no ha terminado. Pero de una forma u otra, es innegable
el triunfo de que Brasil tenga dos Plantas Nucleares muy eficientes que son
consideradas patrimonio nacional, ya que logró conquistar el dominio de la
tecnología del uranio enriquecido.
4. La energía nuclear en Brasil y Uruguay desde el punto de vista
legal y de seguridad
4.1. Ley
constitucional brasileña
El sistema legal brasileño otorga un rol de centralidad
constitucional en materia energética, en particular, el tratamiento que le da
la legislatura nacional a las actividades nucleares. Se puede decir, en este
diapasón, que la ley ha sido el mecanismo utilizado para mantener el control
estatal sobre estas operaciones y la dependencia del sector eléctrico para el
financiamiento público (BRAGA, 2019a).
La primera disposición expresada en materia nuclear está contenida
en la Enmienda Constitucional núm. 1/1969 a la Constitución de 1967,
inmediatamente en su artículo 8, inciso XVII: “Compete à União:
[…] XVII – legislar sobre: […] i) águas, telecomunicações, serviço
postal e energia (elétrica,
térmica, nuclear ou qualquer
outra).” (BRASIL, 1969, s.p.)
El Subcomité Temático de Salud, Seguridad y Medio Ambiente emitió instrucciones
normativas en su artículo 70, en el que la opinión del relator tendía a
restringir el uso de Energía Nuclear en el territorio nacional: “Proíbe-se no Território
Nacional a instalação e funcionamento
de reatores nucleares, exceto
para finalidades Cientificas. […] As demais atividades nucleares serão exercidas mediante controle do
Poder Público, assegurando-se a fiscalização supletiva pelas entidades
representativas da sociedade civil.” (BRAGA,
2019a)
Según Dimis da Costa Braga (2019), no se
puede negar que el marco democrático de 1988 estableció muchos preceptos
encaminados a garantizar la máxima participación de la sociedad en términos de
deliberación participativa en el proceso de toma de decisiones en materia de
generación eléctrica. (2019, s.p.) El artículo 225 de
la Carta Magna es oportuno cuando establece el medio ambiente como derecho y
principio fundamental, requiriendo en su inciso IV, previo estudio preliminar
de impacto ambiental y amplia publicidad para la instalación de obras o
actividades que potencialmente causen degradación del medio ambiente.
En relación a la explotación de fuentes de
energía, gran parte de estas estaban abiertas a la acción tanto del Estado como
de entidades privadas. Lo que se puede observar
con el artículo 21 de la Constitución Federal de 1988, “Compete à União: XII
– explorar, diretamente ou mediante autorização, concessão ou permissão:
[…] b) os serviços e instalações de energia elétrica e o aproveitamento
energético dos cursos de água, em articulação com os Estados onde se situam
os potenciais hidroenergéticos;” (BRASIL, 1988)
Sin embargo, es interesante notar que en
el ámbito nuclear, a diferencia de los demás, quedó relegado a la dependencia
del Estado. Su empleo fue restringido y colocado en condición centralizada en
la Unión, dependiente del financiamiento estatal y condicionado a la expansión
del sector a la autorización del Poder Legislativo, según lo dispuesto en los
artículos 21 y 22 de la Constitución Federal de 1988:
Compete à União:
[…] XXIII – explorar os serviços e instalações nucleares de qualquer
natureza e exercer monopólio estatal sobre a pesquisa, a lavra,
o enriquecimento e reprocessamento,
a industrialização e o comércio
de minérios nucleares e seus
derivados, atendidos os seguintes princípios
e condições: a) toda atividade
nuclear em território nacional somente
será admitida para fins pacíficos e mediante aprovação
do Congresso Nacional; b) sob
regime de permissão, são autorizadas a comercialização
e a utilização de Radioisótopos
para a pesquisa e usos médicos, agrícolas
e industriais; (Redação
dada pela Emenda Constitucional no 49, de 2006) c) sob
regime de permissão, são autorizadas a produção, comercialização e utilização
de Radioisótopos de meia-vida
igual ou inferior a duas
horas; (Redação dada pela Emenda Constitucional no
49, de 2006) d) a responsabilidade civil por danos
nucleares independe da existência de culpa; (Redação dada pela Emenda Constitucional no 49, de 2006).
(BRASIL, 1988)
La Carta Fundamental es, por tanto, competencia exclusiva de la
Unión para la gestión y el desarrollo de las actividades nucleares en todas sus
fases, incluida la legislación. Esta rigidez constitucional es importante y
continúa estableciendo la competencia exclusiva del Congreso Nacional para
aprobar también iniciativas del Poder Ejecutivo. Sin embargo, el temor reside
en esta nube de ignorancia en el campo nuclear brasileño, que puede desechar la
opción termonuclear sin ponderar otros debates e instituciones sociales.
El propio rol que actualmente ocupa la CNEN como máximo órgano
rector en el manejo nuclear debe ser visto con cautela, una vez delegada la
competencia del Congreso Nacional, ha adquirido tal potestad con la exclusiva
responsabilidad de inspección, planificación, supervisión, investigación
científica e instrucción normativa nacional del sector. Sin embargo, es
innegable que la actualización normativa es de suma importancia en este
escenario y que las leyes infraconstitucionales
continúan dictando las grandes reservas y urgencias en el contexto legal
nuclear.
Uno de los grandes aspectos a discutir en el ámbito nuclear es la
priorización de la investigación regulatoria dentro de una agencia reguladora
como la CNEN. A partir de estas premisas, pueden surgir caminos más eficientes
y democráticos en el campo energético y fortalecer el Estado de Derecho
Democrático en su conjunto. (HEILBRON; COSTA, 2017)
4.2. Transconstitucionalismo uruguayo
El uso de energía nuclear en Uruguay está prohibido por la Ley n.
16.832, promulgada en 1997, que regula la actualización del Sistema Eléctrico
Nacional y crea la Unidad Reguladora de Energía (HONTY, 2011). La presente
orden prevé la prohibición en su artículo 27 y destaca que ningún agente del
mercado eléctrico mayorista podrá suscribir contratos de suministro eléctrico
utilizando generadores nucleares o generadores extranjeros, ya que las plantas
contaminarían el territorio nacional.
A pesar de la comprensión legislativa contemporánea, el país se
basó en numerosos esfuerzos institucionales y normativos para estructurar el
sector nuclear. La creación de la Autoridad Nacional Reguladora de Radioprotección, a través de la Ley n. 17.930, 2005; la
Comisión Nacional de Energía Atómica y la Dirección Nacional de Tecnología
Nuclear, mediante Ley núm. 15.809, 1986; el Centro de Investigadores Nucleares,
en 1966; y, la concesión de una prestación de jubilación a personas que
realizaban actividades laborales expuestas a radiación de rayos X o
manipulación de elementos radiactivos son ejemplos iniciales.
Finalmente, en 1964, se compró un pequeño reactor nuclear a los
Estados Unidos para investigación y entrenamiento personal. Sin embargo, a
través de la dialéctica construida por los accidentes de Chernobyl
(Ucrania), Goiânia y cesio-137 (Brasil), y Fukushima I (Japón), se encendieron
los debates en el ámbito político y social uruguayo (HONTY, 2011). Mientras el
gobierno iniciaba una fase de evaluación de la energía nuclear, se contrataron
especialistas para consultar a la población y evaluar los recursos humanos y la
tecnología disponible. Con la creciente inversión en energías renovables
(eólica, biomasa, solar fotovoltaica, termosolar,
hidráulica y biocombustibles) y la exploración de la presencia de petróleo en
el país, el debate nuclear pasó a un segundo plano y bajo un nuevo paradigma de
sostenibilidad y uso pacífico.
Si bien los argumentos en contra del uso nuclear se superponen en
la monetización exhaustiva y los requisitos de seguridad internacional, plantea
factores importantes para la descarbonización de la generación eléctrica, ya
que se combina con tecnologías renovables intermitentes con facilidad, ya que
no dependen de las condiciones climáticas y generan energía en todo momento.
El análisis de alto desempeño energético en Uruguay considera tres
factores importantes: el desempeño y liderazgo de las empresas públicas como
generadoras de servicios, la cultura uruguaya de respeto al medio ambiente y el
entorno regulatorio. La materialización de la idea de ciudades inteligentes
proviene de un buen desempeño en la generación de servicios. (PRESUPUESTO,
2019)
Este estudio de probabilidades también destaca la importancia del
Estado para orientar y brindar bienestar a los ciudadanos a través de políticas
públicas orientadas a la calidad de vida, y no a favorecer decisiones
coyunturales. Es decir, aunque sea tenue, debe existir un límite entre el
Estado que supervisa y el mismo Estado que asume.
El sector energético uruguayo ha experimentado varios cambios en
los últimos años, la energía se ha convertido en un peso enorme en las cuentas
nacionales, ya que su consumo se ha incrementado exponencialmente. Esto también
generó una gran preocupación en el escenario normativo, cuya legislación se
preocupó por establecer un uso más racional y sostenible de estas energías. Un
gran ejemplo de esto es la institución de la Ley de Eficiencia Energética n.
18.597, 2009 y la Política Energética acordada entre todos los partidos
políticos (PEDROUZO, 2014).
Actualmente, la eficiencia es definida por la doctrina administrativa
uruguaya como la proporcionalidad razonable entre la actividad realizada y los
medios empleados en relación a los resultados perseguidos y obtenidos, siendo
una traducción del principio de arraigo constitucional. La ley, por tanto, ha
buscado reflejarse en un instrumento de impacto a nivel de política energética,
económica y medioambiental. De esta manera, ha estructurado y regulado un
sistema de actores estatales y no estatales con diferentes grados de
responsabilidad, obligaciones y restricciones para proteger el interés común.
El análisis sobre la regulación de la institucionalidad normativa
del sector energético es importante para determinar si se enfrenta a una norma
de actuación (jerarquía normativa inferior - referirse a principios en sentido
estricto y las reglas) o una norma final (jerarquía normativa superior -
referirse a la Constitución y la ley), y comprender cuál es el margen de
discrecionalidad con el que la Administración tiene para dictar sus decisiones.
Como diría el reconocido jurista uruguayo Héctor Gros Espiell,“No
se puede describir realísticamente un sistema
social, sin referirse al orden jurídico aplicable a él. Por eso ha dicho con toda razón
recientemente Georges Burdeau; ‘en voulant demeurer juristes, nous faisons preuve de réalisme’”. (ESPIELL, 1968, p. 15)
4.3. Los
desafíos de la energía nuclear como cuestión de seguridad pública
Así, como señala el autor brasileño Guilherme de Souza Nucci (2016), en su obra ‘Direitos
Humanos versus Segurança Pública’, los derechos
humanos son inherentes a la naturaleza humana y confieren una individualidad
real al ser para el logro de condiciones dignas de supervivencia, y de esa
manera. manera en que están abrazados por el manto de la ley natural y también
positiva. La dignidad humana, por tanto, se entrelaza aquí y corresponderá al
Estado proteger tanto al individuo en lo que respecta a la vida, la libertad,
la dignidad y, en especial, el orden público y la seguridad. Tales condiciones,
aunque específicas, son inseparables en su conjunto y tienen como objetivo
proteger al individuo incluso de las acciones del propio Estado. (2016, s.p.)
La seguridad pública, generalmente vista con un sesgo antagónico a
los derechos humanos, necesita interactuar con estos derechos. Si bien es un deber
del Estado, también es una obligación comunitaria. La seguridad pública, al ser
vista como un derecho común de todos y como una política pública, por lo tanto,
debe ser perseguida por toda la comunidad. Dado que la concentración entre los
cuerpos policiales estatales, el Ministerio Público y el Poder Judicial para
este fin es fundamental.
4.4.
Seguridad energética y sus desafíos
A pesar de los desafíos observados en los campos legal y de
seguridad pública, se agrega a la discusión un tema ampliamente discutido
llamado Seguridad Energética.
Este término, aunque consagrado por la OIEA, aún tiene discusiones
sobre parámetros y sobre todo la amplitud de su concepto, muchas veces
enfrentándose al término de seguridad internacional – que nos lleva a un orden
jurídico global – o incluso como una extensión de ella.
Creada básicamente como un mecanismo de protección para los países
consumidores de energía, que dependían del petróleo suministrado por la OPEP
(Organización Mundial del Petróleo), la OIEA instituyó el concepto de Seguridad
Energética, definiéndolo como la disponibilidad ininterrumpida de fuentes de
energía a un precio asequible. Este término se solidificó en un momento en que
el mundo acababa de atravesar otra fase de transición energética, del carbón al
petróleo, y principalmente, con la crisis del petróleo que siguió. El Organismo
aún segmenta este concepto en dos aspectos: largo y corto plazo.
La seguridad energética tiene
muchos aspectos: la seguridad energética a largo plazo se trata principalmente
de inversiones oportunas para suministrar energía de acuerdo con los
desarrollos económicos y las necesidades ambientales. Por otro lado, la
seguridad energética a corto plazo se centra en la capacidad del sistema
eléctrico para reaccionar rápidamente ante cambios repentinos en el equilibrio
entre oferta y demanda. (OIEA, 1973 s.p., nuestra
traducción).
En el primer aspecto, se asume la seguridad energética cuando las
inversiones logran seguir la evolución de las demandas ambientales, es decir,
seguir los procesos en los que es necesario llevar a cabo el proceso de
transición energética y, principalmente, el desarrollo económico del país.
país. Mientras que, el segundo aspecto, se centra en la capacidad del Estado
para reaccionar en el suministro de energía doméstica aun cuando existan
desequilibrios, cambios y afluencias a la oferta y demanda nacional.
Sin embargo, según el autor Alexandre Nina (2020), el desafío de
la Seguridad Energética sienta precedentes y complejidades más allá de lo
esperado, en el que, por “disponibilidad ininterrumpida”, es posible comprender
posibles interrupciones en el suministro y pueden ser causas de innumerables
variables, intencionales o no, que afecten a la infraestructura energética,
como los eventos climáticos. Por tanto, de este contexto de complejidad del
término y entendimiento colectivo de la seguridad energética, surge un nuevo
enfoque para la mitigación de riesgos, incorporando al concepto, indicadores
que permiten “visualizar”, en términos más prácticos, el avance o amenaza, a la
seguridad. vulnerabilidad de los países, que aquí destacamos como: las tasas de
diversificación de la matriz energética; la relación entre importación y
demanda interna; la capacidad de utilizar fuentes alternativas disponibles en
lugar de depender de otras fuentes; o incluso la capacidad de desarrollar
planes estratégicos que apunten a minimizar la tasa de interdependencia
energética. (2020, n.p.)
5. Perspectivas de la
energía nuclear en Brasil y el modelo uruguayo de transición y seguridad
energética
5.1. Perspectivas nucleares como factor potencial
para la transición y seguridad energética brasileñas
La matriz energética brasileña es considerada una de las más
diversificadas del mundo y cuenta con abundantes y completamente diversos recursos
naturales en su territorio, aunque la base primaria del conjunto se basa
mayoritariamente en centrales hidroeléctricas. Si bien, luego de la crisis del
agua ocurrida en Brasil, en 2014, su modelo energético se ha expandido algo,
también se destaca la necesidad de inversión y enfoque en otras fuentes de
energía alternativas y complementarias.
Ante esto y ante los desafíos que plantea el escenario ante el
agotamiento ambiental y el cambio climático constante, se compone un amplio
modelo de incertidumbres para el tema del agua, ya que, entonces, surge la
necesidad de una diversificación estratégica de la matriz, en el que este
trabajo sugiere como perspectiva a considerar, la energía nuclear, en tiene
destacado su potencial de manera sublime:
Sua elevada capacidade, da ordem de 90%,
traduz-se numa geração de base firme que propicia a confiança e a segurança de
abastecimento necessárias para a utilização expressiva de fontes renováveis
variáveis, como a solar e eólica. Ainda, importa destacar que […] os turbogeradores
das nucleares, contribuem, significativamente, para a estabilidade do sistema,
compensando oscilações transitórias da rede, mantendo a frequência dentro de
padrões adequados. (ALBUQUERQUE, 2020, p.31)
La preocupación, sin embargo, se refiere a la explotación nuclear
puesta en un modelo que sea capaz de superar el estigma heredado del
negativismo y entrar en el uso de esta fuente como potencial creciente de los
factores de transición y seguridad energética. Si bien este estigma no termina,
el país se enfoca en la estrategia de expansión a través de su influencia
externa, comenzando por la exportación de uranio en forma de commodities.
Sin embargo, Brasil, que ocupa la posición 09 (nueve) entre las
mayores reservas de uranio del mundo, tiene mapeado solo el 30% del territorio
nacional, con una previsión de reanudar las operaciones de prospección
geológica a fines de 2020. Según el Ministro de Minas
e Energia, Bento Albuquerque (2020), la reanudación
es la primera fase para consolidar nuestra propuesta de hacer de Brasil
autosuficiente y exportador de uranio. Cabe señalar también que, según Reis
(2015), Brasil, además de tener una de las mayores reservas de uranio y poseer
el dominio tecnológico de todo el ciclo de enriquecimiento de esta fuente, el país
tiene solo 1,9 GW de generación de energía. energía y sólo el 1,3% de toda la
matriz energética está ocupada por energía nuclear, que tiene operaciones
concentradas en las plantas Angra 1 y 2, con la expectativa de ampliar esta
matriz a 3,39 GW con la planta Angra 3. (ALBUQUERQUE, 2020)
Este argumento cobra validez, asumiendo que el país utiliza su
influencia en la exportación de productos primarios para volverse
autosuficiente y ampliar su credencial exportadora, con el objetivo de explorar
mejor las fuentes disponibles y accesibles en el territorio nacional,
incluyendo contribuir a la formación de precios. en el escenario internacional,
dada su dimensión de riqueza – explorada y aún por explorar – de este mineral.
En este aspecto y, con base en las perspectivas de futuro del
Programa Nuclear Brasileño, la fabricación de componentes que complementan el
ciclo del combustible y la regulación y fortalecimiento de sus acciones, además
de la autosuficiencia en la producción de radioisótopos y radiactivos. fuentes,
se destaca. Por lo tanto, se revela un panorama estratégico de inversiones inversiones para incrementar la participación brasileña en
el dominio del ciclo del combustible, atendiendo la demanda interna y la
reanudación de las exportaciones. (DORILEO, 2020)
Cuando ampliamos el alcance de las perspectivas de la energía
nuclear, comparándola con otras fuentes de energía, podemos entender el
predominio de otros mercados superpuestos a la expansión de las
termoeléctricas, esto sucede, básicamente porque el foco está en expandir el
mercado renovable mientras, teóricamente, opera. en el desarrollo de
tecnologías nucleares, eficaces y seguras que permitan esta relativa expansión.
Por ello, actualmente se aplica el modelo de expansión y enfoque en “mercados asociados
a la tecnología nuclear, como medicina nuclear, radioisótopos, control de
plagas, irradiación de alimentos, marcadores de erosión, defensa (submarino de
propulsión nuclear), desalación, generación, generación, hidrógeno, etc.”
(ENERGÉTICA, 2019, p. 127).
5.2. El caso uruguayo como modelo de transición y seguridad energética
La necesidad de producir un plan energético diversificado que
converja con sus objetivos, hace que el Estado se enfoque en el mejor uso de
los recursos internos y promueva la oferta de un modelo de desarrollo
ascendente y cree condiciones favorables para un cambio de paradigma,
incorporando nuevos medios energéticos para compatibilizar una evolución
convergente con los nuevos retos medioambientales. Puede aclarar que el Plan Estratégico de Energía debe:
criar condições para a mudança do modelo
energético atual favorecendo a maior contribuição das energias renováveis, da
hídrica, da eólica, solar, biomassa, da energia nuclear, dos biocombustíveis e
do hidrogênio, de forma a compatibilizar o desenvolvimento com a proteção do
ambiente e a redução das emissões de gases com efeito de estufa. (SANTOS et al, 2016, p. 5)
Adicionalmente, hay que destacar la necesidad de mirar los
desafíos y oportunidades a través de este plan estratégico, considerando que la
elaboración de estas políticas tiene el principal alcance de evitar la
exposición del Estado a riesgos y debe, necesariamente, tomar en cuenta
aspectos esenciales y esencial, si no intuitiva, la conveniencia de
diversificar el origen de los recursos, las fuentes de energía adquiridas, las
rutas y modos de transporte, o incluso la distribución espacial de la
infraestructura energética interna.
Podemos mencionar en este caso a Uruguay, que recientemente
atravesó intensas inversiones para llevar a cabo el proceso de transición luego
de un severo período de colapso en el sector energético, en el cual hubo varias
interrupciones en el suministro energético nacional. Este proceso de desarrollo
de una matriz más limpia se debió a la búsqueda uruguaya de seguridad
energética.
Para ello, fueron necesarias varias etapas y desarrollos masivos
incluidos en su Plan Estratégico de ‘Política Energética 2005-2030’. El cual
utilizó los conceptos y aspectos previamente resaltados sobre el
fortalecimiento de la visión de largo plazo, proyectando un futuro predecible
sobre su modelo, complementando y convergiendo con planes para implementar un
nuevo marco institucional y regulatorio consistente con el establecimiento de
lineamientos estratégicos, operativos y sobre todo inclusivo que satisfaga su
potencial de demanda nacional. (CORRÊA; MALDONADO; VAZ, 2012). O resultado de
esta política de transición, basada en lograr su propio crecimiento y lograr su
emancipación energética, Uruguay logró no solo el título de país con el mayor
porcentaje de energía eólica generada en América América
ocupando la 3ª posición en el mundo, como por otro lado, invirtió el papel de
un excelente comprador y se convirtió en el exportador.
En consecuencia, el modelo uruguayo puede verse como un punto de
partida o incluso el cruce del puente para reducir su vulnerabilidad interna y
energética, lo que ha transformado su indisponibilidad en oportunidades de
evolución hacia una política energética basada en la maximización de su
independencia y en la aplicación. de inversiones con nuevos parámetros en
cuanto al aprovechamiento de la tecnología eólica que comprende la oferta, el
proceso de transformación energética y la satisfacción de la demanda interna y
externa.
En vista de esto, cuando lo miramos desde esta perspectiva,
logramos una mejor visión para evaluar y comprender el potencial nuclear como
cualquier otra fuente de energía – como el ejemplo del caso uruguayo y su
expansión con foco en la energía eólica – que, puede ser visto como un recurso
adicional y complementario a la matriz de países, en los que la preocupación en
relación al uso de fuentes internas de energía va más allá del enfoque del
miedo y entra en los umbrales de la seguridad energética, especialmente en lo
que se refiere a su apoyo para una nueva fase de transición.
Por eso, cuando explicamos el plan de transición uruguayo,
entendemos las especificaciones de cada recurso, sin embargo, no nos limitamos
a eso. Buscamos analizar y acercar el debate para observar en qué medida Brasil
avanza en sus estrategias y el potencial natural que tiene internamente, que
actualmente está desaprovechado por la falta de desarrollo tecnológico, falta
de recursos estratégicos o incluso por un cierto ‘preconcepción’ debido a la
falta de comprensión y al temor de un mal uso de esta fuente. De esta manera,
el aporte del Plan Energético Uruguayo nos permite repensar nuevas formas de
explorar internamente el contenido de nuestro verdadero potencial, que hasta
ahora había estado latente.
De esta manera, vale la pena proponer un diagnóstico a partir de
las lecciones aprendidas del modelo de transición uruguayo, como la
articulación de instrumentos de gobernanza, además de una alianza institucional
en los ámbitos ambiental, legislativo, regulatorio y regulatorio, además de
posibilitar y ampliar el acceso a la información por parte de la población,
para que puedan beneficiarse de este abanico de posibilidades asumido cuando
tratamos al uranio como una fuente indispensable para la transición y un
recurso tan expresivo como otras fuentes, incluso renovables (solar y eólica,
específicamente).
6. Algunas reflexiones finales
Ante un mundo en constante transición, debido a las nuevas
necesidades ambientales y climáticas, aquí se pretendía plantear los debates
sobre el uranio, sus funcionalidades y sus desafíos en el ámbito legal y de
seguridad, sin embargo, cabe destacar el descubrimiento de un nuevo conciencia
sobre el potencial de este recurso, destacando que esta fuente, así como otros
recursos energéticos, incluidos los renovables, incorpora en su alcance
incertidumbres de transición provocadas básicamente por su proceso tecnológico
y adaptación a su matriz. Sin embargo, este es considerado un recurso natural
con un alto potencial de crecimiento, siendo fundamental para el proceso de
desarrollo y generación de energía.
Así, creemos que es necesario para el desarrollo de este trabajo
considerar no solo la agilidad, sino el proceso de transición energética
brasileña, su contexto histórico y su desarrollo en el tiempo, enfocándose en
el nivel de desarrollo de la energía nuclear y sus perspectivas basado en un
escenario actual, regido por incertidumbres e inconsistencias importantes en
diferentes áreas, ya sean económicas, sustentables o ambientales.
Con eso, nos dimos cuenta de que, si bien la transición y la
seguridad energética son temas prácticamente complementarios, estos en cierto
punto, se vuelven, en cierto modo, antagónicos entre sí. Es decir, al mismo
tiempo que el factor ambiental es un rostro que propone una emergencia de
transición, este mismo factor puede ser un punto de atención si se observa por
el ángulo de (in) disponibilidad de recursos, los cuales son más limpios y
accesibles además a ser sostenibles y eficientes que proporcionen la oferta en
términos satisfactorios de la demanda local.
Sin embargo, la importancia de la ponderación es necesaria para
que podamos realizar un análisis crítico en el que se pretenda mejorar los
resultados en relación a la seguridad pública y energética que se colocan como
el principal espectro que acecha al manejo de la energía nuclear en su
conjunto.
En suma, además de los factores que se traslapan al uso de la
energía nuclear, buscamos observar el plan de transición de Uruguay, descrito
en el documento del Plan de Energía (PE, 2005 – 2030), que, en un corto período
de tiempo, se convirtió en el gigante mundial de la transición energética,
implementando decretos y resoluciones en su sistema interno que le permitirían
el título de liderazgo global y, sobre todo, el rol de pionero en temas
renovables. Este estudio contribuyó a una visión de buenas prácticas de
conciliación, gobernanza y gestión interconectada que apalancó el proceso y
tuvo éxito en esta nueva etapa de la transición energética y sobre todo en las
áreas de seguridad e integración de la población y expansión del entorno
empresarial.
Implementado de manera socialmente inclusiva, el plan uruguayo
buscó sobre todo impulsar la innovación, que conduzca al desarrollo energético
interno y la independencia del país, logrando estratégicamente su seguridad
energética basada en el atractivo político, fiscal y económico, desprendiéndose
de las fuentes fósiles y abandonando, en consecuencia ,
a la relativa volatilidad de sus precios. Con base en estos parámetros, se
analizó el caso actual de Brasil, llegando a una breve conclusión que, si bien
el país tiene potencial para apalancar el uso del uranio, aún existen
necesidades internas por atender, como el apoyo a la inversión, la sociedad de
integración y el las propias entidades gubernamentales.
En definitiva, existe un potencial de exploración en relación con
Brasil desde el momento en que logra mitigar los estigmas y pensar en el recurso
nuclear como una fuente complementaria que permite satisfacer la demanda
interna y una menor dependencia de las fuentes de agua, garantizando así,
consecuente seguridad energética.
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