Humanidades: revista de la Universidad de Montevideo, 17, (2025): e179. https://doi.org/10.25185/17.9

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https://doi.org/10.25185/17.9

 

Alain Íñiguez Egido. Luces y sombras en la narrativa de la victoria: Madrid, de Corte a cheka de Agustín de Foxá. Madrid, Guillermo Escolar Editor, 2020, 128 pp.

 

Recibido: 05/02/2025 - Aprobado: 25/02/2025

 

 

No deja de ser sorprendente que un monográfico como este de Alain Íñiguez Egido haya tardado tanto en aparecer en el panorama de los estudios literarios hispánicos. La figura del tercer conde de Foxá (1906-1959) y su filiación política parecen haber motivado esa tardanza, lo cual, para algún lector y especialista, podría interrelacionarse con algunas de las ideas esbozadas por Harold Bloom (1930-2019) acerca de la «Escuela del Resentimiento» en esa obra tan singular que es El canon occidental. Sea como sea, en este caso, la clave es que el Foxá escritor estaba atrapado en un «limbo canónico» del que el joven filólogo se encarga de rescatarlo a partir de un punto de partida claro y directo, enunciado en la introducción del monográfico: la consideración indisociable de dos dimensiones del acto literario, la estética y la ideológica (p. 10).

El marco conceptual del estudio, que nos retrotrae a las ideas expuestas por Terry Eagleton en el clásico libro La estética como ideología (1990; traducido al español en 2006), es arriesgado, ya que si bien Íñiguez Egido comienza a caminar por una senda provista de cómodos salvavidas, escenificada, por ejemplo, por la selección de una pertinente y no excesivamente dilatada bibliografía que le permite avanzar con paso firme en el escudriñamiento de esta «narrativa de la victoria», acaba dirigiéndose a una meta argumentativa que exige el desvío por ciertos meandros para formular la siguiente idea: que lo estético no tiene por qué estar coaligado con movimientos racionales, pese a que pueda ser analizado con herramientas que partan de la razón; que lo estético, pese a estar, en apariencia, supeditado a lo político, y, por tanto, erigirse en mera herramienta de propaganda, puede cobrar sentido como una manifestación tan integral y tan específica de una doctrina, que es capaz de determinarla y de configurar un proceso de retroalimentación en el que ambas esferas son indisociables la una de la otra. Pero, por encima de todo, el marco conceptual de este trabajo se mantiene en las coordenadas de la exégesis literaria, ya que no abriga ningún otro tipo de pretensiones más propias de trabajos pertenecientes a otras disciplinas y que lo alejarían de su propósito. Su misión principal es el examen de las diferentes aristas de una novela, la compuesta por Agustín de Foxá, en la que el lector se encontrará, de manera inevitable, tanto elementos artísticos como elementos políticos, en su mayoría relacionados con la guerra civil española (1936-1939). De hecho, Íñiguez Egido habla de un aspecto no baladí, la necesaria contextualización histórica de cualquier pieza literaria, e incluso critica a quienes defienden que es posible adoptar una mirada aséptica, meramente estética (p. 10). Si bien esto podría prestarse a todo tipo de debates, es de agradecer la precisión y la claridad en la enunciación de los puntos cardinales del trabajo.

Como se deduce de lo manifestado anteriormente, la apuesta es arriesgada, pero el autor decide hacerlo a partir de la sencillez expositiva y sin alambicamientos conceptuales, características que se aprecian a lo largo de la lectura del monográfico. Un monográfico que, además, forma parte de la Biblioteca Crítica de la Guerra Civil; continúa la labor emprendida por el director de la misma, Emilio Peral Vega, de la Universidad Complutense de Madrid; y, dentro de los logros del proyecto de i+d comandado por este profesor, constituye una de sus conquistas más palpables al recuperar la voz de Foxá, exhibiendo sus luces y sus sombras, a través de un estudio exhaustivo de Madrid, de Corte a cheka, que, tal y como expone Íñiguez Egido, es una de las mejores novelas escritas en el periodo guerracivilista.

Desde el comienzo del libro se observa la intención de dar toda la información de modo organizado y sistemático. La obra se divide en seis capítulos, aunque, realmente, tres de ellos son los que conforman el monográfico como tal. Después de la «Introducción» (pp. 9-10), con la que se insiste en que el propósito de la obra es dotar al lector de las claves interpretativas de aquellos aspectos de la novela que tengan que contextualizarse o glosarse, se suceden los tres principales, para acabar con las debidas conclusiones y el apartado bibliográfico.

Así, el segundo capítulo, de título sugestivo y hasta lutheriano («Memorias de un conde gordo, poético, simpático, abúlico, viajero, desaliñado en el vestir, partidario del amor, taurófilo y madrileño con sangre catalana: vida y obra de Agustín de Foxá, Conde de Foxá»), aborda la biografía de Foxá (pp. 11-30). Lo hace partiendo de anteriores aproximaciones a la vida del escritor ―las de Jordi Amat, Luis Sagrera y Martínez Villasante y Francisco Javier Ramos Gascón―, por lo que se destacan aquellos hechos de mayor relevancia para ahondar en el análisis de Madrid, de Corte a cheka. Tras repasar algunos momentos de la vida de Foxá, tales como su niñez, que sirve como material novelístico, su asistencia a las tertulias madrileñas o su trayectoria profesional, que le hará desempeñar labores diplomáticas en Rumanía y Bulgaria, el estudioso establece una conexión de vital importancia entre estos episodios y la concepción del arte defendida por el conde. Los artículos periodísticos que publicó en ABC dieron cauce a tal concepción estética, influida, sin duda, por su inclinación a la poesía de Rubén Darío (1867-1916), Antonio Machado (1875-1939) o Federico García Lorca (1898-1936). También se establece la evolución ideológica que llevó a Foxá hasta los postulados reaccionario-falangistas, si bien Íñiguez Egido indica que «era monárquico antes que falangista; y, sobre todo, más amigo de José Antonio [Primo de Rivera (1903-1936)] que partidario de Falange» (p. 19). Todo este cóctel de circunstancias históricas y personales propiciarán que, con la publicación de Madrid, de Corte a cheka, Foxá se convierta en una de las grandes figuras literarias del bando nacional. El capítulo, además, incorpora algunos episodios de interés sobre su estancia en Italia durante la Segunda Guerra Mundial, como diplomático, y la visión que tenía de él otro creador como Curzio Malaparte (1898-1957).

El tercer capítulo, «Madrid, de Corte a cheka», se centra en el examen de diversos aspectos literarios e históricos de la novela (pp. 31-104). Se subdivide en cuatro apartados («Novela de ciudad», «Novela autobiográfica», «Ejercicios de estilo en mitad de la contienda» y «El rito de Falange») que desarrollan las características más importantes de la narración foxiana. Destaca su consideración como una «novela de ciudad», al no tener una trama principal de enjundia y presentar sus mayores fortalezas mediante la construcción literaria del Madrid de los años treinta, con la descripción de ambientes políticos y literarios de la capital, enhebrados los unos con los otros. Por ello, la ciudad no solo determina la estructuración de la novela, sino la «dramatización del espacio», idea tomada de Nil Santiáñez, que va convirtiendo a todo el carrusel de personajes, en especial a aquellos pertenecientes a la «masa republicana», en agentes pasivos frente al cuidadoso proceso de animalización que Foxá vertebra a lo largo de toda la novela. La gran novedad presentada por Íñiguez Egido, a partir de lo comentado por Santiáñez, es la afirmación de que dicha estrategia narrativa se basa en el teatro granguiñolesco, lo cual quizás sea una de las pruebas más sólidas que refuercen la conexión estética del conde con Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936).

El investigador también ahonda en la consideración de la novela como una obra autobiográfica, al mostrar cómo algún episodio centrado en el protagonista, José Félix, es semejante a alguno vivido realmente por Foxá: véanse sus interacciones con los grandes literatos de la época o los registros que sufrió durante la guerra. Más llamativa puede resultar la incorporación del propio escritor como personaje, utilizando otro de sus apellidos, aunque en ocasiones esto pueda ocasionar cierto desequilibrio en la narración, como ocurre en la escena de la composición del Cara al Sol.

Hacia la mitad del monográfico, se analiza el interés de los que a lo largo del libro se denominan «ejercicios de estilo», cuestión que destaca aún más al tratarse la novela de Foxá de una obra «[…] con clara intención documental» (p. 48). Ambos aspectos no colisionan, ya que el conde logra conjugar ambas dimensiones, si bien el carácter propagandístico del relato se hace patente hasta en recursos tales como ciertos procedimientos cinematográficos o, como ya se ha comentado, en el uso de la estética valle-inclaniana, que, como indica Íñiguez Egido, transforma el afán de concebir unos nuevos Episodios nacionales en un relato esperpéntico con el que el espíritu reaccionario de Foxá puede crear una sátira en la que las descripciones de adversarios políticos como Manuel Azaña (1880-1940) no son, en absoluto, positivas. De esta forma, desde la perspectiva de los partidarios del bando nacional, Foxá hace uso de procedimientos deformadores con los que patentiza los resultados del proceso de «degeneración» que, a lo largo del primer tercio del siglo xx, según intelectuales de uno y otro signo político, atenazó a España. Para los protagonistas de Madrid, de Corte a cheka, este proceso llegaría a su culmen durante la Guerra Civil con el horror rojo.

Más tarde se comenta el uso que Foxá hace de determinados hechos históricos en el relato, cuando el autor del monográfico señala que «la cuestión radica en cómo los cuenta» (p. 68). En esta tarea se agradece el uso que hace el joven investigador de diferentes fuentes ―desde Hugh Thomas (1931-2017) hasta Stanley Payne―. Después Íñiguez Egido rastreará los abundantes elementos metaliterarios o metaartísticos que subyacen en el relato: desde críticas a poetas republicanos como Rafael Alberti (1902-1999) o Luis Cernuda (1902-1963) hasta una descripción de la cartelería electoral de la época, siempre pasado todo por el filtro falangista. Para acabar este tercer apartado, resultan capitales las páginas dedicadas a lo que el autor denomina «el ritual de Falange», que permiten que el lector no sitúe solo a los personajes del relato, sino al propio Foxá en las coordenadas políticas y culturales del movimiento comandado por José Antonio. De esta manera, se entiende mejor que determinados valores, idealizados, propicien una visión de Primo de Rivera semejante a la de Amadís de Gaula, y que no exista ningún tipo de duda sobre cuál será la actitud de José Félix: este, finalmente, tomará partido por el bando sublevado.

El cuarto capítulo, «Estudio de variantes: adiciones y enmiendas de la “Segunda edición corregida y aumentada”», tal y como indica su título, se centra en el análisis de variantes entre la primera y la segunda edición, ambas de 1938 (pp. 105-118). Este apartado quizás sea la gran aportación del libro, puesto que todavía no se ha hecho ningún cotejo semejante, lo cual destaca aún más si se tiene en cuenta que todavía no existe una edición crítica de la novela: Íñiguez Egido pone las bases para ello. Si bien los cambios parecen pocos, no por ello son menos significativos, según se desprende de sus indagaciones. En primer lugar, repasa algún hallazgo de otros autores como Francisco Javier Ramos Gascón, como pudiera ser la variación en el apellido de la protagonista de la novela, que oscila entre «Azlor» y «Ribera», relacionados, tanto uno como otro, con el fundador de la Falange. Íñiguez se sirve de fuentes como el Diario íntimo de Foxá para intentar aclarar esta cuestión, y muestra cómo Foxá desarrolla más alguna escena, añade algún personaje homónimo de una persona real, rectifica algunos juicios de valor o agrega alguna apreciación o descripción para hacer más claro su punto de vista político. Una demostración de cómo el autor de Madrid, de Corte a cheka adopta, sin complejos, un estilo propagandístico.

En definitiva, este monográfico sobre la novela de Foxá, de gran interés para aquellos investigadores que conjugan dos disciplinas como la historia y la literatura, se convertirá con el paso de los años en una obra de obligatoria consulta, no solo para entender mejor la producción del conde escritor, sino para conocer las influencias y referencias intertextuales entre los escritores anteriores y posteriores a la guerra civil española, y, sobre todo, para profundizar en los entresijos histórico-literarios del periodo. Además, el trabajo de Íñiguez Egido pone de manifiesto la necesidad de una edición crítica y anotada que, por una serie de circunstancias, todavía no ha visto la luz.

 

Julio Salvador Salvador

Universidad Complutense de Madrid, España

jusalvad@ucm.es

ORCID iD: https://orcid.org/0000-0002-0847-8768