doi: https://doi.org/10.25185/2.1

 

PROEMIO

Cervantes austral: notas para un homenaje

Se ha recordado con insistencia el sueño americano de Cervantes, aquel afán, tan largamente acariciado por el autor, de embarcar rumbo al Nuevo Mundo. Como es sabido, al final nunca pudo poner pie en América puesto que el Consejo de Indias le negó la autorización necesaria para emprender el viaje. Otra, se puede afirmar, fue la suerte de su obra: llegó temprano al suelo americano (ya en 1605 los volúmenes de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha circularon por el Virreinato de la Nueva España), sobreviviendo exitosamente a la Inquisición y al paso del tiempo. Parece ser que el espíritu de Cervantes llegó a América para ubicarse en un lugar central del imaginario y de la identidad cultural del continente. Desde entonces ha contado, entre los latinoamericanos, con un generoso caudal de lectores comunes y críticos, un sinfín de reediciones, recreaciones y homenajes –incrementados especialmente en el último lustro por la acumulación de efemérides cervantinas.[1]

Una breve –y poco sistemática–historia de la circulación y recepción de la obra de Cervantes en el Río de la Plata nos llevaría, en un tiempo más cercano, a reparar en la gran devoción cosechada por el autor español en la transición del siglo xix al XX. Como ha señalado María de los Ángeles González para el caso uruguayo, autores como Juan Zorrilla de San Martín, José Enrique Rodó y Carlos Reyles son ejemplos del interés que suscitó por entonces la obra cervantina y de cómo las lecturas que se hicieron de esta estuvieron dominadas por la marca del ´98.[2] Se trata de un momento articular de nuestra historia intelectual en relación al vínculo y la imagología que une a América con España, por esos años, pues se evidencia un retorno de la imagen positiva de esta última (más madre que madrastra, más raíz que cepo).

Un poco más adelante y tras un período en el que esa cercanía se vio resentida, la presencia de los emigrados españoles en territorio americano volvió a revitalizarla. En el panorama político y cultural marcado por la Guerra Civil, la obra cervantina cobró una atención especial, distanciándose de la tradición de la risa y la diversión en la que estuvo fijada durante siglos y trascendiendo el marco literario, puesto que en esa coyuntura la figura de don Quijote debió acompañar, la tragedia de España. Especial interés reviste también la apropiación del personaje hecha por diversos grupos políticos en Argentina. Así, en la década del cuarenta, fue posible ver al «Caballero de la Triste Figura» tanto entre los conservadores y defensores de la hispanidad, alineados con el peronismo, como entre los liberales opositores a este.[3]

Otra cala que puede efectuarse en la historia del Cervantes austral contempla el sugerente mundo de los homenajes literarios, entre los que encontramos un desarrollo como el de Manuel Mujica Láinez en el cuento El libro (1605), en el que imaginó la llegada del Quijote a Buenos Aires. Según se plantea en el relato, «el libro» arribó por contrabando y tuvo una triste suerte en una pulpería.[4] Borges, por su parte, imaginó a Pierre Menard, aquel sosias del autor del Quijote empeñado en «producir unas páginas que coincidieran –palabra por palabra y línea por línea– con las palabras de Miguel de Cervantes»,[5] y también el doble sueño que pudo haber confundido a Alonso Quijano y su autor.[6]

Pero el influjo de la obra de Cervantes también se evidencia en la cultura popular. En Montevideo, su presencia en el nomenclátor delimitó la fisonomía del barrio Larrañaga, en el que varias calles y una plaza fueron bautizadas con los nombres de personajes cervantinos. En el campo de la música popular, encontramos un caso llamativo en la canción “Yo sé quién soy”,[7] que debe su letra a un poema de Eliseo Salvador Porta y cuya composición musical y primera interpretación estuvieron a cargo de Alfredo Zitarrosa. La afirmación con la que don Quijote, maltrecho después de haber sido apaleado en el camino, defendió el poder de decidir su identidad ante aquel labrador que insistía en reconocer en él a su vecino –el hidalgo Quijada–, se vuelve un poderoso estribillo y un rico subtexto para el poema de Porta, un escritor que mostró gran sensibilidad a la hora de representar la voz de los trabajadores zafrales del cultivo de la caña de azúcar del norte uruguayo y su demanda de justicia social. Cabría apuntar este caso como una cuenta más en el extenso collar de usos y lecturas revolucionarias que ha tenido la obra al ser entendida como un símbolo del compromiso y la defensa incansable del ideal hasta las últimas consecuencias.

Por otra parte, este recorrido por las huellas de la obra de Cervantes en el Río de la Plata no puede evitar ponderar el valor del legado de Arturo Xalambrí: una de las colecciones cervantinas más importantes de América del Sur, que se constituye como una de las joyas de la recientemente declarada Ciudad Cervantina (2015) que es Montevideo. A la perseverancia y generosidad del coleccionista se debe hoy el acceso a ediciones del Quijote en más de veinticuatro lenguas, ejemplares raros, con anotaciones y dedicatorias, y un ingente caudal de impresos y documentación que aportan nuevas claves para el estudio de la circulación y lectura de la obra de Cervantes.

La Colección Xalambrí toca de cerca a esta publicación debido a que desde 2009 la Universidad de Montevideo se encarga de su conservación, como lo viene haciendo también con otras colecciones particulares que le han sido confiadas con esta finalidad y que constituyen valiosas fuentes del acervo americanista. Su cuidado y gestión le fueron encomendados concretamente al Centro de Documentación y Estudios de Iberoamérica (CEDEI), en cuyas instalaciones es posible realizar la consulta de los diversos materiales que la componen. Hay que destacar, en este punto, la labor excepcional que llevó adelante la profesora María Elena   Ruibal en la primera exploración de los fondos documentales de la Colección Xalambrí; su pasión y profundo conocimiento de la literatura española han ayudado a la valorización del acervo y su difusión en el ámbito del cervantismo. A ella, entonces, nuestro reconocimiento.

Por último, queremos consignar que el presente volumen es el resultado de una convocatoria efectuada por Humanidades en 2016, con motivo de la conmemoración de los cuatrocientos años de la muerte del autor del Quijote. El valor de las contribuciones seleccionadas se encuentra en la riqueza y diversidad de sus enfoques, así como en el abordaje de fuentes y materiales poco estudiados, lo que, por otra parte, hace de ellas un conjunto asaz representativo de las actuales líneas de investigación en torno a la obra de Cervantes.

 

Mariana Moraes

Universidad de Montevideo /ANII

 

Notas

 



[1] He aquí el detalle de las conmemoraciones: en 2013, el cuarto centenario de la publicación de las Novelas ejemplares (1613); en 2014, de la publicación del Viaje del Parnaso y del Quijote de Avellaneda; en 2015, de la publicación de la segunda parte del Quijote; en 2016, de la muerte de Cervantes y en 2017, de la publicación de Los trabajos de Persiles y Sigismunda.

[2] Cfr. María de los Ángeles González Briz. Apuntes sobre el Quijote en Uruguay. En: Alicia Parodi, Julia D’Onofrio y Juan Diego Vila (eds.). El Quijote en Buenos Aires. Lecturas cervantinas en el cuarto centenario. UBA, Buenos Aires, 2006, pp. 695-701.

[3] He aquí el detalle de las conmemoraciones: en 2013, el cuarto centenario de la publicación de las Novelas ejemplares (1613); en 2014, de la publicación del Viaje del Parnaso y del Quijote de Avellaneda; en 2015, de la publicación de la segunda parte del Quijote; en 2016, de la muerte de Cervantes y en 2017, de la publicación de Los trabajos de Persiles y Sigismunda.

[4] Manuel Mujica Láinez. El libro 1605. En: Misteriosa Buenos Aires. Sudamericana, Buenos Aires, 1950.

[5] Jorge Luis Borges. Pierre Menard, autor del Quijote. En: Ficciones. Emecé, Buenos Aires, 1996, p. 55.

[6] Jorge Luis Borges. Sueña Alonso Quijano. En: La rosa profunda. Obra poética. Emecé, Buenos Aires, 1998, p. 445.

[7] Miguel de Cervantes. El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, Madrid, 2004, p.58.