Humanidades: revista de la Universidad de Montevideo, 14, (2023): 115-146

https://doi.org/10.25185/14.6

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(CC BY 4.0.) https://creativecommons.org/licenses/by/4.0

 

Estudios

 

Cincuenta años de reflexión teológica en Uruguay (1974-2024)

Fifty years of theological reflection in Uruguay (1974-2024)

Cinquenta  anos de reflexão teológica no Uruguai (1924-2024)

 

José Gabriel González Merlano
Facultad de Teología del Uruguay “Mons. Mariano Soler”, Uruguay
ggmerlano@gmail.com

ORCID iD: https://orcid.org/0009-0003-9723-4494

 

Recibido: 9/05/2023 - Aceptado: 24/7/2023

 

Resumen: El presente estudio recorre el medio siglo de historia de las publicaciones de la Facultad de Teología del Uruguay y el Instituto Teológico del Uruguay que lo precedió. La presencia ininterrumpida de estos aportes periódicos manifiesta el trabajo de investigación y producción en el área del pensamiento teológico en nuestro país, a nivel académico. La Iglesia, que tras el Concilio Vaticano II se abre con renovado impulso al diálogo con el mundo, necesita del quehacer teológico como insumo indispensable para la misión de evangelizar la cultura. En orden a ese diálogo entre fe y cultura surgen en el correr del tiempo, y de acuerdo a las diversas circunstancias eclesiales, sociales y políticas, distintos temas de investigación, abordados desde las diferentes especialidades del saber teológico y de las ciencias eclesiásticas en general. El avance del Instituto Teológico del Uruguay, que progresivamente fue creciendo hasta convertirse en Facultad de Teología, incluso con reconocimiento estatal, contribuyó a dar más importancia a la investigación y ser más exigente en las publicaciones.    

Palabras clave: Teología, libro anual, revista Soleriana, publicaciones, investigación, evangelización, cultura.

 

Abstract: The present study goes over the half century of the history of the publications by the School of Theology of Uruguay and its predecessor, the Theological Institute of Uruguay. The uninterrupted presence of these periodic contributions manifests, at an academic level, the research and production work in the area of ​​theological thinking in our country. The Church, which after the Second Vatican Council is open with renewed drive to the dialogue with the world, is in need of theological work as an essential help resource for the mission of evangelizing culture. Alongside this dialogue between faith and culture, , and according to the various ecclesial, social and political circumstances, different research topics arise over time, addressed from the different specialties of theological knowledge and ecclesiastical sciences in general. The progress of the Theological Institute of Uruguay —which gradually grew to become the School of Theology— even with state recognition, contributed to give more importance to research and to be more demanding in its publications..

Keywords: Theology, annual book, Soleriana magazine, publications, research, evangelisation, culture.

 

Resumo: O presente estudo percorre meio século de história das publicações da Faculdade de Teologia do Uruguai e do Instituto Teológico do Uruguai que a antecederam. A presença ininterrupta dessas contribuições periódicas manifesta o trabalho de pesquisa e produção na área do pensamento teológico em nosso país, em nível acadêmico. A Igreja, que depois do Concílio Vaticano II se abre com renovado impulso ao diálogo com o mundo, necessita do trabalho teológico como insumo indispensável para a missão de evangelizar a cultura. Para este diálogo entre fé e cultura, surgem diferentes temas de pesquisa ao longo do tempo, e de acordo com as diversas circunstâncias eclesiais, sociais e políticas, abordadas a partir das diversas especialidades do conhecimento teológico e das ciências eclesiásticas em geral. O progresso do Instituto Teológico do Uruguai, que foi crescendo gradativamente até se tornar uma Faculdade de Teologia, inclusive com reconhecimento estatal, contribuiu para dar mais importância à pesquisa e ser mais exigente nas publicações.

Palavras-chave: Teologia, anuário, revista Soleriana, publicações, pesquisa, evangelização, cultura.

 

Introducción

Creo que el título hace honor a lo que quiero plasmar en este estudio, aunque es necesario hacer algunas puntualizaciones. En primer lugar, me referiré a lo producido en la Facultad de Teología del Uruguay «Mons. Mariano Soler», que, por otra parte, es la única casa de estudios con rango universitario en esta disciplina en nuestro país. Se trata de una facultad eclesiástica, reconocida como Instituto Universitario «Mons. Mariano Soler» por el Ministerio de Educación y Cultura.

En segundo lugar, me refiero a la «reflexión teológica», y lo expreso en el sentido más amplio de la palabra, pues bajo el término «teología» incluyo aquí no solo sus especialidades –dogmática, bíblica, moral, litúrgica, espiritual, etc.– sino también las demás disciplinas eclesiásticas afines, como filosofía, historia de la Iglesia o derecho canónico, entre otras.

En tercer lugar, la reflexión teológica producida en la facultad de marras ha tenido una continuidad de medio siglo, luego de la creación del entonces Instituto Teológico del Uruguay (ITU), transformado luego en Instituto Teológico del Uruguay «Mons. Mariano Soler» (ITUMMS), antes de constituirse en Facultad de Teología del Uruguay «Mons. Mariano Soler». Así mismo me refiero a la primera publicación llamada Libro Anual del ITU –luego ITUMS–, pasando por los Cuadernos del ITU –luego ITUMS–, los Puntos de Apoyo, hasta llegar a la actual revista Soleriana, cuyo comienzo data del año 1995, con el ITUMMS.

En cuarto lugar, la referencia a los cincuenta años, del título, no significa que en Uruguay el pensamiento teológico haya comenzado hace solo cincuenta años, ya que data de mucho antes. La tarea de la evangelización siempre ha demandado responder desde la verdad revelada y la tradición a la realidad que la Iglesia vive en cada época, y ello supone un quehacer teológico. Nos referimos, entonces, a los cincuenta años de pensamiento teológico como actividad académica.

Esta institución primero terciaria –afiliada y luego agregada a la Universidad Gregoriana de Roma– y posteriormente universitaria, ha dado identidad a su producción de conocimiento. Esta producción académica, se separa claramente de lo publicado en materia de fenomenología o sociología de la religión, que sin duda ha sido cultivado en otros ámbitos eclesiales y también fuera de ellos.

Realizadas estas necesarias precisiones, me propongo como objetivo presentar, en forma descriptiva, cada una de las publicaciones que muestran la producción académica en medio siglo de la hoy Facultad de Teología del Uruguay. Se evaluarán los contenidos de acuerdo a las distintas disciplinas teológicas y eclesiásticas que se han abordado, los temas tratados y sus autores.

Junto a ello, existe un buen número de trabajos monográficos publicados con el sello del Instituto Teológico y luego Facultad de Teología, que también serán relevados. Una vez analizado todo el material editado, principalmente los artículos de las distintas publicaciones, se extraerán las conclusiones pertinentes sobre la producción académica en materia teológica, en el espacio y tiempo ya referido.

El Libro Anual

En el año 1974 el entonces Instituto Teológico del Uruguay (ITU) comenzó la edición del Libro Anual, que se extendió hasta el año 1994, con dieciocho volúmenes publicados. Allí se daban a conocer los trabajos de investigación de los profesores del instituto, como aporte desde el ámbito académico al movimiento teológico latinoamericano en las décadas posteriores al Concilio Vaticano II. Concomitantemente a estos volúmenes debemos agregar los Cuadernos, que fueron apareciendo paralelamente y totalizan siete publicaciones.   

En primer lugar, antes del análisis del contenido de estos volúmenes, es preciso señalar el espíritu que anima a la Iglesia en Uruguay promediando la década de 1970 y que justifica la aparición de estas revistas. Nada mejor que hacerlo con las palabras con las que el rector del ITU prologaba el primer volumen. Refiriéndose al instituto lo sitúa como «heredero de un conjunto de iniciativas y esfuerzos para la enseñanza y reflexión teológica que se fueron dando desde hace más de un siglo en nuestro país».[1] Su fundación data de 1967 como fruto de un acuerdo entre la Conferencia Episcopal del Uruguay y la Federación de Religiosos del Uruguay.

En sus estatutos, que el rector cita, el ITU aparece como una creación «en el espíritu del Vaticano II», como forma de colaborar ambos cleros –secular y religioso– en la formación teológica y académica necesaria para que los futuros sacerdotes  y agentes pastorales en general, puedan cumplir «una tarea de servicio a la fe, a la Iglesia, a las opciones y trabajos pastorales en el Uruguay». Continúa el rector advirtiendo que el ITU ha comenzado a extender sus servicios, a través de departamentos y comisiones, cursos, semanas de teología, etc. Como otros de estos servicios presenta la publicación de un Libro Anual y una serie de Cuadernos, que responden a una necesidad teológica y pastoral.[2]

Seguidamente se explaya en una necesaria justificación de la iniciativa. A tal efecto, refiriéndose a J. Comblin, el rector recuerda que la Iglesia latinoamericana no escribe, pues predomina la tradición oral, como único modo de explicitar sus problemas, por lo que las conversaciones se pierden sin lograr «formar un sistema conceptual compacto». Presenta algunas causas de este fenómeno, entre ellas el «buscar a Dios entre los hombres», en las situaciones cotidianas de la vida, o el mismo «temperamento latinoamericano», más propenso a la comunicación inmediata que a la sistematización del pensamiento. Entre las consecuencias negativas de esta forma de actuar señala «una raíz de cierta falta de lucidez y coherencia en la acción pastoral», aunque también podrían descubrirse aspectos positivos «de esta manera de ser de nuestra Iglesia y de nuestra gente».[3]

Sin desautorizar a Comblin, el rector advierte que «algo se escribe en la Iglesia latinoamericana», lo cual es original, valioso y hasta llama la atención en ambientes de Europa y Norteamérica, donde existe una desbordante producción literaria eclesial. Seguidamente indica que existen dos clases de escritos, uno de ellos son los breves –representados en declaraciones, manifiestos, cartas abiertas, documentos de trabajo–, que son muy abundantes y «ha caracterizado el despertar de la Iglesia latinoamericana en este período que ha seguido al Concilio».[4]

Inmediatamente utiliza las palabras de otro teólogo, R. Muñoz, para explicar que se trata de una forma en que la Iglesia, a través de grupos y personas, toma posición ante ciertos hechos desde las exigencias del Evangelio. Dicho de otro modo, «toma conciencia de su situación original y siente la necesidad imperiosa de tomar la palabra, para articular el contenido de esa conciencia y plantear sus consecuencias en la práctica». Para muchos, estos documentos, recopilados y analizados, representan «una línea de teología “latinoamericana”, con una problemática, una metodología y una orientación muy peculiares y definidos».[5]

La otra clase de escritos son más extensos y deben ser estimulados, pues son necesarios para la Iglesia, «aunque requieran mucho tiempo y mucho dinero». El subdesarrollo económico, no podría considerar «este verdadero ministerio en la Iglesia» como un «lujo». Para defender esta posición, recuerda a otro teólogo, esta vez uruguayo, J. L. Segundo, quien observaba: «En la Edad Media los pueblos cristianos eran mucho menos desarrollados, y tenían teólogos».[6]

Precisamente, para la difusión de los escritos, tanto breves como extensos, el rector indica que el ITU comienza «su servicio de publicaciones». No es casual, entonces, que el primer Libro Anual sea un escrito extenso, y el primero de los Cuadernos esté conformado por escritos breves. Más allá de los modestos medios, el rector asegura que estas iniciativas pretenden ser aportes que manifiesten «el gran amor a nuestra Iglesia, con gran esperanza en nuestra Iglesia», y la unidad de esfuerzos con quienes en el país y en el extranjero «han trabajado y trabajan para una teología al servicio de la pastoral».[7]

Como fácilmente se puede apreciar el contexto es el del posconcilio, a menos de una década de su finalización, cuando aún está todo para hacer. Claramente se advierten los nuevos acentos representados por una identidad latinoamericana, como nuevo modo de ser Iglesia, por lo que se piensa en lo nacional pero desde lo regional. Una forma de pensar que debe plasmarse en una teología que tenga una identidad propia, dada por los problemas y crisis que acucian la realidad latinoamericana. La reflexión teológica surge como respuesta a las dificultades concretas que viven los hombres en esta parte del continente.

Existe un fuerte acento en la acción pastoral, como fin de la Iglesia, al servicio de la cual debe estar la teología, es decir, lo académico al servicio de la pastoral. Un pensamiento teológico eminentemente práctico, encarnado, para responder desde la fe a los desafíos políticos y sociales que se viven. No aparece tanto la Iglesia que peregrina en Latinoamérica, sino directamente una Iglesia latinoamericana. Los mismos teólogos que el rector cita en este prólogo programático serán ilustres exponentes de este pensamiento teológico latinoamericano.    

En el contexto de crisis a nivel político-institucional en esta región del continente, de la que Uruguay no es ajeno, y de la renovación eclesial luego del Concilio Vaticano II, el ITU presenta las nuevas publicaciones, cuyo contenido teológico intentará estar al servicio del trabajo pastoral de evangelización. Se trata de ver la realidad, juzgarla a través del Evangelio y, en consecuencia, plantear pautas concretas de acción.

Como ya se dijo, el primer volumen del Libro Anual, representa la tesis doctoral de quien luego sería arzobispo de Montevideo, Mons. Nicolás Cotugno, titulada: «El testimonio en el Concilio Vaticano II». De acuerdo a las claves antes descritas, es vista como una «reflexión teológica que aspira a infundir una dinámica pastoral», sin duda oportuna, en un momento que «toda la Iglesia está empeñada en un esfuerzo de profundización sobre su específica misión evangelizadora».[8] Un significativo aporte que pone las bases para una mayor profundización y búsqueda teológica sobre el tema.

El Libro Anual de 1975, no repite el modelo monográfico del primer volumen, ya que presenta un conjunto de cinco artículos de distintos docentes del instituto, sobre diversos temas, donde no se advierte el énfasis de identidad latinoamericana ni de repuesta a la realidad político-social. Los autores y materias analizadas dan cuenta de ello: Miguel Angel Fiorito y Daniel Gil escriben en conjunto un artículo sobre «Signos de los tiempos, signos de Dios»; Miguel A. Barriola sobre «Getsemaní: protesta filial de Cristo»; Horacio Bojorge, «La suerte como lugar teológico en la Biblia»; Alberto Sanguinetti Montero, «Conciencia de la comunidad cristiana, sentido de la salvación en el mundo, y buena noticia de la gracia»; y Juan Villegas, presenta un artículo sobre «Fray Bartolomé de las Casas. Evangelización-Población».[9]

En 1976 el Libro Anual continúa con su formato de conjunto de artículos, y esta vez son cuatro. Tres autores repiten, pues Barriola y Bojorge vuelven a hacer sus aportes sobre Biblia, y Villegas sobre historia de la Iglesia, esta vez sobre Mons. Mariano Soler. Completa el volumen un trabajo de Cirilo Marichal sobre la comunicación de nuestras vivencias en Blondel y Kierkegaard, con lo cual, además de los temas de Biblia, dogmática e historia, se introduce la reflexión filosófica.   

El Libro Anual de 1977 recoge seis aportes con nuevas entregas en materia bíblica de Bojorge, sobre el evangelista Lucas, y Barriola, sobre San Jerónimo. Este último autor, a su vez, escribe una semblanza del P. Teodoro Mäder SJ, con el que se abre el volumen en homenaje a este padre jesuita. El mismo lo completa un artículo de Cotugno sobre la teología en la misión evangelizadora de la Iglesia, uno de Ferrara sobre el ministerio sapiencial de la filosofía y la teología, y nuevamente Villegas, esta vez con un estudio sobre la época colonial.

El siguiente volumen del Libro Anual reúne los años 1978 y 1979, constituido por muchos y variados artículos, en un total de once, donde aparecen también nuevos autores. Se hace memoria de los papas extintos, Pablo VI y Juan Pablo I, y del centenario de la erección de la diócesis de Montevideo. Si bien el número de artículos es elevado se advierte un hilo conductor en relación al tema eclesiológico, con una fuerte referencia al análisis de las conclusiones de la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, que se había celebrado recientemente en Puebla. Se abordan temas eclesiológicos, cristológicos y sobre la vida religiosa de acuerdo al documento final de dicha Conferencia.  

El Libro Anual de 1980 vuelve a su estructura de pocos artículos con análisis extensos. Está dedicado a la memoria del P. Eduardo Rodríguez SJ, por lo que el volumen se inicia con la transcripción de la homilía realizada por Daniel Gil en la misa exequial. Siguen cuatro artículos, uno de Gertrudis Meyer sobre el sacerdocio común de los fieles a la luz del Vaticano II, uno de Barriola sobre Santo Tomás escriturista y sobre el porvenir de su pensamiento en Uruguay, otro trabajo de Villegas sobre los orígenes del Seminario de Montevideo, y finalmente Caorsi, en el ámbito filosófico, aborda el tema de lógica, lenguaje y ontología.

Hasta ese año se trataba del Libro Anual del ITU, a partir de 1981 el instituto se transforma en ITUMS, al ser nominado Mons. Mariano Soler, a la vez que logra la afiliación a la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.

Nuevamente se reúne en un mismo volumen los años 1981 y 1982, y como la vez anterior reúne una docena de artículos, que se los separa, de acuerdo a su elaboración y extensión, en estudios y comentarios. Los estudios son ocho, de diversa temática, aunque la mitad se refieren al trabajo humano, a la luz de la encíclica «Laborem exercens», y otros dos se refieren a la evangelización de la cultura. Los comentarios son cuatro, dos de ellos sobre el «caso Galileo», uno de los cuales es una ilustración literaria. También aquí uno de ellos se refiere a la encíclica del Papa Juan Pablo II,  sobre el trabajo, antes señalada.

Desde el año 1983 los libros anuales tienden a ser bastante monográficos, con pocos artículos pero de gran extensión, como por ejemplo el de ese año que reúne solo tres trabajos, dos de historia de la Iglesia y uno de filosofía. El volumen de 1987 incluye cuatro trabajos todos referidos a María: en la Biblia, en la pastoral, en la Iglesia latinoamericana y uruguaya y el mensaje teológico de la Virgen de los Treinta y Tres. El Libro Anual de 1989, al igual que el primero, es monográfico, ya que publica el primer tomo de la tesis doctoral de Antonio Bonzani sobre «La teología en el magisterio episcopal de Medellín».       

Del volumen 16, de 1989, se salta al año 1993, en que aparece el volumen 17 con tres artículos extensos, dos de los cuales son trabajos para obtener grados académicos, el doctorado, en el caso de Julio C. Delpiazzo, sobre «Arquitectura y liturgia», y la licenciatura, en el caso de Daniel Sturla, titulado «1916-1917 Separación de la Iglesia y el Estado en el Uruguay». Un artículo de Bonzani, escrito en italiano –hasta el momento único escrito en otro idioma– nuevamente sobre el magisterio de Medellín, completa el volumen.

El último libro, con el cual se termina la serie del Libro Anual, es del año 1994 en el que se vuelve a un conjunto de media docena de artículos de diverso género, donde se introducen estudios de otras especialidades hasta ahora no tratadas, como la teología moral y la espiritualidad. La gran mayoría de los artículos tienen un fuerte énfasis en la inculturación del Evangelio, desde diferentes enfoques y espacios (pastoral, liturgia, etc.), en el contexto de la nueva evangelización. Este último Libro Anual del ITUMS coincide con el pasaje del instituto de su condición de afiliado al de agregado a la Pontificia Universidad Gregoriana.

Como se puede apreciar, si bien el último volumen se señala con el número 18, los publicados fueron catorce, pues no se editaron los números del 11 al 13, correspondientes al período 1984-1986, y tampoco el número 15, que hubiera correspondido al año 1988.

Los Cuadernos y Puntos de Apoyo

Paralelo a la edición del Libro Anual, que como vemos acompaña el desarrollo del Instituto Teológico, afiliado y luego agregado a la citada universidad romana, se publicaron los Cuadernos, primero del ITU y posteriormente del ITUMS. Se editaron cinco volúmenes –aunque el número final es el 7, no existe el 3 ni el 6– entre 1974 y 1996, coincidiendo el último volumen con la etapa de la revista Soleriana. 

Tal como lo expresamos cuando nos referimos al Libro Anual, también en los Cuadernos el prólogo al primer volumen resulta ser programático respecto a las intenciones y finalidad de la publicación. Al respecto, nuevamente el rector del ITU, al presentar el primer volumen, dedicado a los escritos de Mons. Carlos Parteli, se refiere a la realidad, expectativas y esperanzas de la Iglesia posconciliar enfrentada a nuevas propuestas y metodologías de evangelización.

De esta forma, el repasar los textos del arzobispo, a quien se lo considera un abanderado en la implementación del Concilio Vaticano II y su reforma, se dice que «constituye una experiencia enriquecedora, una revisión, de cuya lúcida comprensión del proceso emergen propuestas para el futuro próximo; una lección con densidad de testimonio y provocación de profecía: ‘ponernos todos en la línea del Concilio y entregarnos con empeño a la obra de renovación interior y de revisión de las categorías mentales que ella nos exige’». Se trata de «fidelidad a la tradición y sintonía con la hora actual», sabiendo interpretar los «signos de los tiempos», para ver con claridad la realidad. Surge de ello «la necesidad de organización y coordinación», a través de una pastoral planificada, la «pastoral de conjunto», pues «la palabra se hizo acción» y se debe manifestar a través de una renovada acción misionera, litúrgica y servidora.[10]

Por otra parte –continúa el prólogo– esta acción está inserta en una realidad política, social y económica regional, a la que ya no se puede seguir siendo indiferente, sino solidarios con los países hermanos subdesarrollados como el nuestro. Por esta razón, «a la denuncia de nuestra situación de ‘dependencia’ sigue así el estímulo de una toma de conciencia latinoamericana». Quizás es el momento de  volver al espíritu del proyecto de una Patria Grande, presente desde los tiempos de la independencia. La Iglesia está en el mundo, aunque no es del mundo, por lo que «su misión profética y sacerdotal no puede, por tanto, confundirse con la sociología [...] Pero, por otra parte es muy cierto también que no se puede hablar de Dios sin hablar del hombre, ni proponer el Evangelio sin desarrollar sus consecuencias prácticas».[11]

El Sínodo de Obispos de ese año 1974, que trató el tema de la evangelización, refrendaban estas palabras. No olvidemos que la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, del Papa Pablo VI, fruto de ese sínodo, es uno de los documentos más importantes posteriores al Concilio Vaticano II. En las expresiones citadas, emerge con fuerza la importancia de la pastoral de conjunto, el interpretar los signos de los tiempos y no confundir teología con sociología, pero tampoco se busca afirmar una reflexión teológica que esté desconectada de la realidad.

Pasando a una breve reseña sobre el contenido de los Cuadernos, el primero, como se señaló, está formado por una selección de textos del entonces arzobispo de Montevideo, y se titula: «Parteli. Pastor de la Iglesia de Montevideo». Los escritos fueron seleccionados y preparados por Pedro Suárez y sistematizados por Pablo Bonavía,  distribuyéndolos en tres secciones: cartas pastorales, homilías y discursos, y entrevistas. Estos documentos corresponden en su mayoría al período de Mons. Parteli en Montevideo, desde 1966, cuando fue nombrado obispo coadjutor de la arquidiócesis.

Estos textos tienen por finalidad mostrar la sensibilidad pastoral de Mons. Parteli en el contexto eclesial y regional al que se hizo mención. Son documentos desiguales, por su diferente género literario, pero sirven para mostrar el desarrollo del magisterio pastoral del obispo. Cada uno es fruto de diferentes circunstancias de la época, en la que el pastor desde la Palabra única que nos cuestiona, dice su palabra, con la que intenta dar respuesta a los desafíos de un tiempo y lugar determinado. Casi medio centenar de textos, entre los que se encuentran tres cartas pastorales, más de treinta homilías y discursos y una decena de entrevistas, que se cierra con un apéndice con otros cinco documentos, entre los que no podía faltar su célebre carta pastoral sobre los problemas del agro, escrita cuando era aún obispo de la diócesis de Tacuarembó.   

El año 1975 se publica el segundo volumen de Cuadernos, que consta de tres trabajos reunidos bajo el título: «La Iglesia chica». Allí Horacio Bojorge escribe sobre «Koinonía-comunicación en el Nuevo Testamento», Juan Algorta sobre «Dinámica eclesial de las comunidades de base» y Mario Piaggio hace lo propio sobre el tema «Sacerdocio ministerial, eucaristía y comunidades de base». El volumen se cierra con un epílogo de Mons. Andrés Rubio titulado: «El sínodo 1974 y las comunidades eclesiales de base». Sin duda, en esta «Iglesia chica» aparece el fenómeno emergente de las comunidades eclesiales de base como dinamizadoras del ser y la acción de la Iglesia local y latinoamericana.

Más espaciados en el tiempo, ya que no son publicaciones anuales, nos encontramos con el volumen 4 del año 1978. Quizás el más logrado de esta colección, por su contenido que ha trascendido el tiempo y sigue siendo hoy material de consulta. Se titula «La Iglesia en Uruguay» y se constituye como un estudio histórico de la Iglesia en nuestro país. No pretende ser una historia eclesiástica nacional pero sus trabajos recorren las distintas etapas, acontecimientos y estructuras de la Iglesia en Uruguay a lo largo del tiempo.

Se trata, como lo expresa el subtítulo del volumen, del «Libro conmemorativo en el primer centenario de la erección del obispado de Montevideo. Primero en el Uruguay. 1878-1978». Reviste la característica de una obra conjunta, con prólogo, presentación, quince trabajos, apéndice documental, una reseña de obispos (episcopologio), una cronología, bibliografía, curriculum de autores y dos índices temáticos de personas y lugares. Todo ello compilado por una comisión para tal fin, conformada por Juan Villegas, Juan José Arteaga y María Luisa Coolhigan Sanguinetti.

Sin lugar a dudas, es una publicación especial, ubicada en la colección de Cuadernos. Fue iniciativa de Mons. Parteli, quien es consciente de vivir una época de transición, en la que sin perder los lazos con la tradición, dejándose llevar por la novelería del momento, había que afrontar con fidelidad lo nuevo, a través de renovadas propuestas pastorales de evangelización. De este modo, la historia también es instrumento de evangelización, en la medida que se evoca y recupera el pasado, para iluminar el presente y construir el futuro.

       En relación al contenido, tomamos prestadas las palabras de Tomás Sansón, quién refiriéndose a este volumen expresa:

Contiene varios artículos en los que se brindan visiones panorámicas de la historia de la Iglesia y de la erección de la Diócesis de Montevideo, un conjunto de estudios relacionados con la época colonial, abordajes microhis­tóricos sobre la evolución de cuatro parroquias, enfoques biográficos, datos referenciales y contribuciones documentales. El valor de los trabajos es des­igual. Algunos son muy interesantes, particularmente los de Juan Villegas, y otros francamente pobres, apenas alcanzan un nivel descriptivo. A pesar de estas disparidades, el conjunto de artículos ofrece datos e informaciones en su mayoría bien documentadas, que permiten conocer aspectos poco difundidos del pasado de la Iglesia uruguaya.[12]

 

Atinadas apreciaciones, pues, a pesar de las señaladas limitaciones respecto a algunos trabajos, no pierde brillo esta iniciativa que se concretó y reunió a especialistas de excelencia en la materia. Además de los ilustres historiadores que formaron la comisión, también están presentes como autores Aníbal Barrios Pintos, Alejandro Apolant, Marta Canessa de Sanguinetti, el mismo Mons. Partelli, solo por citar algunos de los personajes más notorios.

Un volumen de 1982, que aparece con el número 7, que lleva por título: «Todos somos sacerdotes», corresponde íntegramente a un trabajo monográfico de Gertrudis Mayer titulado: «Todos somos sacerdotes. El sacerdocio común de los fieles según la Constitución “Lumen Gentium” del Concilio Vaticano II». Quizás sea el estudio que, abandonando una teología más clásica, avanza en la línea del pensamiento teológico latinoamericano reivindicando al pueblo, y, al estilo de la teología protestante, destaca el sacerdocio común propio del bautismo, que iguala a todos los fieles. En este volumen Cuadernos cambia parte de su nombre, pues hasta el anterior había sido llamado Cuadernos del ITU, para ser ahora Cuadernos del ITUMS.

Debemos ir a la década de 1990 para encontrar un nuevo volumen de Cuadernos, del año 1996, que sin duda por error lleva el número 5. Este volumen contiene cuatro trabajos y si bien, a diferencia de los anteriores, no los reúne un tema en común, tienen la particularidad que dos de ellos fueron resultado de investigaciones teológicas para obtener grados académicos. Se trata de la tesis doctoral de Delpiazzo sobre la liturgia y el altar en las décadas de 1950-1960, y una parte del trabajo de Bonzani para la obtención de la licenciatura, referido a las implicancias teológicas de los pobres en la primitiva comunidad apostólica. Completan el volumen otros dos trabajos que tratan sobre un personaje en común, Eugenio Espejo, a través de un estudio histórico de Villegas y otro filosófico de Cristina Araujo. Por el año de su edición, como ya se hizo referencia, este Cuaderno se inserta en la época de la revista Soleriana.

A diferencia del Libro Anual estas publicaciones de Cuadernos tienen un formato primordialmente monográfico –estudios, investigaciones– ya que muchos de ellos representan el trabajo de un solo autor, y en aquellos volúmenes que hay más de uno trata un mismo tema que da título al volumen.  

En cuanto a Puntos de Apoyo, consta de cinco publicaciones, las cuatro primeros números de 1983 y el número 5 de 1984. Son trabajos monográficos de poca extensión, la mayoría no supera las cuarenta páginas, con una encuadernación rústica, que como su nombre lo indica sirven de punto de apoyo en alguna temática especial. De este modo, se desarrollan temas como paternidad responsable, noviazgo responsable, sacramento de la reconciliación, entre otros. Sus autores son profesores de la casa de estudios: Bernal, Algorta, ambos en dos oportunidades, y Barriola.

Quizás por la gran producción de material que se realiza en esos dos años, ya que en 1983 también se editó un Libro Anual, es que luego, por tres años, no tenemos presencia de publicaciones en el instituto. Como vemos, estos Puntos de Apoyo respondieron a un momento muy concreto, un tiempo por cierto valioso en la ya larga historia de publicaciones de la hoy Facultad de Teología. 

Haciendo una evaluación de lo expuesto hasta aquí, desde el primer Libro Anual, en cuanto a los autores de las publicaciones, se puede ver claramente un núcleo de estudiosos, casi exclusivamente profesores de la casa, algunos de los cuales su presencia, a través de sus aportes de investigación, es constante. Si bien los autores comienzan siendo pocos y paulatinamente se van sumando nuevos, y así también va creciendo el elenco de temas y disciplinas, en esta época algunos tienen una profusa participación en las publicaciones, debido a su dedicación exclusiva a la docencia e investigación.

En cuanto a los temas tratados, progresivamente se van diversificando aunque se mantiene una primacía de los aspectos dogmático, bíblico e histórico. Pero también la temática algunas veces está señalada por acontecimientos eclesiales, como las conferencias generales del episcopado latinoamericano o encíclicas papales. El pensamiento elaborado siempre representa una gran fidelidad a la tradición católica y al magisterio de la Iglesia, con cierto distanciamiento, aunque no enfrentamiento, respecto a las corrientes teológicas latinoamericanas propias de la época.

El tratamiento de los temas es erudito, aunque le faltan a las publicaciones los elementos que unifiquen los artículos desde el punto de vista editorial, así como una evaluación de los mismos que asegure en todos un buen nivel académico. Todos los trabajos tienen, salvo algunas excepciones, una extensión normal para artículos de este tipo de publicaciones académicas periódicas. Son casi exclusivamente, con honrosas salvedades, trabajos individuales, ya que no existe labor de grupo, tampoco aportes interdisciplinarios, ni líneas de investigación institucionales.

Se ve claramente en la línea de las publicaciones el camino que comienza con la reflexión que tiene como base la teología y eclesiología posconciliar, una verdadera renovación operada por el Concilio Vaticano II, que va consolidando la identidad eclesial en las décadas de 1970 y 1980. Hay una nueva metodología, que tiene que ver con el pensamiento al servicio del quehacer pastoral, el compromiso con la realidad y la evangelización. Esta época coincide con la dictadura militar y la vuelta a la democracia, aunque no se advierten, al menos en forma clara y explícita, en la producción académica, los avatares políticos propios del momento.

Revista Soleriana

A partir del año 1995 la publicación académica del ITUMS, se comienza a editar a través de una revista semestral, y no anual como la anterior. Toma el nombre de Soleriana, dado que en 1981 el Instituto Teológico pasó a denominarse «Mons. Mariano Soler» (ITUMMS), en memoria del primer arzobispo de Montevideo. Claramente, Soleriana será la continuadora del Libro Anual, mientras en otro carril transita Cuadernos, paralela y contemporánea a ambas publicaciones, aunque la coexistencia con Soleriana fue solo al inicio de esta, con el último número de Cuadernos editado.

El año 1995 es muy importante para el Instituto Teológico ya que, fruto de su agregación a la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, se inaugura la licenciatura en teología de la evangelización, tal como anuncia a tapa completa el número 1-2 de Soleriana. Junto con la licenciatura surge la revista, que deberá estar a la altura del grado académico que ha logrado la institución. La nota, que, a modo de presentación hace la redacción, recuerda la creación del Instituto Teológico del Uruguay y cómo unos años después pasó a denominarse Mons. Mariano Soler, «pastor de notable penetración intelectual que comprendió cabalmente los problemas de su tiempo y buscó dar respuestas pastorales desde una clara y firme concepción teológica de la misión de la Iglesia».[13]

Por este motivo, en esta nueva etapa de crecimiento a nivel académico que inicia el ITUMS, se decide

 

llamar SOLERIANA a la revista en la que buscamos comunicar el pensamiento, investigación y estudio del mismo. Insertos en los procesos de la comunidad eclesial, conscientes de la unidad entre estudio e investigación teológica y propuestas y realizaciones pastorales, abrimos una nueva etapa en continuidad con el Libro Anual que se quiere, también, unida a los grandes proyectos pastorales que abrió Mons. Soler en su tiempo y para su tiempo. Él abrió caminos como teólogo y pastor, hoy nos proponemos, con humildad, como foro en el que dialogar y proponer caminos de evangelización para la comunidad eclesial en este tiempo, tan lleno de promesas y conflictos, desafíos y desorientaciones, desánimos y esperanzas.[14]

 

Ahora el contexto eclesial está marcado por la Asamblea General del Episcopado de Santo Domingo. Allí los obispos propusieron: «[...] nutrir una teología que impulse la pastoral, que promueva la vida cristiana integral, hasta la búsqueda de la santidad. Una labor teológica así comprendida impulsa el trabajo en favor de la justicia social, los derechos humanos y la solidaridad con los más pobres (IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, C. I., 33)».[15]

Otra época, otro contexto eclesial y socio-político, pero la misma línea de promover una reflexión teológica al servicio de la evangelización, que ya no trata tanto de la búsqueda de una organización de conjunto ni de ir descubriendo los signos de los tiempos, sino de una pastoral que decididamente dialogue con la cultura –por cierto muy secularizada– y al servicio de la justicia social y los derechos humanos, desafíos propios de la época. Una teología al servicio de la respuesta pastoral que debe brindar la evangelización nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión, como lo proponía Juan Pablo II. La época de transición a la que aludía Mons. Parteli ya pasó, ahora nos enfrentamos a una realidad distinta que al Iglesia deberá enfrentar anunciando de un modo nuevo la inalterable doctrina, vida y misterio de Jesús de Nazareth, el Hijo de Dios.

A esto aportará, desde el ámbito académico, la revista Soleriana, generando conocimiento, investigando, difundiendo, dialogando, formando, proponiendo. Para el redactor, la preocupación ya no pasa tanto por la situación política y eclesial regional de la que no pueden desentenderse. Se trata de aunar esfuerzos y «trabajar en conjunto para responder a los desafíos de este mundo, de este país, en una Iglesia que dialoga con una sociedad altamente secularizada». Dentro de esa misma sociedad, como finaliza expresando, procura anunciar la salvación de Jesucristo.[16]

La nueva preocupación y desafío a afrontar, que irrumpe con fuerza a finales del siglo XX, es la disminución de la influencia de la fe católica en la vida social. La misma especialidad –evangelización–de la licenciatura en teología que se acaba de crear, pretende responder a dicho desafío. Por ello, la labor intelectual ahora se muestra más robustecida en su servicio a la acción pastoral evangelizadora.

Siguiendo a tan insigne protector, pastor que con su brillo intelectual y capacidad pastoral supo responder a los desafíos de su tiempo, la revista Soleriana se erige como un insumo más de cara a la evangelización de la cultura uruguaya, favoreciendo el diálogo interdisciplinar desde el pensamiento teológico, en el sentido más general del término.

Es muy elocuente, en este sentido, por sus expresiones, la homilía del entonces arzobispo de Montevideo Mons. José Gotardi, en la misa celebrada con ocasión de la agregación del instituto a la Universidad Gregoriana. El hecho de estar vinculado con la Facultad de Teología de dicha universidad, le permitirá contar ahora con grados académicos (bachillerato y licenciatura), lo cual en palabras del arzobispo «redundará en una ampliación y profundización de los estudios teológicos».[17]

La realidad de indiferencia religiosa reclama sacerdotes y laicos bien formados, y «el teólogo, como hombre de fe, ha de llegar a una comprensión cada vez más profunda del contenido de la misma; ha de explicar su inmensa e inacabable riqueza y ha de estudiar el desarrollo que, por la acción del Espíritu Santo y del magisterio, ha tenido a través de la historia y así podrá también sistematizar y ordenar orgánicamente su contenido». Más adelante, citando a san Buenaventura, el arzobispo hace alusión a que «nadie crea que le baste [...] la investigación sin la sabiduría de la inspiración sobrenatural. Teología, fe, vida interior, oración, admiración del mensaje revelado son elementos preciosos que han de conjugarse en una armoniosa unidad. También la inquietud pastoral se integra a la investigación teológica. Más aún, una pastoral seria se basa en una sólida teología».[18]

Es todo un camino de investigación, con su propia metodología, objetivos y fines, lo que se propone en esta nueva etapa del Instituto, pues «la fe no es solo una adhesión subjetiva del afecto humano, sino un mensaje revelado, objetivo, que la teología profundiza, aclara, ordena y fundamenta». Pero esto se hace en diálogo con la realidad, pues «la ruptura entre Evangelio y cultura es, sin duda alguna, el drama de nuestro tiempo». Por eso, uno de los fines del instituto, plasmado en sus nuevos estatutos, que el arzobispo cita, es: «Investigar el patrimonio de la sabiduría cristiana en vistas a la evangelización de la cultura». En esta misión de profundizar en la ciencia teológica el instituto debe ser, «al mismo tiempo, un “foro” de diálogo con la cultura». La investigación se abre, entonces, a las «corrientes filosóficas y culturales que caracterizan la mentalidad uruguaya [...] en los diversos niveles del pensamiento y de la acción en nuestro medio».[19]

La nueva evangelización a la que convoca el papa Juan Pablo II, que aparece como una tarea esencial al final del segundo milenio e inicio del tercero, exige una formación e investigación profunda. A todo ello se orienta la nueva licenciatura, y con ella sus publicaciones.  

En cuanto al contenido, este primer volumen, del año 1995, que reúne dos números, está dedicado a la evangelización de la cultura, que será la piedra angular del quehacer teológico académico. Allí se publican siete estudios que desglosan distintos aspectos y ámbitos de la misma temática. El número 4, como el primero, también adopta la característica de ser monográfico en cuanto a contar con un tema central, en este caso el 30 aniversario del Concilio Vaticano II, analizado a través de cuatro artículos, como siempre de diferentes autores. Es preciso señalar que los números siguientes, 3 y 4, también fueron editados en el año 1995, pero pertenecen a años de edición diferentes, pues mientras el número 1-2 pertenece al año XIX –contado a partir de 1974–, los números 3 y 4 pertenecen al año XX. Esta modalidad de registrar los años de edición continuó hasta el día de hoy.   

A partir de 1996 se comienza con la periodicidad semestral y el número 5 va a comenzar a incluir un espacio de recensiones de obras de teología e incluso ajenas a la disciplina, no solo nacionales, sino también y principalmente extranjeras. El número 6 será monográfico, dedicado al tema de la parroquia, desde distintos ámbitos. El número 7, que es el primero de 1997, en buena medida se encarga del tema de los carismas y el discernimiento, y agrega un nuevo espacio titulado «Vida del instituto», donde se hace una crónica de los acontecimientos y vivencias académicas del año. El segundo volumen de 1997, el número 8, aporta fundamentalmente estudios en conmemoración de los cien años de la creación de la provincia eclesiástica. El número 10, de 1998, también tiene su énfasis temático, referido al año del Espíritu Santo, como el número 12, de 1999, sobre la Eucaristía, en preparación al IV Congreso Eucarístico Nacional y al Año Jubilar del año 2000.

El número 13, del año 2000, solo consta de dos artículos, pues sesenta páginas son ocupadas para hacer memoria de lo publicado desde el primer Libro Anual –1974– hasta el presente –1999–, es decir, 25 años. De este modo, luego de explicar su utilidad, quedan consignados todos los trabajos académicos publicados por el instituto, a través de tres índices: publicaciones, autores y temas. En cuanto a las publicaciones, confirmamos que no hubo edición del Libro Anual entre los años 1984 y 1986, aunque el correspondiente a 1987 lleve el número 14, siendo que el de 1983 es el número 10. Tampoco se editó el número 15 que hubiese correspondido al año 1988.

En relación con los autores, como fácilmente se puede intuir son más de setenta, y los temas reúnen un elenco, por orden alfabético, de más de cien ítems, que luego se especifican indicando el título y el autor que los ha tratado. Todo ello muestra gráficamente la riqueza del aporte a nivel conceptual y de contenidos de la producción académica de ese cuarto de siglo. Si tomamos cada uno de los ítems temáticos individualmente, sobresalen en cantidad los estudios sobre historia de la Iglesia en Uruguay, eclesiología y evangelización. En este número 13 se interrumpen las recensiones, que serán retomadas tiempo después.

El número 14, correspondiente al segundo semestre del año 2000, año del Gran Jubileo, representa el fin de este período de Soleriana como revista del ITUMS, ya que se anuncia un nuevo logro, la creación de la Facultad de Teología del Uruguay «Mons. Mariano Soler». Como lo indica la presentación del director de la revista, «gran parte de este número de la revista SOLERIANA está dedicado a publicar los decretos e intervenciones correspondientes» –como la homilía de la misa presidida por el arzobispo de Montevideo y gran canciller de la Facultad, Mons. Nicolás Cotugno y el discurso de inauguración del rector, Pbro. Alberto Sanguinetti Montero– respecto de esta erección, mediante decreto de 22 de julio de 2000, de la Congregación para la Educación Católica.[20] En los artículos de este número hay un énfasis en la Trinidad y se agrega al espacio dedicado a «Vida del instituto» el de «Vida de la facultad». Además, se inicia la costumbre de publicar en el segundo número de cada año el índice general de las dos revistas, en este caso el índice general del 2000.     

A partir del número 15, el primero del año 2001, la revista Soleriana comienza a ser la revista de la Facultad de Teología del Uruguay «Mons. Mariano Soler». Grandes novedades eclesiales dan marco a este número. A nivel de Iglesia universal, la carta apostólica Novo millennio ineunte del Papa Juan Pablo II, con su lema «rema mar adentro»; a nivel nacional, surgen las Orientaciones pastorales 2001-2006, propuestas por los obispos al inicio del tercer milenio; a nivel de la facultad, se inaugura su primer año académico en todos sus grados: bachillerato, licenciatura y doctorado. Un verdadero desafío para el quehacer teológico eclesial. Se publican ocho artículos, se quita el apartado dedicado a «Vida de la facultad» y se agrega al final un índice general donde se consigna el último número de cada colección hasta ese momento, en su orden cronológico (Cuadernos, Puntos de Apoyo, Libro Anual y Soleriana), con una visión general de su contenido.   

El número 16, de 2001, consta de tres artículos, una sección titulada ahora «Crónica de la facultad», donde se repasa lo vivido en el año y el índice general 2001. El número 18, de 2002, retoma nuevamente las recensiones bibliográficas, presenta el índice general 2002 y los trabajos pertenecen a las ponencias de la semana teológica de ese año, dedicada al tema de la esperanza, inspirada en la llamada del Papa Juan Pablo II a caminar con esta virtud, presente en su Carta apostólica Novo millenio ineunte. El número 19, de 2003, presenta los aportes del acto académico en homenaje a los doctores de la facultad eméritos. A partir de este número ya no se publicarán más las recensiones de libros. El segundo número del 2003, el 20, estará dedicado a presentar los aportes de la semana teológica de ese año, titulada: «Iglesia hoy y aquí». Presenta al final el índice general del año.

En el año 2004 se produce el reconocimiento estatal de la facultad, por lo que en el número 22 de ese año se transcribe el decreto del Ministerio de Educación y Cultura y se publica lo referido al acto académico en el que asumió el nuevo rector. En cuanto a su contenido, se presentan los trabajos de la semana teológica dedicada a la Virgen María. Al final aparece el índice general 2004.[21]

La revista número 26, de 2006, contiene trabajos sobre la religiosidad en sus distintos aspectos y presenta el índice general de ese año. Este volumen y varios números que le siguen no van a contar con la presentación del contenido, por el director o redactor responsable. La número 28, de 2007, presenta los contenidos de las ponencias de la semana teológica, que se realizó bajo el título: «Teología: hoy y mañana». Al final, el índice general del año.

Desde sus inicios en 1995 hasta 2007, claramente podemos establecer una primera etapa de la revista Soleriana, marcada por ciertas características que tiene que ver con el diseño de edición y el contenido. En cuanto a este, está muy influido por el Jubileo del año 2000, tan importante para la Iglesia, por representar dos milenios de cristianismo. En este sentido, los temas de investigación y reflexión tienen mucha influencia de la acentuación que la Iglesia universal eligió para cada año previo al jubileo, así como cartas apostólicas del Papa en torno al tema. Todo tiene que ver con esa nueva evangelización que se propone para el milenio que comienza.

Los trabajos son generalmente de profesores de la facultad, y constituyen aportes desiguales en profundidad y extensión, a los que no se les exige criterios de edición ni una bibliografía final. Por ello, encontramos mezclados estudios profundos, con rigor científico, con otros que son comentarios o simples escritos de divulgación.

En cuanto al contenido, es de señalar que se intenta dar a cada número una unidad temática, logrando en algunos un verdadero aporte monográfico. El hecho de buscar un tema que brinde forma y contenido no resulta extraño ni difícil, en la medida que en muy buena parte la revista se nutre de los aportes de las semanas teológicas y la lectio inauguralis, de cada año,  con lo cual también se tiene asegurados trabajos de calidad.

En cuanto al estilo la revista tiene un diseño bastante definido, con una sección inaugural, donde se da cuenta del inicio del año académico, una reseña de la vida de la casa de estudios, una sección de recensiones bibliográficas. Al final, la presentación del índice general del año, se debe al estricto cumplimiento de la publicación de dos números anuales, es decir, una periodicidad semestral (enero-junio y julio-diciembre). Si bien no siempre coinciden en cada volumen todas las secciones que antes se señalaron, hay un diseño homogéneo en cada uno de ellos.     

Luego de estos doce años donde advertimos un mismo estilo y fiel cumplimiento en la edición semestral de la revista, con materiales de contenido diverso, pero intentando darle en cada número una identidad temática, comenzará un período de crisis y declive. Esta crisis está motivada por la poca importancia que se le otorga a la revista como órgano de difusión de la producción teológica y a la investigación en sí misma, debilitándose al extremo este pilar fundamental de toda casa de estudios, y que fue un objetivo indiscutible desde 1974 cuando se publicó el primer Libro Anual. El quehacer teológico necesita de la investigación y producción académica si quiere tener los logros pastorales a los que aspira.

Prueba de lo que venimos diciendo es el hecho de que en los siguientes doce años, entre 2008 y 2020, fueron muy escasos los números publicados. Mientras en ese lapso deberían haberse editado más de veinte revistas, apenas fueron cinco las que salieron a la luz. Con ello constatamos que hubo varios años en los que no hubo producción, transformándose la revista de bianual en bienal. Incluso, no podemos decir que salieran exactamente cada dos años, pues a veces entre una y otra transcurrió tres años o más.

De esta manera, se unen en un mismo volumen los números 29-30, correspondientes a los años 2008-2009. En la presentación de este volumen se dice que por «distintas causas», la publicación se interrumpió por dos años. El contenido está integrado por la lectio inauguralis del 2008, referida al «Año paulino», completándose con trabajos que se inscriben en el marco de la misión continental impulsada por la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida, y en el Año sacerdotal, por los 150 años de la muerte del santo Cura de Ars. Hay un claro énfasis en la evangelización de la cultura,[22] fruto de los aportes presentados en las semanas teológicas de 2008 y 2009, por lo que aparecen cinco interesantes y profundos artículos, dos sobre Mons. Jacinto Vera y tres sobre Mons. Mariano Soler.       

El número siguiente será el 31-32, de los años 2010-2011, donde al trabajo referido al tema de la lectio inauguralis, sobre perdón y reconciliación, siguen ocho artículos de diferente temática. El número 33-34, correspondiente a 2012-2013, está dedicado a los 50 años del Concilio Vaticano II y 20 del Catecismo de la Iglesia Católica. El 35-36, de 2014-2015, es el volumen más pequeño de todos los números publicados hasta el momento, reuniendo en apenas cien páginas –siendo el promedio por revista 140 o 150 páginas– seis trabajos, la mitad de temas bíblicos y la otra mitad relacionados al eje fe-razón-evangelización, con énfasis unos en el Papa Benedicto XVI y otro en Methol Ferré.   

El volumen correspondiente al número 37-38, de 2016-2017, es presentado por el nuevo rector, quien recuerda el cincuenta aniversario de la creación del Instituto Teológico del Uruguay (1967-2017). Por este motivo, el contenido está formado por aportes sobre distintos puntos que refieren a la historia de la Iglesia en el Uruguay. Se trata de cinco trabajos de fin de curso de alumnos de la facultad, realizados para la asignatura historia de la Iglesia, dictada por el entonces profesor Daniel Sturla, quien personalmente hace una presentación de los mismos.

Si bien estos trabajos están formalmente bien expuestos y con buen contenido, nos encontramos en el punto más crítico de la labor investigativa de la facultad, pues los alumnos de grado están ocupando el lugar que debería llenar la labor doctoral de los profesores y especialistas. En estos años se hizo indudablemente más énfasis en la docencia que en la investigación, al punto que tampoco la lectio inauguralis y las semanas teológicas, que alimentaban con sus aportes la revista, tienen el lugar y el destaque, como instancia académica, de otras épocas. Al final de este volumen se incluye un cuadro donde se presentan los títulos de los proyectos de trabajos para licenciatura y tesis doctorales en curso, con sus respectivos autores y directores.   

El número 39-40, de 2018-2019, intenta ir saliendo de la situación crítica, al reunir con mucho esfuerzo nuevamente un conjunto de artículos, de diferentes temas, de profesores de la facultad. En este momento, el equipo redactor de la revista comienza a trabajar en la elaboración de normas de estilo propias –que también servirán para los trabajos de grado y posgrado de los estudiantes– pero que no llegarán a hacerse efectivas.

En esta etapa la revista deja de contar con las distintas secciones de la época anterior, y aunque siempre es debidamente presentada explicitando sus contenidos, ya no tiene la sección inaugural, vida de la facultad, índice general –por obvias razones– y recensiones, si bien esta última sección ya había desaparecido.

Así finaliza esta etapa, bastante decadente por el poco interés e incentivo para la investigación, reflejado en los escasos productos académicos surgidos en doce años, si bien el contenido de los aportes continúa siendo el adecuado de acuerdo a la tradición de esta publicación. Igualmente, se aprecia el esfuerzo por su mantenimiento, a pesar de las dificultades de distinto tipo –falta de impulso a la investigación, coordinación, etc.– que motivaron que la empresa de la edición de la revista se hiciera tan penosa. El reconocimiento, entonces, a esos números editados, que fueron prolijos y muy dignos.[23]

Una tercera etapa de Soleriana comenzará a partir de 2021, cuando, pandemia mediante, un renovado impulso revitalice la revista y la lleve nuevamente a ser publicada semestralmente. En esto tiene mucho que ver un factor institucional, como fue la creación del Departamento de Investigación de la facultad, que comenzó a operar en setiembre del año antes indicado. Una necesaria y oportuna toma de conciencia de la facultad, a instancias, en buena medida, de las exigencias del Ministerio de Educación y Cultura, permitió poner en valor, como un elemento indispensable de una institución con rango universitario, junto a la docencia, la investigación. En definitiva, como vimos, este era el espíritu cuando se creó la primera publicación, un quehacer teológico al servicio de la pastoral, es decir, el pensamiento al servicio de la evangelización, en diálogo con la cultura e interactuando en la razón pública.      

Al crearse el Departamento de Investigación es lógico que la revista pasara a su órbita y dejara de tener como lugar de referencia la secretaría académica, claramente dedicada a otra tarea. Ahora no será el director académico, actuando con un consejo, quien llevará adelante la dirección de la revista, sino que lo será el director del nuevo departamento. Esto sin duda contribuyó a dinamizar la labor investigativa, de la cual se nutre la revista, y le dio a esta un espacio específico y adecuado, y una atención especial. Esto se plasma en las formas y contenidos que a partir de ahora asume la publicación.

Con el fin de actualizar los años, se publicó el número 41-42, correspondiente a 2020-2021, en el que aparecen varias novedades en cuanto al formato, ya que los trabajos que componen el volumen son divididos en una sección de «Estudios» y otra de «Escritos». De acuerdo a su entidad y extensión, los trabajos estarán en una u otra sección, siendo los de la segunda sección más del estilo de meditaciones, comentarios o temas de investigación aún no desarrollados. Además se suma otra sección titulada «Magisterio local» y se cierra con un espacio para recensiones, aunque solo para la producción teológica y disciplinas afines del ámbito local. Cuatro estudios: dos bíblicos, otro sobre la Eucaristía y otro de historia de la Iglesia en Uruguay, y una meditación como escrito, conforman esta revista, coronada con una carta pastoral sobre la Palabra de Dios, escrita por el entonces obispo de Canelones Mons. Alberto Sanguinetti Montero.

Esta novedad la consigna el director del Departamento de Investigación, que presenta este número y dice: «La reciente creación del Departamento de Investigación, que es un motivo de alegría para la Facultad, y del que dependerá la revista, contribuye a darle un nuevo impulso. Esto se traduce en el nuevo formato, con nuevas secciones que pretenden ampliar la variedad de aportes en relación a los saberes que aquí se cultivan: estudios, escritos, magisterio local y recensiones».[24]

El número 43 será el primero del año 2022, con el que se regulariza nuevamente la frecuencia semestral de la revista. De acuerdo a la nueva estructura, dividida en secciones, contamos con cuatro estudios de distintas disciplinas: historia de la Iglesia en Uruguay, liturgia, teología dogmática y filosofía, y dos escritos, ambos de carácter bíblico. Cierra el magisterio local con la versión resumida de la carta pastoral del arzobispo de Montevideo Card. Daniel Sturla, titulada: «Devuélveme la alegría de tu salvación». Finalmente, aparecen las recensiones de los últimos libros aparecidos en nuestro país en materia religiosa.

El número 44, segundo volumen del año 2022, tiene un carácter monográfico, dedicado a Mons. Jacinto Vera, en preparación a la beatificación que se celebró en mayo del año siguiente. Cinco artículos sobre distintos aspectos de la vida y virtudes de Jacinto Vera, escritos por especialistas en el tema, conforman la sección de «Estudios», mientras que en «Escritos» aparecen dos aportes, uno sobre las visitas pastorales de Don Jacinto y otro sobre su monumento en la Catedral de Montevideo. Este número, dado el tema tratado, no incluye la sección de magisterio local y se cierra con la recensión de un libro sobre Mons. Vera publicado en ese entonces. El número 45, de pronta aparición, correspondiente al primer semestre de 2023, sigue el esquema de secciones, y destacan en su contenido cuatro estudios y dos escritos que abordan materia diversa.

Aunque no son muchos los números que han sido publicados en esta, por nosotros denominada tercera etapa, ya se muestra consolidado el resurgimiento de Soleriana, como instrumento sólido para comunicar en forma científica el saber teológico en diálogo con la cultura, a cuyo fin sirve. Esto no solo porque haya recuperado la periodicidad bianual, perdida desde tanto tiempo atrás, sino por otros elementos que desde su interior le dan consistencia y fortaleza.

Además de la estructura en secciones, que permite clasificar debidamente los aportes, con la correspondiente presentación de su director en cada número, la revista aparece en dos índices bibliográficos, e introdujo el arbitraje a través de pares ciegos. Los mismos profesores y otros especialistas evalúan cada trabajo que llega y valora su publicación, indicando correcciones si es preciso. Con ello la revista se asegura un nivel académico acorde a una publicación de este estilo. 

Pero para ser una revista indexada y arbitrada, previamente fue preciso crear e imponer ciertas exigencias a nivel de estilo. Por tal razón, habiendo fracasado el intento de crear un manual de estilo propio, se adoptó para la presentación de artículos uno de los usados universalmente, al que se le agregó algunas exigencias de carácter formal en cuanto a extensión de los trabajos, resumen, idiomas en los que pueden ser presentados, estructura del artículo, tipo de letra y márgenes, breve presentación del autor, formas de citar, bibliografía final. Estos elementos no estaban determinados hasta el momento, y cada autor era completamente libre de utilizar el formato y el manual de estilo de su preferencia. No es un detalle menor el haber integrado a la comisión de edición y redacción al profesor de la cátedra de metodología de la investigación, lo que contribuyó en gran medida a dar unidad metodológica al trabajo de la revista y a los trabajos de los alumnos de la facultad.

El manual de estilo para las citas de referencias bibliográficas y las normas sobre el formato de presentación de artículos fue colocado en la página web de la facultad, donde se encuentra además una breve reseña de la revista y son publicados los últimos números, para poder acceder a ellos también en formato digital. Debido en buena parte a la pandemia, que ha impedido tanto la lectio inauguralis como la semana teológica, la revista en esta última etapa se ha nutrido exclusivamente de los trabajos de investigación de los autores, cuya mayoría son docentes de la facultad, aunque ha habido participación de especialistas que no pertenecen a nuestra casa de estudios, incluso extranjeros.

Otro ámbito que ha dinamizado el Departamento de Investigación, es la creación de líneas de investigación propias de la facultad o en conjunto con otras instituciones, así como interdisciplinares. Esto, a la vez que permite el diálogo de las disciplinas teológicas con las de otros ámbitos, posibilitará en breve contar con material de calidad académica para la revista, como medio de exposición y trasmisión del saber teológico. En definitiva, se ha estimulado con singular éxito la investigación docente.

Un dato que no deja de ser importante, y que también estimula la producción de la revista y contribuye a su prestigio, es el intercambio que a través de Soleriana realiza la facultad con publicaciones de universidades y facultades eclesiásticas de todo el mundo. Lamentablemente, la época de crisis, ya señalada, que vivió la revista en las últimas décadas, produjo la pérdida de casi la mitad de estos «canjes», aunque, igualmente, en la actualidad se realiza un intercambio con más de ochenta publicaciones periódicas académicas. De esta forma, Soleriana está en el mundo universitario y se enriquece la hemeroteca de la facultad. Como contrapartida, por el mismo hecho de ser una revista académica, sus aportes no tienen penetración directa en la sociedad uruguaya ni mayormente en el ámbito eclesial, a cuya tarea de evangelización debería contribuir más decididamente.  

Libros

La tradición de publicaciones periódicas desde hace ya medio siglo, surgidas en el contexto del entonces Instituto Teológico y hoy Facultad de Teología del Uruguay «Mons. Mariano Soler», se completa con un conjunto importante de libros, que fueron editados con el sello de la institución.

Se cuenta, entonces, con unas sesenta obras de desigual valor, tanto por su edición como por su contenido. En cuanto a la edición, un pequeño grupo de ellas –un diez por ciento– constituye material didáctico para los cursos correspondientes, por lo que su circulación es preponderantemente interna. Esta forma de facilitar material a los alumnos, a modo de texto, ya no se utiliza desde hace muchos años, por lo que los ejemplares datan de mucho tiempo atrás. Las últimas décadas, con acceso a la información por otros medios y con nuevos paradigmas de enseñanza, modificaron aquella costumbre.

Un treinta por ciento son trabajos de licenciatura, que fueron editados, como los anteriores, de forma rústica, no comercial, pero que están presentes en la biblioteca como material de consulta. Otro diez por ciento responde a obras editadas por la institución, pero de profesores extranjeros, cuyo objeto era facilitar material a los alumnos. De esta forma, los profesores editaban la obra o una síntesis de autores extranjeros.

Finalmente, un cincuenta por ciento –alrededor de treinta– son obras bibliográficas que difieren en su extensión, ya que algunas no son otra cosa que separatas de artículos, en forma de librillos, fenómeno que se dio con algún Libro Anual y muy escasamente con Soleriana. Otros autores, alrededor de diez, se sirvieron del sello de la institución para publicar sus respectivas tesis doctorales, en temas de teología, biblia, liturgia, derecho canónico, historia de la Iglesia, las que constituyen obras de buen o muy buen nivel académico. El resto son libros de profesores de la facultad, también con contenidos de nivel científico, en materia teológica.

Por tanto, salvo los excepcionales ejemplares de autores extranjeros, cuya edición –como quedó dicho– fue promovida por profesores locales, todo el material bibliográfico editado corresponde a la autoría de los profesores, primero del instituto y luego de la facultad.

Conclusiones

Hemos concluido un repaso histórico de la producción teológica de la hoy Facultad de Teología del Uruguay «Mons. Mariano Soler», a través de sus publicaciones. El trabajo ha tenido una intención eminentemente descriptiva, sin pretensiones de realizar otro tipo de planteos o problematizaciones, aunque original, ya que hasta el momento no se había hecho nada por el estilo en ese ámbito. Se expone cincuenta años de trabajo intelectual que ha cristalizado en un corpus de pensamiento teológico uruguayo. Cuando decimos «teológico», como ya se explicó, asociamos a las disciplinas puramente teológicas el resto de las eclesiásticas que le son afines.    

Claramente podemos dividir esta historia en dos períodos que no están desconectados, sino que uno es continuación del otro. Un primer período de 1974 a 1994, marcado por el Libro Anual, y un segundo período desde 1995 hasta el presente, de la revista Soleriana. Estas son las publicaciones que fueron dando identidad y continuidad a la producción teológica, aunque la misma se vio reforzada en el primer período por otros aportes, como Cuadernos y Puntos de apoyo. El segundo período no contó con la edición de otros insumos, pero la periodicidad de su publicación comienza a ser semestral. Los libros, con el sello de la institución, se han editado en ambos períodos.

En cuanto a la revista Soleriana, como vimos, existen tres etapas, las dos primeras de doce años cada una y una tercera que se está transitando. Estas demarcaciones temporales que he realizado son solo indicativas de puntos de inflexión que tuvo la revista en su evolución, a lo largo de treinta años.

Todas las publicaciones presentadas han acompañado la historia de la actual Facultad de Teología, cuyo origen se remonta al ITU y luego ITUMS. Un desarrollo de crecimiento académico, marcado primero por la afiliación a la Universidad Gregoriana de Roma, luego la agregación y finalmente facultad eclesiástica autónoma, y con ello la posibilidad de otorgar, además de los grados de bachillerato y licenciatura –que obtuvo al ser agregada– el posgrado con su título de doctorado. Todo lo cual se cierra con el reconocimiento estatal, que recibe del Ministerio de Educación y Cultura del Uruguay, como Instituto Universitario «Mons. Mariano Soler».

A medida que se van pautando los avances institucionales, también van creciendo las exigencias y desafíos para sus publicaciones, a través de las que la teología pretende realizar un aporte sustantivo a la Iglesia y a la cultura nacional, en las distintas circunstancias históricas.

Pasando a la razón de ser y finalidad de estas publicaciones, desde su origen, inmediatamente posterior al Concilio Vaticano II, se advierte que nacen con la intención de ser un instrumento de diálogo con la realidad a través del saber teológico. De eso trata la época posconciliar, que pone a la Iglesia y a la fe en diálogo con la cultura. Desde allí se plantea una profundización teológica y filosófica que ayude a la Iglesia en su tarea pastoral. Esta tarea se irá profundizando y delineando lo que será más tarde la orientación de la especialización teológica que ofrecerá la facultad: teología de la evangelización. El fin es la evangelización de la cultura y hacia eso apunta la docencia y la investigación.

A pesar que el inicio y desarrollo de la vida de la institución coincide con las décadas de mayor auge y difusión de la llamada teología de la liberación como quehacer teológico propiamente latinoamericano, la línea del instituto no secundó estas propuestas. Quienes transitaron por esos caminos en nuestro país, que tampoco fueron tantos, no estuvieron directamente relacionados con el instituto ni sus trabajos fueron publicados allí.

Quizás por ser un centro de estudios eclesiásticos, donde fundamentalmente se forman los futuros sacerdotes, se mantuvo en la línea del pensamiento católico clásico. Pero me inclino a pensar que lo que hizo el Instituto Teológico no fue más que continuar la tradición de ser Iglesia que forjó su primer obispo Mons. Jacinto Vera y que continuaron sus sucesores, principalmente Mons. Soler, quien no por casualidad pronto dará su nombre a la casa de estudios.   

En relación con los contenidos de las publicaciones, no todo tiene el mismo valor académico, aunque siempre se ha tratado de artículos, de mediana extensión, y no simples reflexiones o comentarios. Se ha procurado la publicación de estudios científicos, si bien no han faltado algunos más de tipo divulgativo. A excepción de un número de Soleriana bastante reciente en el tiempo, y que oportunamente señalamos, cuyos autores son alumnos, el resto de lo publicado pertenece a docentes de la casa de estudios y en muy baja medida de otros autores. Aunque esa tendencia últimamente se va revirtiendo, dando ingreso a trabajos de especialistas que no pertenecen al ámbito de la facultad, incluso extranjeros.

Los temas tratados siempre han seguido la misma línea, en cuanto a profundizar en el conocimiento y fidelidad a la doctrina católica y al magisterio de la Iglesia universal. Desde ese lugar que marca su identidad, las publicaciones se han propuesto el desafío que marca su objetivo principal: ser instrumento de evangelización de la cultura en una identidad tan particular frente al factor religioso como lo es la uruguaya.

Esta misma vocación de diálogo desde el ámbito de la reflexión teológica y el de las ciencias eclesiásticas en general, ámbito que no es integrado en la construcción de la razón pública, ha llevado a que las publicaciones fueran ampliando las aristas desde donde se abordan sus temas. De esta forma, además de los trabajos estrictamente de teología dogmática y de Sagrada Escritura, se fueron incorporando otros: históricos, filosóficos, litúrgicos, morales, canónicos, jurídicos –relación Estado-religión–, literarios, artísticos. En muchos casos, estos diversos enfoques están muy bien representados en los números de tipo monográfico, en los que se despliega un tema que es analizado desde distintos ángulos del saber.   

Las publicaciones académicas que recoge la hoy Facultad de Teología del Uruguay «Mons. Mariano Soler», han contribuido en buena forma al pensamiento teológico en nuestro país, también por la falta de otras publicaciones periódicas de este género. Lo cierto es que a través de ellas podemos rastrear el camino que luego del Concilio Vaticano II transitó la Iglesia, a nivel universal, regional y local, en distintos momentos, paralelamente a las vicisitudes políticas y sociales que vivía nuestro país.

Al respecto, no es igual la época del Libro Anual y Cuadernos –en un contexto eclesial posconciliar y político propio de las últimas décadas del siglo XX– a la época de la revista Soleriana, que se desarrolla ya entrando en el siglo XXI, con la impronta de la nueva evangelización a la que la Iglesia convocó al inicio del tercer milenio. Es este, por otra parte, un contexto donde se afianza el cambio de época posmoderno, con todo lo que ello significa a nivel de ideas y el lugar que se le da al discurso religioso. 

Lo cierto es que nos encontramos con publicaciones que por su continuidad muestran la permanencia en la producción de pensamiento teológico a lo largo de medio siglo. El hecho de la creación de la facultad, con sus grados académicos, y el reconocimiento por parte el Ministerio de Educación y Cultura, con la respectiva titulación civil, exige una investigación seria, junto a la actividad de docencia y extensión.

Lamentablemente, en estos casi veinticinco años de vida de la facultad, la revista no siempre ha acompañado adecuadamente este compromiso, que queda de manifiesto en la crisis que atravesó la publicación, como ya fue señalado. Felizmente en la actualidad ha retomado su senda, en cuanto a la periodicidad, y ha establecido criterios para un mayor nivel de excelencia en cuanto a normas de edición, arbitraje, clasificación de artículos por secciones, etc.

Otro elemento que constituye un debe es que la revista no ha calado en los ambientes eclesiásticos, allí donde se hace efectivo y concreto el diálogo de la fe con la realidad y esta debe ser iluminada por aquella. Menor aún es su conocimiento en los distintos ámbitos de nuestra sociedad, incluso los académicos. Si bien es una publicación que ha desarrollado un interesante intercambio con el extranjero, todavía no ha habido penetración en el ámbito local. Esto se debe, en buena medida, a la falta de esfuerzo institucional por tratar de difundir la revista; pero también a que no se puede esperar desde afuera, en el medio intelectual y cultural uruguayo, la inclusión del pensamiento teológico.

Toda esta tradición de la producción del quehacer teológico, a pesar de sus limitaciones, aparece como un aporte valioso que ha dado visibilidad al trabajo de investigación principalmente de los docentes, así como a lo reflexionado en las semanas teológicas y en otras instancias de la vida académica de la institución. El futuro nos desafía con el compromiso de hacer de este saber –históricamente de los primeros que se incorporó como cátedra de enseñanza en nuestra naciente vida universitaria nacional– una contribución necesaria para un desarrollo cultural y social verdaderamente integral en el Uruguay.

 

Referencias bibliográficas

Berlanda, Silvano. “Prólogo”. Libro Anual 1 (1974): 1-3.

Berlanda, Silvano. “Prólogo”. Cuadernos del ITU 1 (1974): 5-8.

Bonzani, Antonio. “Presentación”. Soleriana 29-30 (2008/2009): 1-2.

González Merlano, Gabriel. “Presentación”. Soleriana 41-42 (2020-2021): 7.

Gotardi, José. “Homilía”. Soleriana 1-2 (1995): 9-14.

Redacción. “Soleriana: ¿Por qué?”. Soleriana 1-2 (1995): 3.

Russo, Roberto. “Presentación”. Soleriana 14, 2 (2000): 1.

Sansón Corbo, Tomás. “La historiografía sobre la Iglesia en Uruguay (1965-2015). Investigaciones, relatos institucionales e itinerarios del «Pueblo de Dios»”. Anuario de Historia de la Iglesia 24 (2015): 73-96.

Soleriana 22, 2 (2004).

 

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González Merlano, José Gabriel. “Cincuenta años de reflexión teológica en Uruguay (1974-2024)”. Humanidades: revista de la Universidad de Montevideo, 14, (2023): 115-146. https://doi.org/10.25185/14.6   

El autor es responsable intelectual de la totalidad (100 %) de la investigación que fundamenta este estudio.

 

Editores responsables Susana Monreal: smonreal@ucu.edu.uy; Tomás Sansón Corbo: slbt@hotmail.com

 



[1] Silvano Berlanda, “Prólogo”, Libro Anual 1 (1974): 1.

[2] Berlanda, “Prólogo”, 1.

[3] Berlanda, “Prólogo”, 1-2.

[4] Berlanda, “Prólogo”, 2.

[5] Berlanda, “Prólogo”, 2.

[6] Berlanda, “Prólogo”, 2-3.

[7] Berlanda, “Prólogo”, 3.

[8] Berlanda, “Prólogo”, 3.

[9] La transcripción de los títulos, señalando sus autores, se debe a que quise señalar expresamente los primeros artículos a nivel académico publicados por el Instituto Teológico.

[10] Silvano Berlanda, “Prólogo”, Cuadernos del ITU 1 (1974): 5-6.

[11] Berlanda, “Prólogo”, 6-7.

[12] Tomás Sansón Corbo, “La historiografía sobre la Iglesia en Uruguay (1965-2015). Investigaciones, relatos institucionales e itinerarios del «Pueblo de Dios»”, Anuario de Historia de la Iglesia 24 (2015): 80-81.

 

[13] Redacción, “Soleriana: ¿Por qué?”, Soleriana 1-2 (1995): 3.

[14] Redacción, “Soleriana: ¿Por qué?”, 3.

[15] Redacción, “Soleriana: ¿Por qué?”, 3.

[16] Redacción, “Soleriana: ¿Por qué?”, 3. 

[17] José Gotardi, “Homilía”, Soleriana 1-2 (1995): 9.

[18] Gotardi, “Homilía”, Soleriana, 10-11.

[19] Gotardi, “Homilía”, Soleriana, 11-13.

 

[20] Roberto Russo, “Presentación”, Soleriana 14, nº 2 (2000): 1.

 

[21] Este número 22, al igual que el 19 y el 21, en la última página, sin numerar, como contratapa, publica una reseña de la historia de la enseñanza de la teología católica en Uruguay. Para ello, parte de la época de la colonia y los sacerdotes José M. Pérez Castellanos y Dámaso A. Larrañaga, doctores que estudiaron teología en instituciones de la región. Luego hace mención a las cátedras que se abrieron en el Convento de San Bernardino a comienzos del siglo XIX, y la ley Larrañaga en 1833, cuando se crea la Universidad de la República, con su cátedra de teología. Vendrá luego el Club Católico, fundado en 1875 como centro de formación y debate, y el Seminario, en 1879, ambos de la mano de Mons. Jacinto Vera. Finalmente, señala la creación del Instituto Teológico del Uruguay, afiliado primero, en 1967, y luego agregado, en 1993, a la Pontificia Universidad Gregoriana, otorgando los grados de bachillerato y licenciatura en Sagrada Teología. Hasta la erección de la Facultad de Teología del Uruguay «Mons. Mariano Soler», por decreto de 22 de julio de 2000, de la Congregación para la educación Católica, que luego será reconocida por el Ministerio de Educación y Cultura como Instituto Universitario «Mons. Mariano Soler». Soleriana 22, nº 2 (2004).

[22] Una vez más en la presentación de este número, a cargo del rector, se recuerda este énfasis, tomando las palabras del Papa Juan Pablo II en su discurso en la Universidad Católica del Uruguay, el 7 de mayo de 1988 en su visita a Uruguay. Allí expresaba que para la evangelización de la cultura «es imprescindible que se mantenga una identidad católica bien definida, en congruencia con la fe del pueblo de Dios y en explícita y fiel sintonía con el Magisterio de la Iglesia». Antonio Bonzani, “Presentación”, Soleriana 29-30 (2008/2009): 1.

[23] Un hecho que de alguna manera también conspiró para que el último número tardara tanto en salir, fue el cambio de sede de la facultad, ya que el antiguo edificio fue dejado al finalizar los cursos del año 2018 y el nuevo fue inaugurado para el inicio de los cursos de 2020, interrumpidos por la pandemia. Durante el 2019, la facultad tuvo que realizar sus actividades de forma muy precaria en la Universidad Católica.

[24] Gabriel González Merlano, “Presentación”, Soleriana 41-42 (2020-2021): 7.