doi: https://doi.org/10.25185/2.11
Gracia,
Jordi.
Miguel de Cervantes.
La conquista de la ironía.
Madrid: Taurus, 2016. pp. 467. ISBN:
978-84-306-1764-7.
Recibido: 28/09/2016
Aceptado: 15/12/2016
A comienzos del 2016 salió a la luz esta obra que lleva por título
Miguel de Cervantes. La conquista de la ironía, de Jordi Gracia. En su
prólogo define muy bien qué va a encontrar el lector a lo largo de las casi
quinientas páginas. Estamos ante una nueva biografía del autor del Quijote,
pero el enfoque difiere de algunas de las obras clásicas sobre el novelista, ya
que el autor de este volumen narra la vida del escritor empleando lo que él
llama «imaginación moral». ¿Y qué es en realidad este tipo de imaginación?; en
palabras del propio autor: «La cámara subjetiva no fantasea pero sí usa la imaginación
moral, que enfoca más lejos o más cerca, se detiene aquí o allí, sospecha,
explora y pregunta, pero no ficcionaliza ni fantasea»
(14). Está claro que se admite una subjetividad a la hora de exponer esta
biografía, pero no quiere decir que se falsee. Jordi Gracia pretende que
penetremos en la mente del escritor y para ello debe imaginar muchas cosas. No
obstante, la información que aparece en este libro está siempre cotejada, como
demuestra en el apéndice bibliográfico al indicar que: «no dejo fuera el
auxilio humano y bibliográfico de un buen puñado de amigos que saben de
Cervantes y del Quijote mucho más de lo que yo sabré nunca» (445).
Las obras cervantinas no se tratan como en los manuales de
literatura, sino que se vertebran en torno a esta biografía y «de forma
intermitente y secuencial» (17). Quiere decir que conjetura en torno a cuándo
debió inventar sus historias dejando a un lado las posibles fechas de
publicación. Lo interesante de este volumen es dejarse llevar por una narración
cargada de posibilidades, conjeturas, que ayudan a crear una imagen de la
personalidad de Miguel de Cervantes. Eso sí, esta narración debe asumir
riesgos, pues como dice el autor: «nadie ha sido más convincente sobre
Cervantes que Cervantes mismo; ninguno de sus lectores reales y asiduos va a
renunciar a su Cervantes por el Cervantes de otro» (17). Con todo, merece la
pena adentrarse en el que propone Gracia, ya que a lo largo de estas páginas
encontramos sugerencias y conjeturas de gran valor. Además, para el lector
menos especializado sería un trabajo de fácil lectura y mucho aprendizaje.
En primer lugar cabe señalar que se divide en once capítulos, muy
bien distribuidos, con títulos tan sugerentes como el contenido; «Los primeros
sustos», «Diez años de resignación» o «La tormenta más silenciosa» son claros
ejemplos de ello. A pesar de lo cual, debemos tener en cuenta que si bien el
estilo de narración es subjetivo, los datos del volumen están contrastados.
Estos datos se engarzan en la mencionada «imaginación moral» pues el autor
también supone cómo debía ser el pensamiento de Cervantes. Por ejemplo, emplea
oraciones del tipo: «Es imposible no adivinar a su hermano pequeño Miguel, que
ya no tiene nada de pequeño, sino 20 años, metiendo las narices y sus barbas rubias
en la vida de la mayor o al menos en la escribanía, en uno de los escritorios o
en los dos» (27). Veamos cada capítulo para conocer mejor qué ofrece Miguel
de Cervantes. La conquista de la ironía.
El primer capítulo («Los primeros sustos») comprende la situación
familiar en la que creció Cervantes. Explica tanto los problemas económicos,
como la influencia de sus maestros (López de Hoyos, verbigracia) y su primera
aproximación a las letras. En este capítulo se cuenta cómo se deslumbró por el
teatro de Lope de Rueda o la poesía de Garcilaso. Vamos creciendo con él hasta
sus primeros problemas con la justicia, de la cual escapó. Sigue con «una
aventura que no es literaria todavía, pero tampoco exactamente deshonrosa; el
complemento óptimo de la incipiente vida de letras es la urgente vida de armas»
(36) y así se llega al epígrafe «En la ruta del turco». En él se describe cómo
se alistó en los tercios, la batalla de Lepanto y el desengaño por el poco
reconocimiento. Después se da paso a la accidentada vuelta a España y cómo fue
preso en Argel.
En el capítulo siguiente, se retoma su cautiverio en Argel y todas
las vicisitudes de su liberación, ya que el precio que se pedía por su libertad
era demasiado alto para una familia como la suya. Estas páginas recrean los
cinco años de cautiverio, las personas con las que se cruzó, la enemistad con
Blanco de Paz, el fallido intento de fuga y, finalmente, su liberación.
Con el tercer capítulo («El final de la pesadilla»), llegamos de
vuelta a España. También se cuenta cómo estaba su familia por aquel entonces,
sobre todo sus hermanas. Se narra en este capítulo el intento de Cervantes por
embarcarse a las Indias y su consiguiente decepción. A pesar de todo, se
encuentra escribiendo La Galatea y «encadena episodios de Los tratos
de Argel y empieza a imaginar otras dos obras de temple más alto, trágico y
heroico, pero tan patriotas como lo son las otras dos, La Numancia y La
conquista de Jerusalén por Godofre de Bullón»
(91). A todo ello se suman varios sonetos publicados por sus amigos. En unas
pocas páginas se trata la relación entre Miguel de Cervantes y Ascanio Colonna.
En suma, este tercer capítulo explica cómo se forja un estilo literario en
Cervantes que se extrae de su propio pasado.
El cuarto capítulo, «En la víspera del éxito», comienza con la
publicación de La Galatea, obra que está respaldada por los clásicos
antiguos e italianos en los que se ha sumergido su autor (111). Él se ha
convertido en un exaltado de las letras y lo plasma en el famoso canon
literario que ha incluido en la lista de Calíope. En esta época Cervantes es un
gran conocedor de la teoría literaria de su época, como se puede analizar en
las siguientes páginas de este capítulo.
En «Diez años de resignación» comienza con su vida en Esquivias con su mujer. Se ha hecho cargo de las cuentas de
su suegra y otras gestiones, pero lo dejará todo a su mujer, de quien se
separa. Después, obtiene el cargo de comisario del rey y servirá para
suministrar a la armada (155). Llegará a Écija para recabar trigo y aceite para
las galeras. Sin lugar a dudas, estas páginas plasman la esperanza de Cervantes
en la armada y su esfuerzo, a veces, arduo –y puede que excesivo– para
abastecerla. El resto del capítulo muestra los nuevos proyectos, tras Écija,
del escritor. Bajo el título «Intentos baldíos» vuelve a narrar otro de los
intentos fallidos por viajar a las Indias. Además, narra cómo no abandona la
literatura y su actividad en otros proyectos tras Écija. Finalmente, llega el
epígrafe de «Impagados» en el que se narra la caída económica del escritor como
cobrador de deudas, todos los problemas que lo acuciaron para su cobro y el
oscuro asunto con Simón Freira de Lima, que lo llevará a la cárcel, donde
estuvo durante un período incierto.
El sexto capítulo («Literatura latente») nos presenta a un hombre
inmerso en una situación vivencial dura. Muere Felipe II y el tumulto de
Sevilla en 1598 dará pie al famoso soneto de «Voto a Dios, que me espanta esta
grandeza». Además, atribuye otro soneto que aparece en el Libro de la planta,
traza, gastos y demás que la ciudad hizo en esta máquina, de Collado. A
pesar de que la crítica lo ha descartado, el autor de esta biografía defiende
la autoría de Cervantes. El resto del capítulo se dedica a su labor literaria
(entremeses y novelas ejemplares) y también al descubrimiento de autores
nuevos, como es el caso de Mateo Alemán. Lo interesante de estas páginas es
cómo se ahonda en su pensamiento literario, tanto del teatro como de la prosa.
«Son sus personajes quienes mandan porque Cervantes está adueñándose de un modo
nuevo de contar» (225). Finalmente, en «La cabeza más despejada de la Mancha»
se empieza a vislumbrar la gran obra del autor, que comenzó como novela corta.
Es decir, se indica que en este periodo Cervantes comenzó a trabajar en El
Quijote, que comenzó como novela ejemplar, pero que, como bien sabemos,
alcanzó un desarrollo mucho mayor.
En «Para no dejar de hablar» comenzamos con una discrepancia entre
Lope y Cervantes, pero pronto se retoma cómo se iba fraguando la historia de don
Quijote. En este capítulo el lector se introduce en la cabeza que va creando
una novela sin precedentes. En este momento, llega «la plenitud literaria y la
conquista de sí mismo como escritor» (245). Por supuesto, en las páginas
siguientes del capítulo se va recreando el proceso de composición de esta obra
y sus innovaciones. Se ve el avance que se da al tratamiento de los dos
personajes que van creciendo junto con la novela. Un proceso creativo con
altibajos, con obstáculos, incluso algún despiste, pero que sus páginas, según
las propias palabras de Gracias, «son otra conquista de la ironía
irreductiblemente ligada a la conciliación de modelos y valores aparentemente
irreconciliables» (278).
El capítulo ocho, «La tormenta más silenciosa», apunta las disensiones
entre los diferentes literatos, pero se centra en las diferencias con Lope,
quien saca a la luz un listado con sus obras en el prólogo del Peregrino.
Mientras, Cervantes sigue escribiendo su prólogo al Quijote. «Este va a
ser un antiprólogo concebido irónica y desdramatizadamente para decir lo contrario de lo que
suelen decir los prólogos» (285). Jordi Gracia supone que debió leer el texto
de Lope y se distancia de tanta erudición. Comienzan los trámites,
desesperadamente lentos, para la publicación del Quijote. Y por fin sale
una amplia tirada de ejemplares. Empiezan las sorpresas, algunas «indeseables»
–como titula el epígrafe– ya que Cervantes, y no solo él, comienza
a ver incongruencias en el volumen provocadas por las prisas que dan pie a
críticas. No cabe duda de que cosechó un gran éxito y consiguió salir del
anonimato.
Sin embargo, los «Desórdenes de la fortuna» traerán estos giros
que da la suerte. En medio de una generación de jóvenes poetas, Cervantes
volverá a verse en problemas y en la cárcel por el caso de Ezpeleta.
Para Gracia, es en pleno éxito por la primera parte del Quijote cuando
su autor ya comienza a reflexionar sobre la segunda. También parece comenzar su
Persiles. El resto del capítulo versa sobre su
vida personal y sus encargos con Robles situando a Miguel de Cervantes en
Madrid en 1610.
En el penúltimo capítulo, «El cofre vacío», se narra la vida del
escritor hasta 1613. En estos años intenta seguir al conde de Lemos para
asegurarse un mecenazgo, aunque no lo consigue. Blanco de bromas, escribe su Viaje
al Parnaso. También trata la crítica cervantina a los poetas: «satiriza y
ridiculiza la literatura de su tiempo» (349). Y planea continuar con su Quijote.
Parece que en esta época escribe rápido y probablemente por interés económico.
Finalmente, se retoma su pasión por el teatro. Vemos cómo Cervantes considera
publicar sus piezas dramáticas y abandona la idea de que fueran representadas
en los corrales de comedias.
En el último capítulo, «La espiral interminable», Gracia cuenta los
problemas que tuvo el escritor hacia el final de su vida. Le habían quitado la
idea de continuar su Quijote, le habían pirateado algunas obras y muchos
intelectuales se mofaban de él. Se encuentra redactando el prólogo del Parnaso
y continúa la segunda parte del Quijote, que pronto verá la luz, otra
vez con problemas en el proceso de imprenta. Pero también está el escritor
redactando lo que para él es su gran obra: el Persiles,
«libro de pensamiento y madurez» (427). Lamentablemente, al gran Cervantes le
queda poco de vida. Enfermo, más bien moribundo, escribe una última vez al
conde de Lemos para despedirse poco después de recibir la extremaunción. Y
muere.
Sin lugar a dudas, está en lo cierto Jordi Gracia al asegurar que
la vida de tan insigne escritor «ha sido y seguirá siendo un contar y contar
sin descanso» (178). Así ha quedado plasmado en este volumen al que esta breve
reseña no hace justicia, a pesar del entusiasmo puesto en ello.
Dra. Isabel
Sainz Bariain
Universidad de La Rioja
isabel.sainzb@unirioja.es