Humanidades:
revista de la Universidad de Montevideo, nº 14,
(2023): 115-146
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Estudios
Cincuenta
años de reflexión teológica en Uruguay (1974-2024)
Fifty years of theological reflection in Uruguay
(1974-2024)
Cinquenta anos de reflexão teológica no Uruguai
(1924-2024)
José Gabriel González Merlano
Facultad de Teología del Uruguay “Mons. Mariano Soler”, Uruguay
ggmerlano@gmail.com
ORCID iD:
https://orcid.org/0009-0003-9723-4494
Recibido: 9/05/2023 - Aceptado: 24/7/2023
Resumen: El presente estudio recorre el medio siglo de historia de las publicaciones de la Facultad de Teología del Uruguay y el Instituto Teológico del Uruguay que lo precedió. La presencia ininterrumpida de estos aportes periódicos manifiesta el trabajo de investigación y producción en el área del pensamiento teológico en nuestro país, a nivel académico. La Iglesia, que tras el Concilio Vaticano II se abre con renovado impulso al diálogo con el mundo, necesita del quehacer teológico como insumo indispensable para la misión de evangelizar la cultura. En orden a ese diálogo entre fe y cultura surgen en el correr del tiempo, y de acuerdo a las diversas circunstancias eclesiales, sociales y políticas, distintos temas de investigación, abordados desde las diferentes especialidades del saber teológico y de las ciencias eclesiásticas en general. El avance del Instituto Teológico del Uruguay, que progresivamente fue creciendo hasta convertirse en Facultad de Teología, incluso con reconocimiento estatal, contribuyó a dar más importancia a la investigación y ser más exigente en las publicaciones.
Palabras clave: Teología, libro anual, revista Soleriana,
publicaciones, investigación, evangelización, cultura.
Abstract:
The present study
goes over the half century of the history of the publications by the School of
Theology of Uruguay and its predecessor, the Theological Institute of Uruguay.
The uninterrupted presence of these periodic contributions
manifests, at an academic level, the research and production work in the area
of theological thinking in our country. The Church, which after the Second
Vatican Council is open with renewed drive to the dialogue with the world, is in need of theological work as an essential help resource
for the mission of evangelizing culture. Alongside this dialogue between faith
and culture, , and according to the various ecclesial,
social and political circumstances, different research topics arise over time,
addressed from the different specialties of theological knowledge and
ecclesiastical sciences in general. The progress of the Theological Institute
of Uruguay —which gradually grew to become the School of Theology— even with
state recognition, contributed to give more importance to research and to be
more demanding in its publications..
Keywords: Theology, annual book, Soleriana magazine, publications, research, evangelisation, culture.
Resumo: O presente estudo percorre meio século de história das publicações
da Faculdade de Teologia do Uruguai e do Instituto Teológico do Uruguai que a
antecederam. A presença ininterrupta dessas contribuições periódicas manifesta
o trabalho de pesquisa e produção na área do pensamento teológico em nosso
país, em nível acadêmico. A Igreja, que depois do Concílio Vaticano II se abre
com renovado impulso ao diálogo com o mundo, necessita do trabalho teológico
como insumo indispensável para a missão de evangelizar a cultura. Para este
diálogo entre fé e cultura, surgem diferentes temas de pesquisa ao longo do
tempo, e de acordo com as diversas circunstâncias eclesiais, sociais e
políticas, abordadas a partir das diversas especialidades do conhecimento
teológico e das ciências eclesiásticas em geral. O progresso do Instituto
Teológico do Uruguai, que foi crescendo gradativamente até se tornar uma
Faculdade de Teologia, inclusive com reconhecimento estatal, contribuiu para
dar mais importância à pesquisa e ser mais exigente nas publicações.
Palavras-chave: Teologia, anuário, revista Soleriana, publicações, pesquisa, evangelização, cultura.
Introducción
Creo que el título
hace honor a lo que quiero plasmar en este estudio, aunque es necesario hacer
algunas puntualizaciones. En primer lugar, me referiré a lo producido en la
Facultad de Teología del Uruguay «Mons.
Mariano Soler», que, por otra parte, es
la única casa de estudios con rango universitario en esta disciplina en nuestro
país. Se trata de una facultad eclesiástica, reconocida como Instituto Universitario
«Mons. Mariano Soler» por el Ministerio de Educación y Cultura.
En segundo lugar, me
refiero a la «reflexión teológica», y lo expreso en el sentido más amplio de la
palabra, pues bajo el término «teología» incluyo aquí no solo sus especialidades
–dogmática, bíblica, moral, litúrgica, espiritual, etc.– sino también las demás
disciplinas eclesiásticas afines, como filosofía, historia de la Iglesia o
derecho canónico, entre otras.
En tercer lugar, la
reflexión teológica producida en la facultad de marras ha tenido una
continuidad de medio siglo, luego de la creación del entonces Instituto
Teológico del Uruguay (ITU), transformado luego en Instituto Teológico del
Uruguay «Mons. Mariano Soler» (ITUMMS), antes de constituirse en Facultad
de Teología del Uruguay «Mons. Mariano
Soler». Así mismo me refiero a la primera
publicación llamada Libro Anual del
ITU –luego ITUMS–, pasando por los Cuadernos
del ITU –luego ITUMS–, los Puntos de Apoyo,
hasta llegar a la actual revista Soleriana, cuyo comienzo data del año 1995, con el ITUMMS.
En cuarto lugar, la
referencia a los cincuenta años, del título, no significa que en Uruguay el
pensamiento teológico haya comenzado hace solo cincuenta años, ya que data de
mucho antes. La tarea de la evangelización siempre ha demandado responder desde
la verdad revelada y la tradición a la realidad que la Iglesia vive en cada
época, y ello supone un quehacer teológico. Nos referimos, entonces, a los
cincuenta años de pensamiento teológico como actividad académica.
Esta institución primero terciaria –afiliada y luego agregada a la
Universidad Gregoriana de Roma– y posteriormente universitaria, ha dado
identidad a su producción de conocimiento. Esta producción académica, se separa
claramente de lo publicado en materia de fenomenología o sociología de la religión,
que sin duda ha sido cultivado en otros ámbitos eclesiales y también fuera de
ellos.
Realizadas estas necesarias
precisiones, me propongo como objetivo presentar, en forma descriptiva, cada
una de las publicaciones que muestran la producción académica en medio siglo de
la hoy Facultad de Teología del Uruguay. Se evaluarán los contenidos de acuerdo a las distintas disciplinas teológicas y
eclesiásticas que se han abordado, los temas tratados y sus autores.
Junto a ello, existe
un buen número de trabajos monográficos publicados con el sello del Instituto
Teológico y luego Facultad de Teología, que también serán relevados. Una vez
analizado todo el material editado, principalmente los artículos de las
distintas publicaciones, se extraerán las conclusiones pertinentes sobre la producción
académica en materia teológica, en el espacio y tiempo ya referido.
El Libro Anual
En el año 1974 el
entonces Instituto Teológico del Uruguay (ITU) comenzó la edición del Libro Anual, que se extendió hasta el
año 1994, con dieciocho volúmenes publicados. Allí se daban a conocer los
trabajos de investigación de los profesores del instituto, como aporte desde el
ámbito académico al movimiento teológico latinoamericano en las décadas
posteriores al Concilio Vaticano II. Concomitantemente a estos volúmenes
debemos agregar los Cuadernos, que
fueron apareciendo paralelamente y totalizan siete publicaciones.
En primer lugar, antes
del análisis del contenido de estos volúmenes, es preciso señalar el espíritu
que anima a la Iglesia en Uruguay promediando la década de 1970 y que justifica
la aparición de estas revistas. Nada mejor que hacerlo con las palabras con las
que el rector del ITU prologaba el primer volumen. Refiriéndose al instituto lo
sitúa como «heredero de un conjunto de
iniciativas y esfuerzos para la enseñanza y reflexión teológica que se fueron
dando desde hace más de un siglo en nuestro país».[1] Su fundación data de 1967 como fruto de un
acuerdo entre la Conferencia Episcopal del Uruguay y la Federación de
Religiosos del Uruguay.
En sus estatutos, que
el rector cita, el ITU aparece como una creación «en
el espíritu del Vaticano II», como forma
de colaborar ambos cleros –secular y religioso– en la formación teológica y
académica necesaria para que los futuros sacerdotes y agentes pastorales en general,
puedan cumplir «una tarea de servicio a
la fe, a la Iglesia, a las opciones y trabajos pastorales en el Uruguay». Continúa el rector advirtiendo que el ITU ha
comenzado a extender sus servicios, a través de departamentos y comisiones,
cursos, semanas de teología, etc. Como otros de estos servicios presenta la
publicación de un Libro Anual y una
serie de Cuadernos, que responden a
una necesidad teológica y pastoral.[2]
Seguidamente se
explaya en una necesaria justificación de la iniciativa. A tal efecto, refiriéndose
a J. Comblin, el rector recuerda que la Iglesia
latinoamericana no escribe, pues predomina la tradición oral, como único modo
de explicitar sus problemas, por lo que las conversaciones se pierden sin
lograr «formar un sistema conceptual
compacto». Presenta algunas causas de
este fenómeno, entre ellas el «buscar a
Dios entre los hombres», en las
situaciones cotidianas de la vida, o el mismo «temperamento
latinoamericano», más propenso a la
comunicación inmediata que a la sistematización del pensamiento. Entre las
consecuencias negativas de esta forma de actuar señala «una raíz de cierta falta de lucidez y coherencia en la acción
pastoral», aunque también podrían
descubrirse aspectos positivos «de esta
manera de ser de nuestra Iglesia y de nuestra gente».[3]
Sin desautorizar a Comblin, el rector advierte que «algo se escribe en la Iglesia latinoamericana», lo cual es original, valioso y hasta llama
la atención en ambientes de Europa y Norteamérica, donde existe una desbordante
producción literaria eclesial. Seguidamente indica que existen dos clases de
escritos, uno de ellos son los breves –representados en declaraciones,
manifiestos, cartas abiertas, documentos de trabajo–, que son muy abundantes y «ha caracterizado el despertar de la Iglesia latinoamericana
en este período que ha seguido al Concilio».[4]
Inmediatamente utiliza
las palabras de otro teólogo, R. Muñoz, para explicar que se trata de una forma
en que la Iglesia, a través de grupos y personas, toma posición ante ciertos
hechos desde las exigencias del Evangelio. Dicho de otro modo, «toma conciencia de su situación original y
siente la necesidad imperiosa de tomar la palabra, para articular el contenido
de esa conciencia y plantear sus consecuencias en la práctica». Para muchos, estos documentos, recopilados y
analizados, representan «una línea de
teología “latinoamericana”, con una problemática, una metodología y una
orientación muy peculiares y definidos».[5]
La otra clase de
escritos son más extensos y deben ser estimulados, pues son necesarios para la
Iglesia, «aunque requieran mucho tiempo y
mucho dinero». El subdesarrollo
económico, no podría considerar «este
verdadero ministerio en la Iglesia» como
un «lujo».
Para defender esta posición, recuerda a otro teólogo, esta vez uruguayo, J. L.
Segundo, quien observaba: «En la Edad
Media los pueblos cristianos eran mucho menos desarrollados, y tenían teólogos».[6]
Precisamente, para la
difusión de los escritos, tanto breves como extensos, el rector indica que el
ITU comienza «su servicio de publicaciones». No es casual, entonces, que el primer Libro Anual sea un escrito extenso, y el
primero de los Cuadernos esté
conformado por escritos breves. Más allá de los modestos medios, el rector
asegura que estas iniciativas pretenden ser aportes que manifiesten «el gran amor a nuestra Iglesia, con gran
esperanza en nuestra Iglesia», y la
unidad de esfuerzos con quienes en el país y en el extranjero «han trabajado y trabajan para una teología al
servicio de la pastoral».[7]
Como fácilmente se
puede apreciar el contexto es el del posconcilio, a menos de una década de su
finalización, cuando aún está todo para hacer. Claramente se advierten los
nuevos acentos representados por una identidad latinoamericana, como nuevo modo
de ser Iglesia, por lo que se piensa en lo nacional
pero desde lo regional. Una forma de pensar que debe plasmarse en una teología
que tenga una identidad propia, dada por los problemas y crisis que acucian la
realidad latinoamericana. La reflexión teológica surge como respuesta a las dificultades
concretas que viven los hombres en esta parte del continente.
Existe un fuerte acento
en la acción pastoral, como fin de la Iglesia, al servicio de la cual debe
estar la teología, es decir, lo académico al servicio de la pastoral. Un
pensamiento teológico eminentemente práctico, encarnado, para responder desde
la fe a los desafíos políticos y sociales que se viven. No aparece tanto la
Iglesia que peregrina en Latinoamérica, sino directamente una Iglesia
latinoamericana. Los mismos teólogos que el rector cita en este prólogo
programático serán ilustres exponentes de este pensamiento teológico
latinoamericano.
En el contexto de
crisis a nivel político-institucional en esta región del continente, de la que
Uruguay no es ajeno, y de la renovación eclesial luego del Concilio Vaticano
II, el ITU presenta las nuevas publicaciones, cuyo contenido teológico intentará
estar al servicio del trabajo pastoral de evangelización. Se trata de ver la
realidad, juzgarla a través del Evangelio y, en consecuencia, plantear pautas
concretas de acción.
Como ya se dijo, el
primer volumen del Libro Anual, representa
la tesis doctoral de quien luego sería arzobispo de Montevideo, Mons. Nicolás Cotugno, titulada: «El
testimonio en el Concilio Vaticano II». De acuerdo a las claves antes descritas, es vista como una «reflexión teológica que aspira a infundir una
dinámica pastoral», sin duda oportuna, en
un momento que «toda la Iglesia está
empeñada en un esfuerzo de profundización sobre su específica misión
evangelizadora».[8] Un significativo aporte que pone las bases
para una mayor profundización y búsqueda teológica sobre el tema.
El Libro Anual de 1975, no repite el modelo
monográfico del primer volumen, ya que presenta un conjunto de cinco artículos
de distintos docentes del instituto, sobre diversos temas, donde no se advierte
el énfasis de identidad latinoamericana ni de repuesta a la realidad
político-social. Los autores y materias analizadas dan cuenta de ello: Miguel Angel Fiorito y Daniel Gil escriben en conjunto un artículo
sobre «Signos de los tiempos, signos de
Dios»; Miguel A. Barriola
sobre «Getsemaní: protesta filial de
Cristo»; Horacio Bojorge,
«La suerte como lugar teológico en la
Biblia»; Alberto Sanguinetti Montero, «Conciencia de la comunidad cristiana, sentido
de la salvación en el mundo, y buena noticia de la gracia»; y Juan Villegas, presenta un artículo sobre «Fray Bartolomé de las Casas. Evangelización-Población».[9]
En 1976 el Libro Anual continúa con su formato de
conjunto de artículos, y esta vez son cuatro. Tres autores repiten, pues Barriola y Bojorge vuelven a
hacer sus aportes sobre Biblia, y Villegas sobre historia de la Iglesia, esta
vez sobre Mons. Mariano Soler. Completa el volumen un trabajo de Cirilo
Marichal sobre la comunicación de nuestras vivencias en Blondel y Kierkegaard,
con lo cual, además de los temas de Biblia, dogmática e historia, se introduce
la reflexión filosófica.
El Libro Anual de 1977 recoge seis aportes
con nuevas entregas en materia bíblica de Bojorge,
sobre el evangelista Lucas, y Barriola, sobre San
Jerónimo. Este último autor, a su vez, escribe una semblanza del P. Teodoro Mäder SJ, con el que se abre el volumen en homenaje a este
padre jesuita. El mismo lo completa un artículo de Cotugno
sobre la teología en la misión evangelizadora de la Iglesia, uno de Ferrara
sobre el ministerio sapiencial de la filosofía y la teología, y nuevamente
Villegas, esta vez con un estudio sobre la época colonial.
El siguiente volumen del
Libro Anual reúne los años 1978 y
1979, constituido por muchos y variados artículos, en un total de once, donde
aparecen también nuevos autores. Se hace memoria de los papas extintos, Pablo
VI y Juan Pablo I, y del centenario de la erección de la diócesis de
Montevideo. Si bien el número de artículos es elevado se advierte un hilo
conductor en relación al tema eclesiológico, con una
fuerte referencia al análisis de las conclusiones de la Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano, que se había celebrado recientemente en Puebla. Se
abordan temas eclesiológicos, cristológicos y sobre la vida religiosa de acuerdo al documento final de dicha Conferencia.
El Libro Anual de 1980 vuelve a su
estructura de pocos artículos con análisis extensos. Está dedicado a la memoria
del P. Eduardo Rodríguez SJ, por lo que el volumen se inicia con la
transcripción de la homilía realizada por Daniel Gil en la misa exequial.
Siguen cuatro artículos, uno de Gertrudis Meyer sobre el sacerdocio común de
los fieles a la luz del Vaticano II, uno de Barriola
sobre Santo Tomás escriturista y sobre el porvenir de
su pensamiento en Uruguay, otro trabajo de Villegas sobre los orígenes del
Seminario de Montevideo, y finalmente Caorsi, en el
ámbito filosófico, aborda el tema de lógica, lenguaje y ontología.
Hasta ese año se
trataba del Libro Anual del ITU, a
partir de 1981 el instituto se transforma en ITUMS, al ser nominado Mons.
Mariano Soler, a la vez que logra la afiliación a la Pontificia Universidad
Gregoriana de Roma.
Nuevamente se reúne en
un mismo volumen los años 1981 y 1982, y como la vez anterior reúne una docena
de artículos, que se los separa, de acuerdo a su
elaboración y extensión, en estudios y comentarios. Los estudios son ocho, de
diversa temática, aunque la mitad se refieren al trabajo humano, a la luz de la
encíclica «Laborem exercens»,
y otros dos se refieren a la evangelización de la cultura. Los comentarios son
cuatro, dos de ellos sobre el «caso
Galileo», uno de los cuales es una
ilustración literaria. También aquí uno de ellos se refiere a la encíclica del
Papa Juan Pablo II, sobre
el trabajo, antes señalada.
Desde el año 1983 los
libros anuales tienden a ser bastante monográficos, con pocos artículos pero de gran extensión, como por ejemplo el de ese
año que reúne solo tres trabajos, dos de historia de la Iglesia y uno de
filosofía. El volumen de 1987 incluye cuatro trabajos todos referidos a María:
en la Biblia, en la pastoral, en la Iglesia latinoamericana y uruguaya y el
mensaje teológico de la Virgen de los Treinta y Tres. El Libro Anual de 1989, al igual que el primero, es monográfico, ya
que publica el primer tomo de la tesis doctoral de Antonio Bonzani
sobre «La teología en el magisterio
episcopal de Medellín».
Del volumen 16, de
1989, se salta al año 1993, en que aparece el volumen 17 con tres artículos
extensos, dos de los cuales son trabajos para obtener grados académicos, el
doctorado, en el caso de Julio C. Delpiazzo, sobre «Arquitectura y liturgia», y la licenciatura, en el caso de Daniel Sturla,
titulado «1916-1917 Separación de la
Iglesia y el Estado en el Uruguay». Un
artículo de Bonzani, escrito en italiano –hasta el
momento único escrito en otro idioma– nuevamente sobre el magisterio de
Medellín, completa el volumen.
El último libro, con
el cual se termina la serie del Libro
Anual, es del año 1994 en el que se vuelve a un conjunto de media docena de
artículos de diverso género, donde se introducen estudios de otras
especialidades hasta ahora no tratadas, como la teología moral y la
espiritualidad. La gran mayoría de los artículos tienen un fuerte énfasis en la
inculturación del Evangelio, desde diferentes enfoques y espacios (pastoral,
liturgia, etc.), en el contexto de la nueva evangelización. Este último Libro Anual del ITUMS coincide con el
pasaje del instituto de su condición de afiliado al de agregado a la Pontificia
Universidad Gregoriana.
Como se puede
apreciar, si bien el último volumen se señala con el número 18, los publicados
fueron catorce, pues no se editaron los números del 11 al 13, correspondientes
al período 1984-1986, y tampoco el número 15, que hubiera correspondido al año
1988.
Los Cuadernos y Puntos de Apoyo
Paralelo a la edición
del Libro Anual, que como vemos
acompaña el desarrollo del Instituto Teológico, afiliado y luego agregado a la
citada universidad romana, se publicaron los Cuadernos, primero del ITU y posteriormente del ITUMS. Se editaron cinco
volúmenes –aunque el número final es el 7, no existe el 3 ni el 6– entre 1974 y
1996, coincidiendo el último volumen con la etapa de la revista Soleriana.
Tal como lo expresamos
cuando nos referimos al Libro Anual,
también en los Cuadernos el prólogo
al primer volumen resulta ser programático respecto a las intenciones y
finalidad de la publicación. Al respecto, nuevamente el rector del ITU, al
presentar el primer volumen, dedicado a los escritos de Mons. Carlos Parteli, se refiere a la realidad, expectativas y
esperanzas de la Iglesia posconciliar enfrentada a nuevas propuestas y
metodologías de evangelización.
De esta forma, el
repasar los textos del arzobispo, a quien se lo considera un abanderado en la
implementación del Concilio Vaticano II y su reforma, se dice que «constituye una experiencia enriquecedora, una
revisión, de cuya lúcida comprensión del proceso emergen propuestas para el
futuro próximo; una lección con densidad de testimonio y provocación de profecía:
‘ponernos todos en la línea del Concilio y entregarnos con empeño a la obra de
renovación interior y de revisión de las categorías mentales que ella nos exige’». Se trata de «fidelidad
a la tradición y sintonía con la hora actual»,
sabiendo interpretar los «signos de los
tiempos», para ver con claridad la
realidad. Surge de ello «la necesidad de
organización y coordinación», a través de
una pastoral planificada, la «pastoral de
conjunto», pues «la palabra se hizo acción»
y se debe manifestar a través de una renovada acción misionera, litúrgica y
servidora.[10]
Por otra parte –continúa
el prólogo– esta acción está inserta en una realidad política, social y
económica regional, a la que ya no se puede seguir siendo indiferente, sino
solidarios con los países hermanos subdesarrollados como el nuestro. Por esta
razón, «a la denuncia de nuestra
situación de ‘dependencia’ sigue así el estímulo de una toma de conciencia
latinoamericana». Quizás es el momento de volver al espíritu
del proyecto de una Patria Grande, presente desde los tiempos de la independencia. La Iglesia está en el mundo,
aunque no es del mundo, por lo que «su
misión profética y sacerdotal no puede, por tanto, confundirse con la
sociología [...] Pero, por otra parte es muy cierto también que no se puede hablar de Dios
sin hablar del hombre, ni proponer el Evangelio sin desarrollar sus
consecuencias prácticas».[11]
El Sínodo de Obispos
de ese año 1974, que trató el tema de la evangelización, refrendaban estas
palabras. No olvidemos que la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, del Papa Pablo VI, fruto de
ese sínodo, es uno de los documentos más importantes posteriores al Concilio
Vaticano II. En las expresiones citadas, emerge con fuerza la importancia de la
pastoral de conjunto, el interpretar los signos de los tiempos y no confundir teología
con sociología, pero tampoco se busca afirmar una reflexión teológica que esté
desconectada de la realidad.
Pasando a una breve
reseña sobre el contenido de los Cuadernos,
el primero, como se señaló, está formado por una selección de textos del
entonces arzobispo de Montevideo, y se titula: «Parteli. Pastor de la Iglesia de Montevideo». Los escritos fueron seleccionados y
preparados por Pedro Suárez y sistematizados por Pablo Bonavía, distribuyéndolos en tres secciones:
cartas pastorales, homilías y discursos, y entrevistas. Estos documentos
corresponden en su mayoría al período de Mons. Parteli
en Montevideo, desde 1966, cuando fue nombrado obispo coadjutor de la
arquidiócesis.
Estos textos tienen
por finalidad mostrar la sensibilidad pastoral de Mons. Parteli
en el contexto eclesial y regional al que se hizo mención. Son documentos
desiguales, por su diferente género literario, pero sirven para mostrar el
desarrollo del magisterio pastoral del obispo. Cada uno es fruto de diferentes
circunstancias de la época, en la que el pastor desde la Palabra única que nos cuestiona, dice su palabra, con la que intenta dar respuesta
a los desafíos de un tiempo y lugar determinado. Casi medio centenar de textos,
entre los que se encuentran tres cartas pastorales, más de treinta homilías y
discursos y una decena de entrevistas, que se cierra con un apéndice con otros
cinco documentos, entre los que no podía faltar su célebre carta pastoral sobre
los problemas del agro, escrita cuando era aún obispo de la diócesis de Tacuarembó.
El año 1975 se publica
el segundo volumen de Cuadernos, que
consta de tres trabajos reunidos bajo el título: «La
Iglesia chica». Allí Horacio Bojorge escribe sobre «Koinonía-comunicación
en el Nuevo Testamento», Juan Algorta sobre «Dinámica
eclesial de las comunidades de base» y
Mario Piaggio hace lo propio sobre el tema «Sacerdocio
ministerial, eucaristía y comunidades de base».
El volumen se cierra con un epílogo de Mons. Andrés Rubio titulado: «El sínodo 1974 y las comunidades eclesiales de
base». Sin duda, en esta «Iglesia chica»
aparece el fenómeno emergente de las comunidades eclesiales de base como
dinamizadoras del ser y la acción de la Iglesia local y latinoamericana.
Más espaciados en el
tiempo, ya que no son publicaciones anuales, nos encontramos con el volumen 4
del año 1978. Quizás el más logrado de esta colección, por su contenido que ha
trascendido el tiempo y sigue siendo hoy material de consulta. Se titula «La Iglesia en Uruguay» y se constituye como un estudio histórico de la Iglesia en
nuestro país. No pretende ser una historia eclesiástica nacional pero sus
trabajos recorren las distintas etapas, acontecimientos y estructuras de la
Iglesia en Uruguay a lo largo del tiempo.
Se trata, como lo
expresa el subtítulo del volumen, del «Libro
conmemorativo en el primer centenario de la erección del obispado de
Montevideo. Primero en el Uruguay. 1878-1978».
Reviste la característica de una obra conjunta, con prólogo, presentación,
quince trabajos, apéndice documental, una reseña de obispos (episcopologio),
una cronología, bibliografía, curriculum de autores y
dos índices temáticos de personas y lugares. Todo ello compilado por una
comisión para tal fin, conformada por Juan Villegas, Juan José Arteaga y María
Luisa Coolhigan Sanguinetti.
Sin
lugar a dudas, es una
publicación especial, ubicada en la colección de Cuadernos. Fue iniciativa de Mons. Parteli,
quien es consciente de vivir una época de transición, en la que
sin perder los lazos con la tradición, dejándose llevar por la novelería del
momento, había que afrontar con fidelidad lo nuevo, a través de renovadas
propuestas pastorales de evangelización. De este modo, la historia también es
instrumento de evangelización, en la medida que se evoca y recupera el pasado,
para iluminar el presente y construir el futuro.
En relación al
contenido, tomamos prestadas las palabras de Tomás Sansón, quién refiriéndose a
este volumen expresa:
Contiene varios artículos en los que se brindan visiones panorámicas de la historia de la Iglesia y de la erección de la Diócesis de Montevideo, un conjunto de estudios relacionados con la época colonial, abordajes microhistóricos sobre la evolución de cuatro parroquias, enfoques biográficos, datos referenciales y contribuciones documentales. El valor de los trabajos es desigual. Algunos son muy interesantes, particularmente los de Juan Villegas, y otros francamente pobres, apenas alcanzan un nivel descriptivo. A pesar de estas disparidades, el conjunto de artículos ofrece datos e informaciones en su mayoría bien documentadas, que permiten conocer aspectos poco difundidos del pasado de la Iglesia uruguaya.[12]
Atinadas apreciaciones, pues, a pesar de las señaladas limitaciones
respecto a algunos trabajos, no pierde brillo esta iniciativa que se concretó y
reunió a especialistas de excelencia en la materia. Además de los ilustres
historiadores que formaron la comisión, también están presentes como autores Aníbal
Barrios Pintos, Alejandro Apolant, Marta Canessa de
Sanguinetti, el mismo Mons. Partelli, solo por citar algunos de los personajes más
notorios.
Un volumen de 1982,
que aparece con el número 7, que lleva por título: «Todos somos sacerdotes», corresponde
íntegramente a un trabajo monográfico de Gertrudis Mayer titulado: «Todos somos sacerdotes. El sacerdocio común de
los fieles según la Constitución “Lumen
Gentium” del Concilio Vaticano II».
Quizás sea el estudio que, abandonando una teología más clásica, avanza en la
línea del pensamiento teológico latinoamericano reivindicando al pueblo, y, al
estilo de la teología protestante, destaca el sacerdocio común propio del
bautismo, que iguala a todos los fieles. En este volumen Cuadernos cambia parte de su nombre, pues hasta el anterior había
sido llamado Cuadernos del ITU, para
ser ahora Cuadernos del ITUMS.
Debemos ir a la década
de 1990 para encontrar un nuevo volumen de Cuadernos,
del año 1996, que sin duda por error lleva el número 5. Este volumen contiene
cuatro trabajos y si bien, a diferencia de los anteriores, no los reúne un tema
en común, tienen la particularidad que dos de ellos fueron resultado de
investigaciones teológicas para obtener grados académicos. Se trata de la tesis
doctoral de Delpiazzo sobre la liturgia y el altar en
las décadas de 1950-1960, y una parte del trabajo de Bonzani
para la obtención de la licenciatura, referido a las implicancias teológicas de
los pobres en la primitiva comunidad apostólica. Completan el volumen otros dos
trabajos que tratan sobre un personaje en común, Eugenio Espejo, a través de un
estudio histórico de Villegas y otro filosófico de Cristina Araujo. Por el año
de su edición, como ya se hizo referencia, este Cuaderno se inserta en la época de la revista Soleriana.
A diferencia del Libro Anual estas publicaciones de Cuadernos tienen un formato primordialmente
monográfico –estudios, investigaciones– ya que muchos de ellos representan el
trabajo de un solo autor, y en aquellos volúmenes que hay más de uno trata un
mismo tema que da título al volumen.
En cuanto a Puntos de Apoyo, consta de cinco
publicaciones, las cuatro primeros números de 1983 y el
número 5 de 1984. Son trabajos monográficos de poca extensión, la mayoría no
supera las cuarenta páginas, con una encuadernación rústica, que como su nombre
lo indica sirven de punto de apoyo en alguna temática especial. De este modo,
se desarrollan temas como paternidad responsable, noviazgo responsable,
sacramento de la reconciliación, entre otros. Sus autores son profesores de la
casa de estudios: Bernal, Algorta, ambos en dos
oportunidades, y Barriola.
Quizás por la gran
producción de material que se realiza en esos dos años, ya que en 1983 también
se editó un Libro Anual, es que luego,
por tres años, no tenemos presencia de publicaciones en el instituto. Como
vemos, estos Puntos de Apoyo
respondieron a un momento muy concreto, un tiempo por cierto valioso en la ya
larga historia de publicaciones de la hoy Facultad de Teología.
Haciendo una
evaluación de lo expuesto hasta aquí, desde el primer Libro Anual, en cuanto a los autores de las publicaciones, se puede
ver claramente un núcleo de estudiosos, casi exclusivamente profesores de la
casa, algunos de los cuales su presencia, a través de sus aportes de
investigación, es constante. Si bien los autores comienzan siendo pocos y
paulatinamente se van sumando nuevos, y así también va creciendo el elenco de
temas y disciplinas, en esta época algunos tienen una profusa participación en
las publicaciones, debido a su dedicación exclusiva a la docencia e
investigación.
En cuanto a los temas
tratados, progresivamente se van diversificando aunque
se mantiene una primacía de los aspectos dogmático, bíblico e histórico. Pero
también la temática algunas veces está señalada por acontecimientos eclesiales,
como las conferencias generales del episcopado latinoamericano o encíclicas
papales. El pensamiento elaborado siempre representa una gran fidelidad a la
tradición católica y al magisterio de la Iglesia, con cierto distanciamiento,
aunque no enfrentamiento, respecto a las corrientes teológicas latinoamericanas
propias de la época.
El tratamiento de los
temas es erudito, aunque le faltan a las publicaciones
los elementos que unifiquen los artículos desde el punto de vista editorial,
así como una evaluación de los mismos que asegure en todos un buen nivel
académico. Todos los trabajos tienen, salvo algunas excepciones, una extensión
normal para artículos de este tipo de publicaciones académicas periódicas. Son casi
exclusivamente, con honrosas salvedades, trabajos individuales, ya que no
existe labor de grupo, tampoco aportes interdisciplinarios, ni líneas de
investigación institucionales.
Se ve claramente en la
línea de las publicaciones el camino que comienza con la reflexión que tiene
como base la teología y eclesiología posconciliar, una verdadera renovación operada
por el Concilio Vaticano II, que va consolidando la identidad eclesial en las
décadas de 1970 y 1980. Hay una nueva metodología, que tiene que ver con el
pensamiento al servicio del quehacer pastoral, el compromiso con la realidad y
la evangelización. Esta época coincide con la dictadura militar y la vuelta a
la democracia, aunque no se advierten, al menos en forma clara y explícita, en
la producción académica, los avatares políticos propios del momento.
Revista Soleriana
A partir del año 1995 la
publicación académica del ITUMS, se comienza a editar a través de una revista
semestral, y no anual como la anterior. Toma el nombre de Soleriana, dado que en 1981 el Instituto
Teológico pasó a denominarse «Mons.
Mariano Soler» (ITUMMS), en memoria del
primer arzobispo de Montevideo. Claramente, Soleriana será la continuadora
del Libro Anual, mientras en otro
carril transita Cuadernos, paralela y
contemporánea a ambas publicaciones, aunque la coexistencia con Soleriana fue
solo al inicio de esta, con el último número de Cuadernos editado.
El año 1995 es muy
importante para el Instituto Teológico ya que, fruto de su agregación a la
Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, se inaugura la licenciatura en teología
de la evangelización, tal como anuncia a tapa completa el número 1-2 de Soleriana. Junto
con la licenciatura surge la revista, que deberá estar a la altura del grado
académico que ha logrado la institución. La nota, que, a modo de presentación
hace la redacción, recuerda la creación del Instituto Teológico del Uruguay y cómo
unos años después pasó a denominarse Mons. Mariano Soler, «pastor de notable penetración intelectual que
comprendió cabalmente los problemas de su tiempo y buscó dar respuestas
pastorales desde una clara y firme concepción teológica de la misión de la
Iglesia».[13]
Por este motivo, en
esta nueva etapa de crecimiento a nivel académico que inicia el ITUMS, se
decide
llamar SOLERIANA a la revista en la que buscamos comunicar el pensamiento, investigación y estudio del mismo. Insertos en los procesos de la comunidad eclesial, conscientes de la unidad entre estudio e investigación teológica y propuestas y realizaciones pastorales, abrimos una nueva etapa en continuidad con el Libro Anual que se quiere, también, unida a los grandes proyectos pastorales que abrió Mons. Soler en su tiempo y para su tiempo. Él abrió caminos como teólogo y pastor, hoy nos proponemos, con humildad, como foro en el que dialogar y proponer caminos de evangelización para la comunidad eclesial en este tiempo, tan lleno de promesas y conflictos, desafíos y desorientaciones, desánimos y esperanzas.[14]
Ahora el contexto
eclesial está marcado por la Asamblea General del Episcopado de Santo Domingo.
Allí los obispos propusieron: «[...]
nutrir una teología que impulse la pastoral, que promueva la vida cristiana
integral, hasta la búsqueda de la santidad. Una labor teológica así comprendida
impulsa el trabajo en favor de la justicia social, los derechos humanos y la
solidaridad con los más pobres (IV Conferencia General del Episcopado
Latinoamericano, C. I., 33)».[15]
Otra época, otro
contexto eclesial y socio-político, pero la misma
línea de promover una reflexión teológica al servicio de la evangelización, que
ya no trata tanto de la búsqueda de una organización de conjunto ni de ir
descubriendo los signos de los tiempos, sino de una pastoral que decididamente
dialogue con la cultura –por cierto muy secularizada– y al servicio de la
justicia social y los derechos humanos, desafíos propios de la época. Una
teología al servicio de la respuesta pastoral que debe brindar la
evangelización nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión, como lo
proponía Juan Pablo II. La época de transición a la que aludía Mons. Parteli ya pasó, ahora nos enfrentamos a una realidad
distinta que al Iglesia deberá enfrentar anunciando de un modo nuevo la inalterable
doctrina, vida y misterio de Jesús de Nazareth, el Hijo de Dios.
A esto aportará, desde
el ámbito académico, la revista Soleriana, generando conocimiento, investigando,
difundiendo, dialogando, formando, proponiendo. Para el redactor, la
preocupación ya no pasa tanto por la situación política y eclesial regional de
la que no pueden desentenderse. Se trata de aunar esfuerzos y «trabajar en conjunto para responder a los
desafíos de este mundo, de este país, en una Iglesia que dialoga con una
sociedad altamente secularizada». Dentro de esa
misma sociedad, como finaliza expresando, procura anunciar la salvación
de Jesucristo.[16]
La
nueva preocupación y desafío a afrontar, que irrumpe con fuerza a finales del siglo XX, es la disminución de la
influencia de la fe católica en la vida social. La misma especialidad
–evangelización–de la licenciatura en teología que se acaba de crear, pretende
responder a dicho desafío. Por ello, la labor intelectual ahora se muestra más
robustecida en su servicio a la acción pastoral evangelizadora.
Siguiendo a tan
insigne protector, pastor que con su brillo intelectual y capacidad pastoral
supo responder a los desafíos de su tiempo, la revista Soleriana se erige como un insumo
más de cara a la evangelización de la cultura uruguaya, favoreciendo el diálogo
interdisciplinar desde el pensamiento teológico, en el sentido más general del
término.
Es muy elocuente, en
este sentido, por sus expresiones, la homilía del entonces arzobispo de
Montevideo Mons. José Gotardi, en la misa celebrada
con ocasión de la agregación del instituto a la Universidad Gregoriana. El
hecho de estar vinculado con la Facultad de Teología de dicha universidad, le
permitirá contar ahora con grados académicos (bachillerato y licenciatura), lo
cual en palabras del arzobispo «redundará
en una ampliación y profundización de los estudios teológicos».[17]
La realidad de
indiferencia religiosa reclama sacerdotes y laicos bien formados, y «el teólogo, como hombre de fe, ha de llegar a
una comprensión cada vez más profunda del contenido de la
misma; ha de explicar su inmensa e inacabable riqueza y ha de estudiar
el desarrollo que, por la acción del Espíritu Santo y del magisterio, ha tenido
a través de la historia y así podrá también sistematizar y ordenar
orgánicamente su contenido». Más
adelante, citando a san Buenaventura, el arzobispo hace alusión a que «nadie crea que le baste [...] la investigación sin la sabiduría de la
inspiración sobrenatural. Teología, fe, vida interior, oración, admiración del
mensaje revelado son elementos preciosos que han de conjugarse en una armoniosa
unidad. También la inquietud pastoral se integra a la investigación teológica.
Más aún, una pastoral seria se basa en una sólida teología».[18]
Es todo un camino de
investigación, con su propia metodología, objetivos y fines, lo que se propone
en esta nueva etapa del Instituto, pues «la
fe no es solo una adhesión subjetiva del afecto humano, sino un mensaje revelado,
objetivo, que la teología profundiza, aclara, ordena y fundamenta». Pero esto se hace en diálogo con la realidad,
pues «la ruptura entre Evangelio y
cultura es, sin duda alguna, el drama de nuestro tiempo». Por eso, uno de los fines del instituto, plasmado en sus
nuevos estatutos, que el arzobispo cita, es: «Investigar
el patrimonio de la sabiduría cristiana en vistas a la evangelización de la
cultura». En esta misión de profundizar
en la ciencia teológica el instituto debe ser, «al
mismo tiempo, un “foro” de diálogo con la cultura».
La investigación se abre, entonces, a las «corrientes
filosóficas y culturales que caracterizan la mentalidad uruguaya [...] en los diversos niveles del pensamiento y
de la acción en nuestro medio».[19]
La nueva
evangelización a la que convoca el papa Juan Pablo II, que aparece como una
tarea esencial al final del segundo milenio e inicio del tercero, exige una
formación e investigación profunda. A todo ello se orienta la nueva
licenciatura, y con ella sus publicaciones.
En cuanto al
contenido, este primer volumen, del año 1995, que reúne dos números, está
dedicado a la evangelización de la cultura, que será la piedra angular del
quehacer teológico académico. Allí se publican siete estudios que desglosan
distintos aspectos y ámbitos de la misma temática. El número 4, como el
primero, también adopta la característica de ser monográfico en cuanto a contar
con un tema central, en este caso el 30 aniversario del Concilio Vaticano II,
analizado a través de cuatro artículos, como siempre de diferentes autores. Es
preciso señalar que los números siguientes, 3 y 4, también fueron editados en
el año 1995, pero pertenecen a años de edición diferentes, pues mientras el
número 1-2 pertenece al año XIX –contado a partir de 1974–, los números 3 y 4
pertenecen al año XX. Esta modalidad de registrar los años de edición continuó
hasta el día de hoy.
A partir de 1996 se
comienza con la periodicidad semestral y el número 5 va a comenzar a incluir un
espacio de recensiones de obras de teología e incluso ajenas a la disciplina,
no solo nacionales, sino también y principalmente extranjeras. El número 6 será
monográfico, dedicado al tema de la parroquia, desde distintos ámbitos. El
número 7, que es el primero de 1997, en buena medida se encarga del tema de los
carismas y el discernimiento, y agrega un nuevo espacio titulado «Vida del instituto», donde se hace una crónica de los acontecimientos y vivencias
académicas del año. El segundo volumen de 1997, el número 8, aporta fundamentalmente
estudios en conmemoración de los cien años de la creación de la provincia
eclesiástica. El número 10, de 1998, también tiene su énfasis temático, referido
al año del Espíritu Santo, como el número 12, de 1999, sobre la Eucaristía, en
preparación al IV Congreso Eucarístico Nacional y al Año Jubilar del año 2000.
El número 13, del año
2000, solo consta de dos artículos, pues sesenta páginas son ocupadas para
hacer memoria de lo publicado desde el primer Libro Anual –1974– hasta el presente –1999–, es decir, 25 años. De
este modo, luego de explicar su utilidad, quedan consignados todos los trabajos
académicos publicados por el instituto, a través de tres índices:
publicaciones, autores y temas. En cuanto a las publicaciones, confirmamos que
no hubo edición del Libro Anual entre
los años 1984 y 1986, aunque el correspondiente a 1987 lleve el número 14,
siendo que el de 1983 es el número 10. Tampoco se editó el número 15 que
hubiese correspondido al año 1988.
En relación con los
autores, como fácilmente se puede intuir son más de setenta, y los temas reúnen
un elenco, por orden alfabético, de más de cien ítems, que luego se especifican
indicando el título y el autor que los ha tratado. Todo ello muestra
gráficamente la riqueza del aporte a nivel conceptual y de contenidos de la
producción académica de ese cuarto de siglo. Si tomamos cada uno de los ítems
temáticos individualmente, sobresalen en cantidad los estudios sobre historia
de la Iglesia en Uruguay, eclesiología y evangelización. En este número 13 se
interrumpen las recensiones, que serán retomadas tiempo después.
El número 14,
correspondiente al segundo semestre del año 2000, año del Gran Jubileo,
representa el fin de este período de Soleriana como revista del ITUMS, ya que se anuncia un nuevo
logro, la creación de la Facultad de Teología del Uruguay «Mons. Mariano Soler». Como lo indica la presentación del director de la revista, «gran parte de este número de la revista
SOLERIANA está dedicado a publicar los decretos e intervenciones correspondientes» –como la homilía de la misa presidida por el
arzobispo de Montevideo y gran canciller de la Facultad, Mons. Nicolás Cotugno y el discurso de inauguración del rector, Pbro.
Alberto Sanguinetti Montero– respecto de esta erección, mediante decreto de 22
de julio de 2000, de la Congregación para la Educación Católica.[20] En los artículos de este número hay un énfasis en la Trinidad y se
agrega al espacio dedicado a «Vida del instituto» el de «Vida
de la facultad». Además, se inicia la
costumbre de publicar en el segundo número de cada año el índice general de las
dos revistas, en este caso el índice general del 2000.
A partir del número
15, el primero del año 2001, la revista Soleriana comienza a ser la revista de la Facultad de
Teología del Uruguay «Mons. Mariano Soler». Grandes novedades eclesiales dan marco a
este número. A nivel de Iglesia universal, la carta apostólica Novo millennio ineunte del Papa Juan Pablo II, con su lema «rema mar adentro»;
a nivel nacional, surgen las Orientaciones pastorales 2001-2006, propuestas por
los obispos al inicio del tercer milenio; a nivel de la facultad, se inaugura
su primer año académico en todos sus grados: bachillerato, licenciatura y
doctorado. Un verdadero desafío para el quehacer teológico eclesial. Se
publican ocho artículos, se quita el apartado dedicado a «Vida de la facultad» y se agrega al final un índice general donde se consigna el
último número de cada colección hasta ese momento, en su orden cronológico (Cuadernos, Puntos de Apoyo, Libro Anual
y Soleriana),
con una visión general de su contenido.
El número 16, de 2001,
consta de tres artículos, una sección titulada ahora «Crónica de la facultad»,
donde se repasa lo vivido en el año y el índice general 2001. El número 18, de
2002, retoma nuevamente las recensiones bibliográficas, presenta el índice
general 2002 y los trabajos pertenecen a las ponencias de la semana teológica
de ese año, dedicada al tema de la esperanza, inspirada en la llamada del Papa
Juan Pablo II a caminar con esta virtud, presente en su Carta apostólica Novo millenio ineunte. El número 19, de 2003, presenta los aportes
del acto académico en homenaje a los doctores de la facultad eméritos. A partir
de este número ya no se publicarán más las recensiones de libros. El segundo
número del 2003, el 20, estará dedicado a presentar los aportes de la semana
teológica de ese año, titulada: «Iglesia
hoy y aquí». Presenta al final el índice
general del año.
En el año 2004 se
produce el reconocimiento estatal de la facultad, por lo que en el número 22 de
ese año se transcribe el decreto del Ministerio de Educación y Cultura y se
publica lo referido al acto académico en el que asumió el nuevo rector. En
cuanto a su contenido, se presentan los trabajos de la semana teológica
dedicada a la Virgen María. Al final aparece el índice general 2004.[21]
La revista número 26,
de 2006, contiene trabajos sobre la religiosidad en sus distintos aspectos y
presenta el índice general de ese año. Este volumen y varios números que le
siguen no van a contar con la presentación del contenido, por el director o
redactor responsable. La número 28, de 2007, presenta los contenidos de las
ponencias de la semana teológica, que se realizó bajo el título: «Teología: hoy y mañana». Al final, el índice general del año.
Desde sus inicios en
1995 hasta 2007, claramente podemos establecer una primera etapa de la revista Soleriana,
marcada por ciertas características que tiene que ver con el diseño de edición
y el contenido. En cuanto a este, está muy influido por el Jubileo del año
2000, tan importante para la Iglesia, por representar dos milenios de
cristianismo. En este sentido, los temas de investigación y reflexión tienen
mucha influencia de la acentuación que la Iglesia universal eligió para cada
año previo al jubileo, así como cartas apostólicas del Papa en torno al tema.
Todo tiene que ver con esa nueva evangelización que se propone para el milenio
que comienza.
Los trabajos son
generalmente de profesores de la facultad, y constituyen aportes desiguales en
profundidad y extensión, a los que no se les exige criterios de edición ni una
bibliografía final. Por ello, encontramos mezclados estudios profundos, con
rigor científico, con otros que son comentarios o simples escritos de
divulgación.
En cuanto al
contenido, es de señalar que se intenta dar a cada número una unidad temática,
logrando en algunos un verdadero aporte monográfico. El hecho de buscar un tema
que brinde forma y contenido no resulta extraño ni difícil, en la medida que en
muy buena parte la revista se nutre de los aportes de las semanas teológicas y
la lectio inauguralis,
de cada año, con
lo cual también se tiene asegurados trabajos de calidad.
En cuanto al estilo la
revista tiene un diseño bastante definido, con una sección inaugural, donde se
da cuenta del inicio del año académico, una reseña de la vida de la casa de
estudios, una sección de recensiones bibliográficas. Al final, la presentación
del índice general del año, se debe al estricto
cumplimiento de la publicación de dos números anuales, es decir, una
periodicidad semestral (enero-junio y julio-diciembre). Si bien no siempre
coinciden en cada volumen todas las secciones que antes se señalaron, hay un
diseño homogéneo en cada uno de ellos.
Luego de estos doce
años donde advertimos un mismo estilo y fiel cumplimiento en la edición semestral
de la revista, con materiales de contenido diverso, pero intentando darle en
cada número una identidad temática, comenzará un período de crisis y declive.
Esta crisis está motivada por la poca importancia que se le otorga a la revista
como órgano de difusión de la producción teológica y a la investigación en sí
misma, debilitándose al extremo este pilar fundamental de toda casa de
estudios, y que fue un objetivo indiscutible desde 1974 cuando se publicó el
primer Libro Anual. El quehacer
teológico necesita de la investigación y producción académica si quiere tener
los logros pastorales a los que aspira.
Prueba de lo que
venimos diciendo es el hecho de que en los siguientes
doce años, entre 2008 y 2020, fueron muy escasos los números publicados.
Mientras en ese lapso deberían haberse editado más de veinte revistas, apenas
fueron cinco las que salieron a la luz. Con ello constatamos que hubo varios
años en los que no hubo producción, transformándose la revista de bianual en
bienal. Incluso, no podemos decir que salieran exactamente cada dos años, pues
a veces entre una y otra transcurrió tres años o más.
De esta manera, se
unen en un mismo volumen los números 29-30, correspondientes a los años
2008-2009. En la presentación de este volumen se dice que por «distintas causas»,
la publicación se interrumpió por dos años. El contenido está integrado por la lectio inauguralis
del 2008, referida al «Año paulino», completándose con trabajos que se inscriben
en el marco de la misión continental impulsada por la V Conferencia General del
Episcopado Latinoamericano en Aparecida, y en el Año sacerdotal, por los 150
años de la muerte del santo Cura de Ars. Hay un claro
énfasis en la evangelización de la cultura,[22] fruto de los aportes presentados en las
semanas teológicas de 2008 y 2009, por lo que aparecen cinco interesantes y
profundos artículos, dos sobre Mons. Jacinto Vera y tres sobre Mons. Mariano
Soler.
El número siguiente
será el 31-32, de los años 2010-2011, donde al trabajo referido al tema de la lectio inauguralis,
sobre perdón y reconciliación, siguen ocho artículos de diferente temática. El
número 33-34, correspondiente a 2012-2013, está dedicado a los 50 años del
Concilio Vaticano II y 20 del Catecismo de la Iglesia Católica. El 35-36, de
2014-2015, es el volumen más pequeño de todos los números publicados hasta el
momento, reuniendo en apenas cien páginas –siendo el promedio por revista 140 o
150 páginas– seis trabajos, la mitad de temas bíblicos
y la otra mitad relacionados al eje fe-razón-evangelización, con énfasis unos
en el Papa Benedicto XVI y otro en Methol Ferré.
El volumen
correspondiente al número 37-38, de 2016-2017, es presentado por el nuevo
rector, quien recuerda el cincuenta aniversario de la creación del Instituto
Teológico del Uruguay (1967-2017). Por este motivo, el contenido está formado
por aportes sobre distintos puntos que refieren a la historia de la Iglesia en
el Uruguay. Se trata de cinco trabajos de fin de curso de alumnos de la
facultad, realizados para la asignatura historia de la Iglesia, dictada por el
entonces profesor Daniel Sturla, quien personalmente hace
una presentación de los mismos.
Si bien estos trabajos
están formalmente bien expuestos y con buen contenido, nos encontramos en el
punto más crítico de la labor investigativa de la facultad, pues los alumnos de
grado están ocupando el lugar que debería llenar la labor doctoral de los profesores
y especialistas. En estos años se hizo indudablemente más énfasis en la
docencia que en la investigación, al punto que tampoco la lectio inauguralis y las semanas
teológicas, que alimentaban con sus aportes la revista, tienen el lugar y el
destaque, como instancia académica, de otras épocas. Al final de este volumen
se incluye un cuadro donde se presentan los títulos de los proyectos de trabajos
para licenciatura y tesis doctorales en curso, con sus respectivos autores y
directores.
El número 39-40, de
2018-2019, intenta ir saliendo de la situación crítica, al reunir con mucho
esfuerzo nuevamente un conjunto de artículos, de diferentes temas, de
profesores de la facultad. En este momento, el equipo redactor de la revista
comienza a trabajar en la elaboración de normas de estilo propias –que también
servirán para los trabajos de grado y posgrado de los estudiantes– pero que no llegarán
a hacerse efectivas.
En esta etapa la
revista deja de contar con las distintas secciones de la época anterior, y
aunque siempre es debidamente presentada explicitando sus contenidos, ya no
tiene la sección inaugural, vida de la facultad, índice general –por obvias
razones– y recensiones, si bien esta última sección ya había desaparecido.
Así finaliza esta
etapa, bastante decadente por el poco interés e incentivo para la
investigación, reflejado en los escasos productos académicos surgidos en doce
años, si bien el contenido de los aportes continúa siendo el adecuado de acuerdo a la tradición de esta publicación. Igualmente,
se aprecia el esfuerzo por su mantenimiento, a pesar de las dificultades de
distinto tipo –falta de impulso a la investigación, coordinación, etc.– que
motivaron que la empresa de la edición de la revista se hiciera tan penosa. El
reconocimiento, entonces, a esos números editados, que fueron prolijos y muy
dignos.[23]
Una tercera etapa de Soleriana
comenzará a partir de 2021, cuando, pandemia mediante, un renovado impulso
revitalice la revista y la lleve nuevamente a ser publicada semestralmente. En
esto tiene mucho que ver un factor institucional, como fue la creación del
Departamento de Investigación de la facultad, que comenzó a operar en setiembre
del año antes indicado. Una necesaria y oportuna toma de conciencia de la
facultad, a instancias, en buena medida, de las exigencias del Ministerio de
Educación y Cultura, permitió poner en valor, como un elemento indispensable de
una institución con rango universitario, junto a la docencia, la investigación.
En definitiva, como vimos, este era el espíritu cuando se creó la primera
publicación, un quehacer teológico al servicio de la pastoral, es decir, el
pensamiento al servicio de la evangelización, en diálogo con la cultura e
interactuando en la razón pública.
Al crearse el
Departamento de Investigación es lógico que la revista pasara a su órbita y
dejara de tener como lugar de referencia la secretaría académica, claramente
dedicada a otra tarea. Ahora no será el director académico, actuando con un
consejo, quien llevará adelante la dirección de la revista, sino que lo será el
director del nuevo departamento. Esto sin duda contribuyó a dinamizar la labor
investigativa, de la cual se nutre la revista, y le dio a esta un espacio
específico y adecuado, y una atención especial. Esto se plasma en las formas y
contenidos que a partir de ahora asume la publicación.
Con el fin de
actualizar los años, se publicó el número 41-42, correspondiente a 2020-2021,
en el que aparecen varias novedades en cuanto al formato, ya que los trabajos
que componen el volumen son divididos en una sección de «Estudios» y otra de «Escritos».
De acuerdo a su entidad y extensión, los trabajos
estarán en una u otra sección, siendo los de la segunda sección más del estilo
de meditaciones, comentarios o temas de investigación aún no desarrollados. Además se suma otra sección titulada «Magisterio local» y se
cierra con un espacio para recensiones, aunque solo para la producción
teológica y disciplinas afines del ámbito local. Cuatro estudios: dos bíblicos,
otro sobre la Eucaristía y otro de historia de la Iglesia en Uruguay, y una
meditación como escrito, conforman esta revista, coronada con una carta
pastoral sobre la Palabra de Dios, escrita por el entonces obispo de Canelones
Mons. Alberto Sanguinetti Montero.
Esta novedad la
consigna el director del Departamento de Investigación, que presenta este
número y dice: «La reciente creación del
Departamento de Investigación, que es un motivo de alegría para la Facultad, y
del que dependerá la revista, contribuye a darle un nuevo impulso. Esto se
traduce en el nuevo formato, con nuevas secciones que pretenden ampliar la variedad
de aportes en relación a los saberes que aquí se
cultivan: estudios, escritos, magisterio local y recensiones».[24]
El número 43 será el
primero del año 2022, con el que se regulariza nuevamente la frecuencia
semestral de la revista. De acuerdo a la nueva
estructura, dividida en secciones, contamos con cuatro estudios de distintas
disciplinas: historia de la Iglesia en Uruguay, liturgia, teología dogmática y
filosofía, y dos escritos, ambos de carácter bíblico. Cierra el magisterio
local con la versión resumida de la carta pastoral del arzobispo de Montevideo Card. Daniel Sturla, titulada: «Devuélveme la alegría de tu salvación». Finalmente, aparecen las recensiones de los
últimos libros aparecidos en nuestro país en materia religiosa.
El número 44, segundo
volumen del año 2022, tiene un carácter monográfico,
dedicado a Mons. Jacinto Vera, en preparación a la beatificación que se celebró
en mayo del año siguiente. Cinco artículos sobre distintos aspectos de la vida
y virtudes de Jacinto Vera, escritos por especialistas en el tema, conforman la
sección de «Estudios», mientras que en «Escritos» aparecen dos
aportes, uno sobre las visitas pastorales de Don Jacinto y otro sobre su
monumento en la Catedral de Montevideo. Este número, dado el tema tratado, no
incluye la sección de magisterio local y se cierra con la recensión de un libro
sobre Mons. Vera publicado en ese entonces. El número 45, de pronta aparición, correspondiente
al primer semestre de 2023, sigue el esquema de secciones, y destacan en su
contenido cuatro estudios y dos escritos que abordan materia diversa.
Aunque no son muchos
los números que han sido publicados en esta, por nosotros denominada tercera
etapa, ya se muestra consolidado el resurgimiento de Soleriana, como instrumento
sólido para comunicar en forma científica el saber teológico en diálogo con la
cultura, a cuyo fin sirve. Esto no solo porque haya recuperado la periodicidad
bianual, perdida desde tanto tiempo atrás, sino por otros elementos que desde
su interior le dan consistencia y fortaleza.
Además de la
estructura en secciones, que permite clasificar debidamente los aportes, con la
correspondiente presentación de su director en cada número, la revista aparece
en dos índices bibliográficos, e introdujo el arbitraje a través de pares
ciegos. Los mismos profesores y otros especialistas evalúan cada trabajo que
llega y valora su publicación, indicando correcciones si es preciso. Con ello
la revista se asegura un nivel académico acorde a una publicación de este
estilo.
Pero para ser una
revista indexada y arbitrada, previamente fue preciso crear e imponer ciertas
exigencias a nivel de estilo. Por tal razón, habiendo fracasado el intento de
crear un manual de estilo propio, se adoptó para la presentación de artículos
uno de los usados universalmente, al que se le agregó algunas exigencias de
carácter formal en cuanto a extensión de los trabajos, resumen, idiomas en los
que pueden ser presentados, estructura del artículo, tipo de letra y márgenes, breve
presentación del autor, formas de citar, bibliografía final. Estos elementos no
estaban determinados hasta el momento, y cada autor era completamente libre de
utilizar el formato y el manual de estilo de su preferencia. No es un detalle
menor el haber integrado a la comisión de edición y redacción al profesor de la
cátedra de metodología de la investigación, lo que contribuyó en gran medida a
dar unidad metodológica al trabajo de la revista y a los trabajos de los
alumnos de la facultad.
El manual de estilo
para las citas de referencias bibliográficas y las normas sobre el formato de
presentación de artículos fue colocado en la página web de la facultad, donde
se encuentra además una breve reseña de la revista y son publicados los últimos
números, para poder acceder a ellos también en formato digital. Debido en buena
parte a la pandemia, que ha impedido tanto la lectio inauguralis como la semana
teológica, la revista en esta última etapa se ha nutrido exclusivamente de los
trabajos de investigación de los autores, cuya mayoría son docentes de la
facultad, aunque ha habido participación de especialistas que no pertenecen a
nuestra casa de estudios, incluso extranjeros.
Otro ámbito que ha
dinamizado el Departamento de Investigación, es la
creación de líneas de investigación propias de la facultad o en conjunto con
otras instituciones, así como interdisciplinares. Esto, a la vez que permite el
diálogo de las disciplinas teológicas con las de otros ámbitos, posibilitará en
breve contar con material de calidad académica para la revista, como medio de
exposición y trasmisión del saber teológico. En definitiva, se ha estimulado
con singular éxito la investigación docente.
Un dato que no deja de
ser importante, y que también estimula la producción de la revista y contribuye
a su prestigio, es el intercambio que a través de Soleriana realiza la facultad con
publicaciones de universidades y facultades eclesiásticas de todo el mundo.
Lamentablemente, la época de crisis, ya señalada, que vivió la revista en las
últimas décadas, produjo la pérdida de casi la mitad de estos «canjes»,
aunque, igualmente, en la actualidad se realiza un intercambio con más de
ochenta publicaciones periódicas académicas. De esta forma, Soleriana está en el mundo
universitario y se enriquece la hemeroteca de la facultad. Como contrapartida,
por el mismo hecho de ser una revista académica, sus aportes no tienen
penetración directa en la sociedad uruguaya ni mayormente en el ámbito
eclesial, a cuya tarea de evangelización debería contribuir más decididamente.
Libros
La tradición de
publicaciones periódicas desde hace ya medio siglo, surgidas en el contexto del
entonces Instituto Teológico y hoy Facultad de Teología del Uruguay «Mons. Mariano Soler», se completa con un conjunto importante de libros, que fueron editados
con el sello de la institución.
Se cuenta, entonces,
con unas sesenta obras de desigual valor, tanto por su edición como por su
contenido. En cuanto a la edición, un pequeño grupo de ellas –un diez por
ciento– constituye material didáctico para los cursos correspondientes, por lo
que su circulación es preponderantemente interna. Esta forma de facilitar
material a los alumnos, a modo de texto, ya no se utiliza desde hace muchos
años, por lo que los ejemplares datan de mucho tiempo atrás. Las últimas décadas,
con acceso a la información por otros medios y con nuevos paradigmas de
enseñanza, modificaron aquella costumbre.
Un treinta por ciento
son trabajos de licenciatura, que fueron editados, como los anteriores, de
forma rústica, no comercial, pero que están presentes en la biblioteca como material
de consulta. Otro diez por ciento responde a obras editadas por la institución,
pero de profesores extranjeros, cuyo objeto era facilitar material a los
alumnos. De esta forma, los profesores editaban la obra o una síntesis de
autores extranjeros.
Finalmente, un
cincuenta por ciento –alrededor de treinta– son obras bibliográficas que
difieren en su extensión, ya que algunas no son otra cosa que separatas de
artículos, en forma de librillos, fenómeno que se dio con algún Libro Anual y muy escasamente con Soleriana. Otros
autores, alrededor de diez, se sirvieron del sello de la institución para
publicar sus respectivas tesis doctorales, en temas de teología, biblia,
liturgia, derecho canónico, historia de la Iglesia, las que constituyen obras
de buen o muy buen nivel académico. El resto son libros de profesores de la
facultad, también con contenidos de nivel científico, en materia teológica.
Por tanto, salvo los
excepcionales ejemplares de autores extranjeros, cuya edición
–como quedó dicho– fue promovida por profesores locales, todo el material bibliográfico editado
corresponde a la autoría de los profesores, primero del instituto y luego de la
facultad.
Conclusiones
Hemos concluido un
repaso histórico de la producción teológica de la hoy Facultad de Teología del
Uruguay «Mons. Mariano Soler», a través de sus publicaciones. El trabajo ha
tenido una intención eminentemente descriptiva, sin pretensiones de realizar
otro tipo de planteos o problematizaciones, aunque original, ya que hasta el
momento no se había hecho nada por el estilo en ese ámbito. Se expone cincuenta
años de trabajo intelectual que ha cristalizado en un corpus de pensamiento
teológico uruguayo. Cuando decimos «teológico», como ya se explicó, asociamos a las
disciplinas puramente teológicas el resto de las eclesiásticas que le son
afines.
Claramente podemos
dividir esta historia en dos períodos que no están desconectados, sino que uno
es continuación del otro. Un primer período de 1974 a 1994, marcado por el Libro Anual, y un segundo período desde
1995 hasta el presente, de la revista Soleriana. Estas son las publicaciones que fueron dando
identidad y continuidad a la producción teológica, aunque la misma se vio
reforzada en el primer período por otros aportes, como Cuadernos y Puntos de apoyo.
El segundo período no contó con la edición de otros insumos, pero la
periodicidad de su publicación comienza a ser semestral. Los libros, con el
sello de la institución, se han editado en ambos períodos.
En cuanto a la revista
Soleriana, como
vimos, existen tres etapas, las dos primeras de doce años cada una y una
tercera que se está transitando. Estas demarcaciones temporales que he
realizado son solo indicativas de puntos de inflexión que tuvo la revista en su
evolución, a lo largo de treinta años.
Todas las publicaciones
presentadas han acompañado la historia de la actual Facultad de Teología, cuyo
origen se remonta al ITU y luego ITUMS. Un desarrollo de crecimiento académico,
marcado primero por la afiliación a la Universidad Gregoriana de Roma, luego la
agregación y finalmente facultad eclesiástica autónoma, y con ello la
posibilidad de otorgar, además de los grados de bachillerato y licenciatura
–que obtuvo al ser agregada– el posgrado con su título de doctorado. Todo lo
cual se cierra con el reconocimiento estatal, que recibe del Ministerio de
Educación y Cultura del Uruguay, como Instituto Universitario «Mons. Mariano Soler».
A medida que se van
pautando los avances institucionales, también van creciendo las exigencias y
desafíos para sus publicaciones, a través de las que la teología pretende
realizar un aporte sustantivo a la Iglesia y a la cultura nacional, en las
distintas circunstancias históricas.
Pasando a la razón de
ser y finalidad de estas publicaciones, desde su origen, inmediatamente
posterior al Concilio Vaticano II, se advierte que nacen con la intención de
ser un instrumento de diálogo con la realidad a través del saber teológico. De
eso trata la época posconciliar, que pone a la Iglesia y a la fe en diálogo con
la cultura. Desde allí se plantea una profundización teológica y filosófica que
ayude a la Iglesia en su tarea pastoral. Esta tarea se irá profundizando y
delineando lo que será más tarde la orientación de la especialización teológica
que ofrecerá la facultad: teología de la evangelización. El fin es la
evangelización de la cultura y hacia eso apunta la docencia y la investigación.
A
pesar que el inicio y
desarrollo de la vida de la institución coincide con las décadas de mayor auge
y difusión de la llamada teología de la liberación como quehacer teológico
propiamente latinoamericano, la línea del instituto no secundó estas
propuestas. Quienes transitaron por esos caminos en nuestro país, que tampoco
fueron tantos, no estuvieron directamente relacionados con el instituto ni sus
trabajos fueron publicados allí.
Quizás por ser un
centro de estudios eclesiásticos, donde fundamentalmente se forman los futuros
sacerdotes, se mantuvo en la línea del pensamiento católico clásico. Pero me
inclino a pensar que lo que hizo el Instituto Teológico no fue más que
continuar la tradición de ser Iglesia que forjó su primer obispo Mons. Jacinto
Vera y que continuaron sus sucesores, principalmente Mons. Soler, quien no por
casualidad pronto dará su nombre a la casa de estudios.
En relación con los
contenidos de las publicaciones, no todo tiene el mismo valor académico, aunque
siempre se ha tratado de artículos, de mediana extensión, y no simples
reflexiones o comentarios. Se ha procurado la publicación de estudios
científicos, si bien no han faltado algunos más de tipo divulgativo. A
excepción de un número de Soleriana bastante reciente en el tiempo, y que
oportunamente señalamos, cuyos autores son alumnos, el resto de lo publicado
pertenece a docentes de la casa de estudios y en muy baja medida de otros
autores. Aunque esa tendencia últimamente se va revirtiendo, dando ingreso a
trabajos de especialistas que no pertenecen al ámbito de la facultad, incluso
extranjeros.
Los temas tratados
siempre han seguido la misma línea, en cuanto a profundizar en el conocimiento
y fidelidad a la doctrina católica y al magisterio de la Iglesia universal.
Desde ese lugar que marca su identidad, las publicaciones se han propuesto el
desafío que marca su objetivo principal: ser instrumento de evangelización de
la cultura en una identidad tan particular frente al factor religioso como lo
es la uruguaya.
Esta misma vocación de
diálogo desde el ámbito de la reflexión teológica y el de las ciencias
eclesiásticas en general, ámbito que no es integrado en la construcción de la
razón pública, ha llevado a que las publicaciones fueran ampliando las aristas
desde donde se abordan sus temas. De esta forma, además de los trabajos
estrictamente de teología dogmática y de Sagrada Escritura, se fueron
incorporando otros: históricos, filosóficos, litúrgicos, morales, canónicos, jurídicos
–relación Estado-religión–, literarios, artísticos. En muchos casos, estos
diversos enfoques están muy bien representados en los números de tipo
monográfico, en los que se despliega un tema que es analizado desde distintos
ángulos del saber.
Las publicaciones
académicas que recoge la hoy Facultad de Teología del Uruguay «Mons. Mariano Soler», han contribuido en buena forma al pensamiento teológico en
nuestro país, también por la falta de otras publicaciones periódicas de este
género. Lo cierto es que a través de ellas podemos rastrear el camino que luego
del Concilio Vaticano II transitó la Iglesia, a nivel universal, regional y
local, en distintos momentos, paralelamente a las vicisitudes políticas y
sociales que vivía nuestro país.
Al respecto, no es igual
la época del Libro Anual y Cuadernos –en un contexto eclesial
posconciliar y político propio de las últimas décadas del siglo XX– a la época
de la revista Soleriana,
que se desarrolla ya entrando en el siglo XXI, con la impronta de la nueva
evangelización a la que la Iglesia convocó al inicio del tercer milenio. Es
este, por otra parte, un contexto donde se afianza el cambio de época posmoderno,
con todo lo que ello significa a nivel de ideas y el lugar que se le da al
discurso religioso.
Lo cierto es que nos
encontramos con publicaciones que por su continuidad muestran la permanencia en
la producción de pensamiento teológico a lo largo de medio siglo. El hecho de
la creación de la facultad, con sus grados académicos, y el reconocimiento por
parte el Ministerio de Educación y Cultura, con la respectiva titulación civil,
exige una investigación seria, junto a la actividad de docencia y extensión.
Lamentablemente, en
estos casi veinticinco años de vida de la facultad, la revista no siempre ha
acompañado adecuadamente este compromiso, que queda de manifiesto en la crisis
que atravesó la publicación, como ya fue señalado. Felizmente en la actualidad
ha retomado su senda, en cuanto a la periodicidad, y ha establecido criterios
para un mayor nivel de excelencia en cuanto a normas de edición, arbitraje,
clasificación de artículos por secciones, etc.
Otro elemento que
constituye un debe es que la revista no ha calado en los ambientes
eclesiásticos, allí donde se hace efectivo y concreto el diálogo de la fe con
la realidad y esta debe ser iluminada por aquella. Menor aún es su conocimiento
en los distintos ámbitos de nuestra sociedad, incluso los académicos. Si bien es
una publicación que ha desarrollado un interesante intercambio con el
extranjero, todavía no ha habido penetración en el ámbito local. Esto se debe, en buena medida, a la falta de esfuerzo
institucional por tratar de difundir la revista; pero también a que no se puede
esperar desde afuera, en el medio intelectual y cultural uruguayo, la inclusión
del pensamiento teológico.
Toda esta tradición de
la producción del quehacer teológico, a pesar de sus limitaciones, aparece como
un aporte valioso que ha dado visibilidad al trabajo de investigación
principalmente de los docentes, así como a lo reflexionado en las semanas
teológicas y en otras instancias de la vida académica de la institución. El
futuro nos desafía con el compromiso de hacer de este saber –históricamente de
los primeros que se incorporó como cátedra de enseñanza en nuestra naciente
vida universitaria nacional– una contribución necesaria para un desarrollo
cultural y social verdaderamente integral en el Uruguay.
Referencias bibliográficas
Berlanda, Silvano. “Prólogo”. Libro Anual 1 (1974): 1-3.
Berlanda, Silvano. “Prólogo”. Cuadernos del ITU 1 (1974): 5-8.
Bonzani, Antonio. “Presentación”. Soleriana 29-30 (2008/2009): 1-2.
González Merlano,
Gabriel. “Presentación”. Soleriana
41-42 (2020-2021): 7.
Gotardi, José. “Homilía”. Soleriana 1-2 (1995): 9-14.
Redacción. “Soleriana: ¿Por qué?”. Soleriana 1-2 (1995): 3.
Russo, Roberto.
“Presentación”. Soleriana
14, nº 2 (2000): 1.
Sansón Corbo, Tomás. “La historiografía sobre la
Iglesia en Uruguay (1965-2015). Investigaciones, relatos institucionales e
itinerarios del «Pueblo de Dios»”. Anuario
de Historia de la Iglesia 24 (2015): 73-96.
Soleriana 22, nº 2 (2004).
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González Merlano, José Gabriel. “Cincuenta años de reflexión teológica en Uruguay (1974-2024)”. Humanidades: revista de la Universidad de Montevideo, nº 14, (2023): 115-146. https://doi.org/10.25185/14.6
El autor es responsable intelectual de la totalidad (100 %) de la
investigación que fundamenta este estudio.
Editores responsables Susana Monreal: smonreal@ucu.edu.uy; Tomás Sansón Corbo: slbt@hotmail.com
[1] Silvano Berlanda, “Prólogo”, Libro Anual 1 (1974): 1.
[2] Berlanda, “Prólogo”, 1.
[3] Berlanda, “Prólogo”, 1-2.
[4] Berlanda, “Prólogo”, 2.
[5] Berlanda, “Prólogo”, 2.
[6] Berlanda, “Prólogo”, 2-3.
[7] Berlanda, “Prólogo”, 3.
[8] Berlanda, “Prólogo”, 3.
[9] La transcripción de los títulos, señalando sus
autores, se debe a que quise señalar expresamente los primeros artículos a
nivel académico publicados por el Instituto Teológico.
[10] Silvano Berlanda, “Prólogo”, Cuadernos
del ITU 1 (1974): 5-6.
[11] Berlanda,
“Prólogo”, 6-7.
[12] Tomás
Sansón Corbo, “La historiografía sobre la Iglesia en Uruguay (1965-2015).
Investigaciones, relatos institucionales e itinerarios del «Pueblo de Dios»”, Anuario de Historia de la Iglesia 24 (2015):
80-81.
[13] Redacción,
“Soleriana: ¿Por qué?”, Soleriana 1-2
(1995): 3.
[14] Redacción, “Soleriana: ¿Por qué?”, 3.
[15] Redacción, “Soleriana: ¿Por qué?”, 3.
[16] Redacción,
“Soleriana: ¿Por qué?”, 3.
[17] José Gotardi, “Homilía”, Soleriana
1-2 (1995): 9.
[18] Gotardi, “Homilía”, Soleriana,
10-11.
[19] Gotardi,
“Homilía”, Soleriana, 11-13.
[20] Roberto
Russo, “Presentación”, Soleriana 14, nº
2 (2000): 1.
[21] Este número 22, al igual que el 19 y el 21, en
la última página, sin numerar, como contratapa, publica una reseña de la
historia de la enseñanza de la teología católica en Uruguay. Para ello, parte
de la época de la colonia y los sacerdotes José M. Pérez Castellanos y Dámaso
A. Larrañaga, doctores que estudiaron teología en instituciones de la región.
Luego hace mención a las cátedras que se abrieron en el Convento de San
Bernardino a comienzos del siglo XIX, y la ley Larrañaga en 1833, cuando se
crea la Universidad de la República, con su cátedra de teología. Vendrá luego
el Club Católico, fundado en 1875 como centro de formación y debate, y el
Seminario, en 1879, ambos de la mano de Mons. Jacinto Vera. Finalmente, señala
la creación del Instituto Teológico del Uruguay, afiliado primero, en 1967, y
luego agregado, en 1993, a la Pontificia Universidad Gregoriana, otorgando los
grados de bachillerato y licenciatura en Sagrada Teología. Hasta la erección de
la Facultad de Teología del Uruguay «Mons.
Mariano Soler», por decreto de 22 de
julio de 2000, de la Congregación para la educación Católica, que luego será
reconocida por el Ministerio de Educación y Cultura como Instituto
Universitario «Mons. Mariano Soler». Soleriana
22, nº 2 (2004).
[22] Una vez más en la presentación de este número, a cargo del rector, se
recuerda este énfasis, tomando las palabras del Papa Juan Pablo II en su
discurso en la Universidad Católica del Uruguay, el 7 de mayo de 1988 en su
visita a Uruguay. Allí expresaba que para la evangelización de la cultura «es imprescindible que se mantenga una
identidad católica bien definida, en congruencia con la fe del pueblo de Dios y
en explícita y fiel sintonía con el Magisterio de la Iglesia». Antonio Bonzani, “Presentación”, Soleriana 29-30 (2008/2009): 1.
[23] Un hecho que de alguna manera también conspiró para que el último
número tardara tanto en salir, fue el cambio de sede de la facultad, ya que el
antiguo edificio fue dejado al finalizar los cursos del año 2018 y el nuevo fue
inaugurado para el inicio de los cursos de 2020, interrumpidos por la pandemia.
Durante el 2019, la facultad tuvo que realizar sus actividades de forma muy
precaria en la Universidad Católica.
[24] Gabriel
González Merlano, “Presentación”, Soleriana
41-42 (2020-2021): 7.