silvana darré - a sesenta años del psiquismo fetal. la infancia como portal  doi: https://doi.org/10.25185/4.5

 

 

Silvana Darré*

FLACSO (Uruguay)

sdarre@flacso.edu.uy

ORCID id: https://orcid.org/0000-0003-0173-1414

 

* Coordinadora Académica – FLACSO Uruguay

**         Agradezco a la Dra. Mabel Campagnoli y Mag. Dina Yael los comentarios realizados al texto original.

 

 

Recibido: 24/01/2018 - Aceptado: 26/02/2018

 

A sesenta años del psiquismo fetal. La infancia como portal** 

Sixty years of fetal psychism. The childhood as a portal

 

 

Resumen: Partiendo de las ideas formuladas de E. Haeckel en el siglo XIX sobre la ontogenia y la filogenia se repasan algunos ejemplos de producción de teorías en el campo psi. La posibilidad de ver la historia de la especie desde la historia evolutiva de un individuo resultó una idea potente e inspiradora. En el artículo se hace especial énfasis en la teoría propuesta por Arnaldo Rascovsky a fines de la década del cincuenta del siglo pasado y se revisan algunos antecedentes como las ideas de Otto Rank en el Trauma del Nacimiento y la psicohistoria de Lloyd DeMause. La infancia y las construcciones teóricas sobre el psiquismo de las etapas prenatales de dudosa existencia, constituyen una oportunidad para establecer conexiones entre los desarrollos del campo psi, el discurso científico y el pensamiento marginal.

Palabras clave: infancia, historia, psiquismo fetal, pensamiento biogenético.

 

Abstract: Starting from the ideas formulated by E. Haeckel in the 19th century about ontogeny and phylogeny, some examples of the production of theories in the psi field are reviewed. The possibility of studying the history of the human species from the evolutionary history of an individual turned out to be a powerful and inspiring idea. In the article special emphasis is placed on the theory proposed by Arnaldo Rascovsky in the late fifties of the last century and some background is reviewed, such as Otto Rank´s ideas exposed in the Birth Trauma and Lloyd DeMause’s psychohistory. Childhood and the theoretical constructions about the psychism of the prenatal stages of doubtful existence, constitute an opportunity to establish connections between the developments of the psi field, the scientific discourse and marginal thinking.

Key words: childhood, history, fetal psyche, biogenetic thinking.

 

 

Ontogenia y filogenia

 

La literatura nos ofrece ejemplos fascinantes de regresiones en la vida. Alejo Carpentier[1] con su “Viaje a la semilla” de 1944 o Francis Scott Fitzgerald[2] en “El curioso caso de Benjamin Button” de 1922, permiten recorrer un camino inverso a la progresión lineal del tiempo. Los relatos comienzan desde la vejez, ya sea en el lecho de muerte o en el nacimiento de un anciano y recorren un camino temporal inverso. Estas ficciones juegan con dos tiempos, el primero es cronológico, el segundo se mueve a contrapelo del primero en la búsqueda de un origen. La posibilidad de transitar en una temporalidad inversa a la esperada, supone un proceso de búsqueda, de conocimiento sobre un origen siempre incierto, la oportunidad de cambiar algunos elementos de la historia, o regresar al principio.

El recurso a la temporalidad inversa no es patrimonio exclusivo de la literatura o el cine. La producción científica desde finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX contribuyó a la idea del tiempo desdoblado y a la posibilidad de concebir universos paralelos.

El discurso científico de la biología, la filosofía y el psicoanálisis también aportaron de un modo creativo a la apuesta por la reversión del tiempo en términos de conocimiento. Un caso ejemplar es la biogenética del siglo XIX que postuló Ernst Haeckel (1834-1919) un biólogo y naturalista alemán que siguiendo las teorías de Darwin propuso una ley fundamental que afirmaba que la evolución de un individuo reproducía la evolución de su propia especie. La línea de vida biológica de un individuo, o la ontogenia, reproduce el desarrollo de la especie, o filogenia. Esta idea de notable influencia a lo largo de las siguientes décadas, implica que el desarrollo de un individuo desde el embrión hasta la edad adulta recapitula la historia evolutiva de la humanidad. A Haeckel se le atribuyen los términos ontogenia, filogenia y la teoría de la recapitulación.[3]

No es de extrañar que esta idea haya funcionado como un motor que impulsó el desarrollo de los estudios sobre embriología en la época, porque en definitiva el conocimiento de los embriones de las distintas especies conducía en forma directa a su historia evolutiva. Las formas de vida iniciales se tornaron una vía privilegiada para conocer el pasado remoto de la especie.

Haeckel como autor, podría corresponder a la figura del “sabio”. A mediados del siglo XIX los campos disciplinarios tal como se nos presentan en la actualidad, aún no estaban muy delimitados, y algunas personas dominaban varias disciplinas como en este caso, que se presenta como filósofo, biólogo, antropólogo. Haeckel podía escribir cómodamente sobre filosofía, religión, antropología y biología y estar al corriente de los descubrimientos en la física y la astronomía.

Ahora bien, ¿con quién discutía Haeckel? Este biólogo era un ferviente seguidor de la teoría de la evolución de Darwin cuyas ideas siguieron siendo discutidas en las siguientes décadas. En sus obras de divulgación Haeckel está discutiendo el dogma del alma inmortal, las ideas cristianas sobre la creación del Hombre y reforzando la teoría de la evolución de las especies, o teoría transformista. La relación entre ontogenia y filogenia le permite teorizar a partir de sus observaciones embriológicas y de anatomía comparada que pasan a ocupar el lugar de evidencias empíricas.

Para el autor existen tres grandes ciencias de los orígenes, la paleontología, la anatomía comparada y la ontogenia. Esas tres ciencias conducen a la filogenia, desde los organismos unicelulares, hasta los animales pluricelulares y de ahí al ser humano. Como expresa a continuación el tiro por elevación está destinado al dualismo:

Las funciones fisiológicas del organismo, que reunimos bajo el nombre de actividad espiritual, o más sencillamente alma, son producidas en el hombre por los mismos fenómenos mecánicos (físicos y químicos) que los otros vertebrados. Los órganos correspondientes a estas funciones psíquicas, son los mismos en ambas partes: cerebro y medula en el centro, nervios y órganos de los sentidos en la periferia. Estos órganos se han desarrollado en el hombre lenta y progresivamente desde el estado rudimentario que presentan en sus antepasados, los vertebrados inferiores. Ocurre evidentemente lo mismo con sus funciones, es decir, el alma. Esta concepción natural, monista, del alma humana, se encuentra en contradicción con la idea dualista y mitológica que, desde hace millares de años, tiene el hombre de ella. La tiene por un objeto sin analogía con la naturaleza y extraña a sus leyes, como lo prueba el dogma estupendo de la inmortalidad del alma.[4] (Haeckel, 1898:89-90)

El fragmento es muy claro sobre el carácter monista de su teoría así como la facilidad con la que transita de un área de conocimiento a otra. El monismo significa que las entidades responden a una sola substancia o realidad, que para el autor es además material. Monismo no se opone a la pluralidad de fenómenos sino a las concepciones dualistas. La ideas de Haeckel corresponden a un monismo materialista y naturalista en la medida que la materia es la única realidad que por su carácter de actividad y vitalidad tiene al espíritu como uno de sus atributos.[5]

Para retomar la idea de inicio, Haeckel resultó un precursor del discurso científico del siglo XIX en cruzar en un mismo marco conceptual al sujeto individual con la historia de la especie. No tiene mayor trascendencia para el propósito de este artículo saber si sus ideas eran verdaderas o falsas, aunque sabemos que su hipótesis biogenética era errada, su proyecto resulta fascinante por la posibilidad de imaginar que las agujas del reloj evolutivo de la especie podían moverse en el sentido contrario y ser observadas en la evolución de un solo sujeto.

Lo cierto es que esta teoría o presupuesto siguió teniendo efectos sobre muchas producciones teóricas en los siglos XIX y XX como es el caso del psicoanálisis. El propio S. Freud hizo referencia en múltiples ocasiones a los fundamentos filogenéticos como explicación última de contenidos psíquicos difíciles de explicar o reducir a la experiencia de un sujeto.[6]

Más llamativa resulta la persistencia de este modelo en obras más tardías, como es el caso de Lloyd DeMause en su obra “La evolución de la infancia” de 1974, resultado de una investigación realizada en 1968.

El autor es presentado como representante de la psicohistoria y promotor de la Teoría psicogénica[7] de la infancia cuya tesis principal consiste en que:

la infancia debe estudiarse desde la génesis de las relaciones paterno-filiales. Es decir, el conocimiento de las relaciones entre adultos y niños/as nos dará la clave para entender y conocer las visiones que los adultos han tenido respecto a los niños/as a lo largo de la historia.[8]

En formato nuevo, desde una perspectiva psicológica, lo actual de las relaciones entre padres (madres) e hijos-as es percibido como la clave o llave para entender las relaciones históricas de las personas adultas con la infancia. ¿Cómo llega a esta idea Lloyd DeMause? A través de indicios. En sus propios términos:

La “teoría psicogénica de la historia” esbozada en mi propuesta de proyecto comenzaba con una teoría general del cambio histórico. Su postulado era que la fuerza central del cambio histórico no es la tecnología ni la economía, sino los cambios psicogénicos de la personalidad resultantes de interacciones de padres e hijos en sucesivas generaciones.[9] (DeMause, 1982: 14)

 

Para llegar a esa afirmación, a su vez postula varias hipótesis. La primera consiste en que la evolución de las relaciones entre padres, madres e hijos-as es independiente del cambio histórico, porque tiene una lógica propia, interna. El progreso en la consideración de la infancia como sujeto social está dado por la posibilidad que tienen las sucesivas generaciones de padres y madres de regresar a la edad de sus hijos-as (cuando les tienen) y pasar por las ansiedades características de dichas etapas. Esta “segunda oportunidad” de encontrarse con esos sentimientos, les permite afrontar mejor las ansiedades de la infancia y responder cada vez mejor a sus necesidades. La segunda hipótesis es que la presión generacional actúa de forma independiente a otras relaciones sociales, de la economía o la tecnología. La tercera es que la historia de la infancia puede ser relatada como el conjunto de aproximaciones sucesivas entre personas adultas y niños-as que producen acortamiento de la distancia psíquica entre ambas partes. La evolución de las prácticas de crianza en cada época es un efecto de la reducción progresiva de esa ansiedad. La cuarta dice que la historia de la infancia evoluciona positivamente implicando una mejora creciente en la comprensión y satisfacción de las necesidades de la infancia. La quinta afirma que la transmisión de la estructura psíquica de generación en generación, no es un rasgo de la cultura entre otros, sino la matriz principal que determina el desarrollo de los demás elementos culturales.

Las personas adultas disponen, según el autor, de tres reacciones posibles cuando se halla ante un niño que necesita algo. La primera posibilidad es utilizar el mecanismo de la reacción proyectiva. Esto consiste en utilizar al niño como vehículo para la proyección de los contenidos de su propio inconsciente, reacción más común en otras épocas. La segunda es la reacción de inversión, propia de los padres y madres que pegan a sus hijos-as, se basa en “utilizar al niño como sustituto de una figura adulta importante en su propia infancia” tomándolos “para satisfacer las necesidades de los padres”[10]. La tercera posibilidad es la reacción de empatía, que consiste en experimentar afinidad con respecto a las necesidades del niño-a y actuar para satisfacerlas.

Cuanto más se retrocede en la historia más se evidencia la presencia de las reacciones proyectivas y de inversión. Cuando el autor analiza las prácticas de crianza en diferentes períodos históricos su explicación remite a las tres reacciones adultas antes mencionadas, que definen seis tipos de crianza. Estas han evolucionado en forma progresiva desde la Antigüedad hasta el presente.

El infanticidio, una práctica propia de la Antigüedad hasta el siglo IV, supone que “los padres rutinariamente resolvían sus ansiedades acerca del cuidado de los hijos matándolos” y “respecto de aquellos a los que se les perdonaba la vida, la reacción proyectiva era la predominante y el carácter concreto de la inversión se manifestaba en la difusión de la práctica de la sodomía con el niño”[11].

El autor entiende el infanticidio como consecuencia de la generalizada presencia de deseos de muerte de las madres con respecto a sus hijos-as, y que según el psicoanalista Joseph Rheingold derivan de “un poderoso impulso de “anular” la maternidad para evitar el castigo que imaginan que sus propias madres les infligirán”[12]. Resulta muy llamativo que el texto esté escrito refiriéndose a los “padres” en forma permanente, pero al hacer mención a los infanticidios nombre a la madre por primera vez.

No se trata tanto de hostilidad hacia el hijo-a sino de “necesidad de sacrificar al hijo para aplacar a la propia madre”[13].

El segundo estilo de crianza es el abandono, el tercero la ambivalencia, el cuarto la intrusión, que es propio del siglo XVIII, e implica el aumento de la empatía. El quinto de los tipos de crianza es el definido como socialización y se produce a lo largo del siglo XIX. Por último, el tipo de crianza que comienza a mediados del siglo XX, es la ayuda, que se basa en:

La idea de que el niño sabe mejor que el padre lo que necesita en cada etapa de su vida e implica la plena participación de ambos padres en el desarrollo de la vida del niño, esforzándose por empatizar con él y satisfacer sus necesidades peculiares y crecientes.[14]

De acuerdo a este esquema sintético las prácticas de crianza mejoran, o benefician cada vez más a niños y niñas a lo largo de la historia por efecto de la evolución de las relaciones humanas en un plano psíquico. Mecanismos más primitivos dejan paso en forma progresiva a mecanismos intrapsíquicos más evolucionados.

Esta propuesta sería un ejemplo del modo en que el paradigma biogenético del siglo XIX se cuela tardíamente en la matriz de producción discursiva del campo psi de los años setenta del siglo XX, dado que, siguiendo los mecanismos psíquicos personales más arcaicos se pueden explicar y generar periodizaciones y paralelismos con las prácticas de crianza a través de la historia. Resulta interesante la insistencia en un planteo a histórico de estas características, porque la obra de P. Ariès sobre la vida familiar estaba disponible desde 1960. Allí se muestra a la infancia como producto de procesos relativamente recientes en la historia y se analiza sobre una base documental amplia, la emergencia del sentimiento de infancia como dato nuevo en las percepciones y afectos en los siglos XVI y XVII en el contexto europeo[15] (Ariés, 1987). Obras posteriores en las siguientes tres décadas -por citar algunas de las más importantes-, Boltanski (1974); Badinter (1981); Ehrenreich e English (1990), Hays, (1998), retoman las explicaciones sobre los modelos de crianza ofreciendo marcos interpretativos más amplios y complejos, que constituyen hasta la actualidad referencias ineludibles para entender a la infancia como un sujeto social de aparición tardía.

 

 

La teoría del psiquismo fetal de Arnaldo Rascovsky

 

La teoría del psiquismo fetal propuesta por A. Rascovsky a finales de los años cincuenta en Argentina es una variante original del paradigma biogenético, dado que abrió posibilidades para entender a la infancia y el nacimiento como un portal para el conocimiento de la especie. Portal es entendido en su sentido directo, como espacio por donde se accede a otros espacios, no solo la filogenia, sino al pensamiento de frontera que no se encuadra en campos de saber tenidos por legítimos, el esoterismo, la espiritualidad en general.

Sobre el psiquismo fetal aparecen dos antecedentes claros en el psicoanálisis. El primero es la referencia que añade S. Freud en el año 1909 en una nota a pie de página en su obra previa de 1900 La interpretación de los sueños:

Solo más tarde aprendí a apreciar el significado de las fantasías y pensamientos inconscientes sobre la vida en el vientre materno. El acto del nacimiento es, por lo demás, la primera vivencia de angustia y, en consecuencia, la fuente y el modelo del afecto de angustia.[16]

 

Esta nota a pie de página agregada en la edición de 1909 es señalada como la que inspiró a Rank (segunda referencia obligada) para profundizar en los siguientes años. Forma parte de la nota de Freud la idea del término alemán unheimlich que ha sido traducido como lo ominoso, o lo siniestro, para describir la vida anterior al nacimiento. Esta cualidad de lo siniestro es entendida por el psicoanálisis como lo extraño que emerge de lo más conocido, de ahí el sentido inquietante, extraño y terrorífico que quiere transmitir.

Rank (1961) no deja lugar a dudas de sus aspiraciones cuando en la primera página de su obra El trauma del nacimiento publicado por primera vez en 1924 expresa sin ambigüedad:

Las consideraciones que siguen constituyen un intento de utilizar los datos proporcionados por el psicoanálisis, con miras a la explicación de la evolución total de la humanidad, incluso de la humanización en general.[17]

 

Para el autor, que fue durante veinte años discípulo de S. Freud y participó de su estrecho círculo de colaboradores, la comprensión directa del inconsciente permite alcanzar conocimientos que exceden ampliamente el universo de los padecimientos psíquicos o del psiquismo que representa apenas una superficie de lo posible. Esa superficie límite está dada por el trauma del nacimiento que aparece como un fenómeno aparentemente corporal y fija el último “sustrato biológico concebible de la vida psíquica, el núcleo mismo del inconsciente”.[18]

El acto del nacimiento es para el autor, el paradigma de la primera separación del cuerpo de la madre que un sujeto experimenta en la vida y por eso es fuente de fijaciones y reactualizaciones. De ahí se derivan las alusiones en la vida cotidiana a los segundos nacimientos, al nacer de nuevo, las fobias a los animales pequeños que pueden escabullirse por pequeños orificios como las cucarachas, el miedo a la oscuridad, los héroes de los cuentos, las pesadillas de caídas, los sueños con cavidades como los hornos, entre decenas de ejemplos. En realidad, casi todos los síntomas y producciones psíquicas son explicados por el autor desde esta perspectiva. El trauma del nacimiento da prioridad a la madre como objeto de fijación libidinal original, y es compartido por igual por niñas y niños. Desde ese trauma se resignifica y reinterpreta toda la vida psíquica. Algunas de las ideas de Rank serán retomadas por A. Rascovsky varios años después. La interpretación del dormir como un retorno cotidiano al estado intrauterino cuando sobreviene la noche ya venía de S. Freud.

Para sintetizar, Rank reafirma la tesis biogenética de Haeckel de forma expresa en línea con la primera afirmación de su obra antes citada. Pero en el transcurso de la misma, las referencias a la vida intrauterina aparecen definidas como fantasías, es decir producciones conscientes o inconscientes de la actividad psíquica posterior al nacimiento e incluso renunciando en forma provisoria “a la hipótesis de la transmisión hereditaria de los contenidos psíquicos” (Rank, 1961:176). Otras referencias biogenéticas son utilizadas en un sentido más bien retórico. Por lo tanto, sin negar la hipótesis biogenética y aludiendo a los aportes del psicoanálisis a la comprensión de los mitos y creencias religiosas, deja el desarrollo de la humanidad encerrado en un enigma.

Rascovsky en cambio, unas décadas después recoge el guante y propone la idea del psiquismo fetal que implica un salto cualitativo, en tanto no se trata de fantasías sobre la vida intrauterina, sino de la existencia de una entidad con cuerpo propio. En el año 1954 se constituye un grupo de estudio integrado por psicoanalistas con el propósito de investigar el tema[19]. Las fuentes de conocimiento para el grupo son el análisis personal, que permite superar las resistencias inconscientes al trauma del nacimiento, y las experiencias clínicas con pacientes. Las conclusiones a las que iban llegando fueron motivo de presentaciones en congresos internacionales y fueron publicadas en el libro El Psiquismo Fetal de 1960. Así como Rank había comenzado con grandes expectativas, Rascovsky hace lo suyo:

El estudio del psiquismo anterior al establecimiento de la relación objetal con el mundo externo constituye el aspecto más promisorio de la investigación psicoanalítica actual y del que cabe esperar una intensa ampliación de nuestros conocimientos. Los sectores más inmediatamente propensos a ser esclarecidos se refieren a: la comprensión de la percepción interna y a las cualidades de la misma inhibidas en el curso del desarrollo, a la naturaleza de los objetos internos y más específicamente de los objetos heredados que integran el concepto de los instintos, a la legitimidad y naturaleza del primitivo pensamiento mágico y a la fantasía inconsciente que se esconde detrás de la represión primaria.[20]

 

Con alguna excepción, el psicoanálisis no considera la idea de un psiquismo, organización psíquica o instancia del Yo, que sea previa al nacimiento, por la importancia que se les atribuye a los objetos externos en la constitución psíquica. A. Rascovsky interpreta este límite no tanto como una diferencia conceptual sino como un problema apenas esbozado en la teoría por falta de tiempo o por efecto de un mecanismo de represión primaria. Por eso en su argumentación siempre sigue los indicios sobre las formaciones psíquicas primitivas que aparecen en los textos freudianos.

¿El psiquismo fetal es o se hace?

 

Rascovsky sostiene que los objetos internos heredados que constituyen el “yo fetal” fueron ubicados en el Ello, que es el depósito donde se almacena la experiencia arcaica heredada a través de las generaciones. El yo necesita de esas experiencias para sus identificaciones. Los primeros contenidos mentales son imágenes y cargas energéticas. Las imágenes son bidimensionales y “corresponden a objetos externos arcaicos registrados filogenéticamente”[21]. Los objetos arcaicos son más ricos desde el punto de vista de la fantasía que los objetos resultantes de la experiencia externa real. Con el nacimiento sobreviene la represión primaria que limita la relación primitiva que había entre el Yo y el Ello. La represión a su vez se instituye por la intensa ansiedad derivada del trauma del nacimiento. Esta represión primaria se interpone para el conocimiento del psiquismo fetal. La experiencia traumática del nacimiento se reactivará como patrón frente a otras amenazas en la vida y adopta la cualidad de lo siniestro.

Como se hizo mención líneas arriba, estas ideas habían sido expuestas por S. Freud y O. Rank. La importante influencia que tuvo la escuela inglesa de psicoanálisis de M. Klein en las primeras décadas del siglo XX y el valor atribuido a las primeras relaciones de objeto hacen inteligible este modelo que aparece intensificado en A. Rascovsky.

Para comprender qué es el psiquismo fetal es necesario aceptar la idea de la existencia de objetos internos, intrapsíquicos que no son resultado o registro de experiencias postnatales con objetos reales del mundo exterior, sino de representaciones heredadas, endopsíquicas independientes de la experiencia del sujeto. El nacimiento da comienzo a la relación del individuo con los objetos del mundo externo.

Esta relación con el mundo comienza porque el feto ha perdido el suministro de oxígeno y alimentos y se produce un desequilibrio que incrementa el instinto de muerte, obligando al Yo a la búsqueda de objetos externos. Los instintos de muerte movilizan a la libido del Yo para la búsqueda de esos objetos. A través de mecanismos psíquicos de proyección e introyección se incorporan los objetos externos al psiquismo.[22] Como antes del nacimiento no es necesaria la realidad exterior, el Yo fetal mantiene relaciones exclusivas con las representaciones internas o heredadas.

De la lectura de Rascovsky, la descripción del psiquismo fetal y sus objetos arcaicos podría pensarse que funciona como una ficción teórica, articulada desde el psiquismo adulto para entender un conjunto de fenómenos psíquicos. Sin embargo, algunas de sus afirmaciones como la que sigue, introducen algunas dudas sobre el estatuto de esos objetos.

Encontrándose el feto en la ventajosa circunstancia de que los esfuerzos fundamentales de adaptación al mundo real externo son cumplidos por el organismo materno, puede por ello prescindir de los objetos reales y mantener toda su orientación hacia el mundo interno ideal, constituido por el conjunto de las protofantasías heredadas y almacenadas en el Ello.[23]

 

El texto está escrito con cierta ambigüedad porque presupone que el feto vive en un mundo interno ideal y se relaciona en forma exclusiva con fantasías heredadas que al mismo tiempo son todas buenas. Porque si las fantasías heredadas fueran peligrosas el feto no tendría modo de escapar. Sería razonable deducir que, si el estado de equilibrio que el feto vive en el útero fuera perfecto y en ese sentido ideal, no sería necesario contar con ningún aparato psíquico. Más difícil es representarse un universo de objetos heredados filogenéticamente que fueran todos buenos, o que el feto sin haber salido nunca pudiera imaginar un mundo real. Claro que, si los objetos arcaicos heredados dieran cuenta de ese mundo real, entonces el feto contaría con representaciones no todas buenas y en ese sentido el mundo interno prenatal no sería ideal.

Hay más elementos que permiten inferir el estatus del psiquismo fetal. Al hacer referencia a las relaciones arcaicas entre el Yo y el Ello, Rascovsky insiste en la estructura bidimensional de los objetos internos que son percibidos por el Yo prenatal a través de mecanismos físicos. Pero las percepciones estás desdobladas, mientras que unas le comunican hacia el mundo exterior, otras lo hacen hacia los objetos internos:

El Yo prenatal percibe fenómenos acústicos y visuales, ambas series de fenómenos están orientados en direcciones opuestas. Los fenómenos acústicos, como en el soñante, le comunican con el mundo externo real y constituyen las bases ontogenéticas del proceso secundario. [...] En cambio, las percepciones ópticas iniciales le comunican con su ambiente interior, con el Ello.[24]

 

Las percepciones hacia afuera y hacia adentro son productoras a su vez, de ideas potentes para pensar otros campos de saber, porque el Yo fetal constituye una fuente de conocimiento reprimida de las que se nutre la ciencia, el arte, la ciencia ficción. Algunos individuos tienen mayor propensión para conectarse con ese sustrato de conocimientos que provee el “yo fetal”, como se plantea a continuación:

Los fenómenos parapsicológicos se desarrollan en base a transmisiones a distancia o mediante la desaparición de las reglas que rigen nuestra apreciación del mundo externo. [...] Los sujetos dotados de notables capacidades extrasensoriales son por lo tanto sujetos en condiciones sobresalientes para el estudio del psiquismo fetal por la persistencia predominante de sus mecanismos arcaicos.[25]

 

El psiquismo fetal tiene posibilidades conceptuales inherentes que lo conectan con el pensamiento mágico, el ocultismo y las supersticiones. Es una fuente y al mismo tiempo un procedimiento para entender dichas prácticas. Estas serían manifestaciones del pensamiento arcaico presentes en todas las culturas. Las leyes que rigen el pensamiento mágico son las de contigüidad y semejanza, y permiten generar efectos en objetos que alguna vez estuvieron próximos sobre la base de mecanismos primarios como la omnipotencia y la idealización. Estas formas de relacionamiento secreto entre objetos, propios de la magia remiten a las formas de comunicación arcaica entre el Ello y el Yo fetal.

La explicación filogenética es que en la historia evolutiva existió un ojo externo que luego fue internalizado con la evolución de las especies, este es el llamado ojo medio, ojo pineal o cíclope. Así como los ojos externos perciben la realidad externa, el ojo medio o cíclope podría estar enfocado hacia los sucesos históricos previos a la existencia del individuo. Por lo tanto el sujeto tiene la posibilidad de contar con dos referencias temporales simultáneas, la presente y la pasada. Pero solo las personas con capacidad de conectarse con su psiquismo fetal serían capaces de desarrollar estas capacidades.

Los efectos del psiquismo fetal o su dinámica persisten a lo largo de la vida en mayor o menor grado, variando en función de los efectos de la represión primaria y de los acontecimientos de la vida. Rascovsky plantea en esos años que está estudiando el desplazamiento neurótico que puede hacerse de la incorporación de objetos externos reales siguiendo los mecanismos de percepción interna propios del psiquismo fetal. El desplazamiento puede llegar al ano que se transformaría en el “locus incorporativo equivalente al primitivo ojo interno”.[26]

En síntesis, el psiquismo fetal procede de las representaciones heredadas siendo las fantasías inconscientes bidimensionales las primeras huellas. Este es el punto de partida para para las relaciones futuras con los objetos externos. ¿Cómo se accede al psiquismo fetal? A través de los sueños, las fantasías desconectadas de relaciones con objetos reales y por métodos experimentales que inducen regresiones como la administración de sustancias alucinógenas. Otro modo de acceder el psiquismo fetal por regresión, consiste en provocar situaciones de frustración, muy comunes en las organizaciones místicas, como el ayuno prolongado, la abstinencia, el aislamiento. Estas prácticas imponen el abandono de los objetos externos de la realidad y presionan al individuo para recuperar las relaciones con los objetos internos. La alusión al consumo de sustancias, prácticas de ayuno y aislamiento para acceder al conocimiento de sí es el aspecto que permanece más actual del texto. Las nuevas búsquedas espirituales basadas en chamanes y fundamentos esotéricos apelan a similares procedimientos de regresión.

A continuación se reproduce en forma parcial un caso clínico que presentó el propio Rascovsky. Resulta de utilidad porque permite entender el funcionamiento del dispositivo analítico en este marco teórico. Las referencias al segundo nacimiento que implica la situación analítica, las frustraciones orales, el consumo de sustancias, la relación transferencial con su analista son algunos de los tópicos.

La señorita X solicitó tratamiento dos días después de su cumpleaños como un intento de nacimiento reparador. Lo inició poco tiempo después, caracterizándolo por una marcada situación transferencial positiva y por la intensidad vivencial de sus procesos en la situación analítica.

Había sufrido graves trastornos nutritivos en su lactancia inicial como consecuencia de intensas frustraciones orales. Esta circunstancia la vinculó precozmente a figuras de médicos que la asistieron condicionando no solo su marcado masoquismo y evolución caracterológica anterior, sino también su orientación profesional. Había nacido de un parto muy rápido en contraste con la hermana, decía: yo nací en dos horas, “mi hermana en veinte”. Sentía que había sido segregada inmadura y que todos los privilegios familiares así como los atributos de belleza femenina eran de su hermana.

A los trastornos de lactancia siguieron singulares hábitos alimenticios durante toda su infancia. Se adhería monótonamente a un alimento determinado durante largas temporadas, haciendo de él su alimento casi exclusivo. Hasta los siete u ocho años tuvo “pica” e ingería substancias extrañas, como papel secante, papel, trapos, especialmente pelusas de la ropa, y se comía, mientras leía, partes no impresas de los libros. Algunos de estos hábitos persistieron aún después de la pubertad. Más adelante llegó a tomar exageradas dosis de aspirina (hasta veinte tabletas diarias) hábito facilitado por sus frecuentes cefaleas.

En otra época se aficionó a diversos tóxicos, entre ellos la pirebenzamina, que tomaba hasta llegar a un cierto grado crepuscular. Entre otras drogas llegó al alcohol al que se hizo finalmente adicta. Recordaba a este respecto que desde los tres años de edad solía introducirse en la nariz algodones empapados con alcohol. [...]

Todas sus relaciones sexuales iniciales se realizaron con médicos y estaban impregnadas de un intenso masoquismo. A los 18 años se enamoró fugazmente de un cirujano que había operado a su madre y se hizo operar veinte días después que aquella, simulando con toda conciencia los síntomas de una apendicitis. Se ligaba así a jefes y profesores manteniendo la primitiva síntesis entre su madre y el Dr. Z. Comenzó su análisis cuando le faltaba poco para terminar su formación médica. Desde un comienzo su sintomatología se expresó en dos sentidos:

a. Manifestaciones alimenticias desplazadas de las frustraciones orales precoces, caracterizadas por los singulares hábitos alimenticios que había mantenido y que culminaron posteriormente en su drogomanía y dipsomanía.

b.            Marcado incremento de sus tendencias exhibicionistas y escoptofílicas que evolucionaron hasta producir diversas manifestaciones sintomáticas, como crisis de prurito generalizado agudo y perturbaciones de la conducta, que culminaron en una definida tendencia a provocar escándalos. Incitaba o elaboraba alrededor de ella una aureola de escándalo que no tenía relación con la calidad y cantidad de sus actuaciones.

[...] Al día siguiente concurrió a la sesión, iniciándola con el relato de un sueño de la noche inmediata: “Sucede en la cátedra de toxicología. Llamo a mi asistente (su superior en la labor universitaria) y trato de solucionar el problema de mis ausencias, para no quedar eliminada del curso regular. Se niega a hacerlo y yo insisto casi desesperada por miedo a no recibirme. El asistente argumenta que no es posible, que lo siente mucho, pero que es tarde y debí acordarme antes. Desesperada, encuentro una figura familiar, el Profesor H. que me promete ayudarme y me tranquiliza”.

Asoció con la significación más profunda que implicaba para ella la toxicología, materia vinculada a los tóxicos y substancias bizarras a las que se había aficionado en el curso de su vida. Reactivó el material que había rememorado, desde el alcohol, a través de la aspirina, pirebenzamina, papel, pelusa, café, trapos, etc. hasta entrar en la comprensión de la significación probable de sus trastornos digestivos precoces por acción del pecho malo. Las faltas al curso de toxicología que aparecían en el sueño fueron asociadas a las faltas en su integración y con la conversión de la leche ausente en leche mala o tóxica. Al señalarle el asistente (su madre) que era demasiado tarde y que debía de haber reparado antes en sus faltas comprendió la persistencia de la sádica actitud de su primitivo yo materno. Así estaba condenada a mantenerse fijada al pecho frustrante y tóxico, siendo su única salida el corredor y la habitación como símbolo de la regresión intrauterina.[27]

 

Si bien el caso clínico es más extenso se decidió terminar la cita textual con la referencia al corredor como salida hacia adentro, representando el canal de parto y las fantasías de regresión. El esquema de intervención profesional que guía la interpretación de los acontecimientos vitales de la persona está realizado en clave interna, lo cual es obvio y previsible. Se explican ciertos comportamientos por la fase oral y sus frustraciones, se menciona el masoquismo en sus relaciones de pareja. El trauma del nacimiento (aunque el parto parece haber sido fácil) se destaca como variable que otorga sentido a sus identificaciones y vínculos familiares. El consumo de sustancias tóxicas es derivado de las frustraciones orales que provoca la figura de la madre.

Pero la explicación internalista propia del discurso psicoanalítico tiene otras consecuencias en términos de pensamiento histórico. Cuando se presupone un conjunto de objetos internos arcaicos y representaciones innatas sobre las que se asienta la base instintiva que luego sale al exterior en búsqueda de otros objetos, se está apelando a una imagen que de tan antigua parece nueva, se trata de la caverna de Platón.

Los esclavos encadenados a la cueva que solo distinguen sombras proyectadas en dos dimensiones remitiría a los objetos arcaicos, a la percepción distorsionada anterior a la experiencia. El desdoblamiento de las percepciones desde un universo de sombras (que podría corresponder a la filogenia) se combina con las percepciones de la realidad exterior. Las representaciones visuales de dos dimensiones atribuidas al psiquismo fetal, anticipan el mundo real con tres dimensiones espaciales y la dimensión temporal. Rascovsky sostiene que al interrumpirse el suministro por el cordón umbilical:

El Yo es forzado a movilizarse reconociendo la existencia de esos suministros en el mundo exterior. Se inicia así una larga experiencia y reconocimiento de los objetos reales externos cuya característica física fundamental está dada por sus dimensiones espaciales y temporales.[28]

 

La experiencia de salida al exterior, el nacimiento significa un re-conocimiento. El conocimiento primero es el filogenético, el de los objetos arcaicos o protofantasías que para el feto nunca estuvieron conectados con la realidad exterior. En las relaciones actuales con los objetos las representaciones internas son previas a las relaciones con sus equivalentes reales. De allí se hacen derivar las explicaciones sobre el fenómeno del doble, por la “automática reproducción que realiza el Yo prenatal de las imágenes del Ello”[29].

La asociación con la alegoría de la caverna platónica y las percepciones distorsionadas había sido formulada por Ángel Garma en el capítulo “Interpretaciones en sueños del psiquismo fetal” que forma parte del libro de Rascovsky, como posible interpretación de la alegoría a la luz de las teorías del psiquismo fetal. No a la inversa.

A modo de cierre, el movimiento de regresión (doblemente inversa) que hace el personaje de Benjamin Button en la ficción, podría ilustrar la posibilidad de un nacimiento viejo. Se nace con objetos internos heredados y transmitidos a través de las generaciones. El nacimiento traumático es la puerta de entrada para el reconocimiento de objetos nuevos que al mismo tiempo son re conocidos a partir de las proto fantasías hereditarias que alberga el psiquismo fetal. En ese marco tal vez la vida real sea solo otro sueño.

 

Conclusiones

 

El pensamiento o teoría biogenética formulada por el científico E. Haeckel a mediados del siglo XIX emergente en el contexto de las teorías de C. Darwin tuvo efectos muy importantes en el discurso psi durante todo el siglo XX. Las propuestas del propio psicoanálisis a través de su fundador y de algunos de sus representantes, seguidores de la escuela inglesa de Melanie Klein, parecen haber estado más propensos a tomar sus principios como fuente de inspiración teórica. La teoría del psiquismo fetal que propuso A. Rascovsky a fines de la década del cincuenta constituye un ejemplo fantástico de construcción teórica basada en la biogenética. La posibilidad de imaginar puntos de encuentro entre la historia de la humanidad y el desarrollo del individuo está localizada en la idea del psiquismo fetal. Este concepto a su vez proporciona argumentos que abren conexiones con otros campos de pensamiento marginal, como los fenómenos paranormales, el ocultismo y la magia. La teoría del psiquismo fetal podría ser interpretada como un desarrollo tardío de la filosofía de Platón.

 

Bibliografía

 

Ariès, Philippe. “El descubrimiento de la infancia”. En El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen, 57-76. Madrid: Taurus, 1987.

Badinter, Elisabeth. ¿Existe el amor maternal? Historia del amor maternal. Siglos XVII al XX, Juan Granica. Barcelona: Paidós, 1981.

Boltanski, Luc. Puericultura y moral de clase. Barcelona: Laia, 1974 [1968].

Ehrenreich, Bárbara y Deirdre, English. Por su propio bien. 150 años de consejos de expertos a las mujeres, Ma. Luisa Tarrés. Madrid: Taurus, 1990 [1978].

Ferrater Mora, José. Diccionario de filosofía, Josep María Terricabas. Barcelona: Ariel, 2001.

Freud, Sigmund. Obras Completas. Tomo V. La interpretación de los sueños (segunda parte). Sobre el sueño (1900-1901), James Strachey. Buenos Aires: Amorrortu, 1984.

Haeckel, Ernst. El origen del hombre. Barcelona: F. Granada y Cía. ,1898. Disponible el 2 de febrero de 2018 en: http://archivomagon.net/wp-content/uploads/2014/01/Haeckel-Estado-Actual.pdf

Hays, Sharon. Las contradicciones culturales de la maternidad. Barcelona: Paidós, 1998.

Lloyd DeMause. La evolución de la infancia. Barcelona: Alianza Universidad, 1982 [1974].

Rank, Otto. El trauma del nacimiento, H. F. Saltzmann. Buenos Aires: Paidós, 1961.

Rascovsky, Arnaldo. El psiquismo fetal. Buenos Aires: Paidós, 1960.

Schatzman, Morton. El asesinato del alma. La persecución del niño en la familia autoritaria. México: Siglo XXI, 2005 [1979].

Vilar Martín, Jesús. “Historia de la infancia.” En: Educació social. Revista d’intervenció socioeducativa, nº 60 (2015): 123-126. Disponible el 12 de enero de 2018 en http://www.raco.cat/index.php/EducacioSocial/article/view/296676/385607

 

 

 



[1]   Alejo Carpentier, Cuentos completos de Alejo Carpentier (La Habana: Editorial Arte y Literatura, 1977), 64-78.

 

[2]   Francis Scott Fitzgerald, Cuentos Selectos (Buenos Aires: Edhasa, 2019), 103-146.

 

[3]   José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía (Barcelona: Crítica, 2001), 380.

 

[4]   Ernst Haeckel, El origen del hombre (Barcelona: F. Granada y Cía., 1898), 89-90. Disponible el 2 de febrero de 2018 en: http://archivomagon.net/wp-content/uploads/2014/01/Haeckel-Estado-Actual.pdf

 

[5]   Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, 2450.

 

[6]   Carl Gustav Jung (1875-1961) discípulo de S. Freud durante algunos años teorizó en las fronteras del pensamiento psi en el espacio que denominamos pensamiento marginal. El inconsciente colectivo, los arquetipos, los problemas de la adivinación, los aportes de la astrología, la anticipación de los acontecimientos, son todos asuntos que hacemos entrar en un tipo de pensamiento que no se inscribe en campos legitimados de saber. Por la extensión de su obra sus aportes merecen un desarrollo aparte.

 

[7]   La psicogénesis como origen psíquico de los fenómenos mentales estuvo en las primeras décadas del siglo XX anclada en principios biológicos a partir de los cuales se edificaba el psiquismo. Partiendo de un cuerpo con capacidades sensoriales y reflejos muy primarios, se postulaba una continuidad entre éstos y sus representantes psíquicos. El componente que agrega el paradigma biogenético es el salto desde la biología a otra serie histórica: la especie y la humanidad.

 

[8]   Jesús Vilar Martín, “Historia de la infancia”, Educación social. Revista d’intervenció socioeducativa, nº 60 (2015), 123-126. Disponible el 12 de enero de 2018 en http://www.raco.cat/index.php/EducacioSocial/article/view/296676/385607

 

[9]   Lloyd DeMause, La evolución de la infancia (Barcelona: Alianza Universidad, 1982 [1974]), 14.

 

[10]  DeMause, La evolución de la infancia, 16.

 

[11]  DeMause, La evolución de la infancia, 34.

 

[12]  DeMause, La evolución de la infancia, 13.

 

[13]  DeMause, La evolución de la infancia, 14.

 

[14]  DeMause, La evolución de la infancia, 14.

 

[15]  Philippe Ariès, “El descubrimiento de la infancia” en El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen (Madrid: Taurus, 1987), 57-76.

 

[16]  Sigmund Freud, Obras Completas. Tomo V. La interpretación de los sueños (segunda parte). Sobre el sueño (1900-1901), James Strachey (Buenos Aires: Amorrortu, 1984), 403.

 

[17]  Otto Rank, El trauma del nacimiento, H. F. Saltzmann (Buenos Aires: Paidós, 1961), 13.

 

[18]  Rank, El trauma del nacimiento, 15.

 

[19]  A. Rascovsky –médico pediatra-, está asociado al grupo de pioneros del psicoanálisis en la década del treinta. Fue fundador de la Asociación Psicoanalítica Argentina en 1942 y de la Revista de Psicoanálisis al año siguiente. preside en dos oportunidades la Asociación Psicoanalítica Argentina. Fue Miembro Titular de la Sociedad Argentina de Pediatría desde 1930 y de la Asociación Médica Argentina. Trabajó en el Hospital de Niños entre 1926 y 1949. Fue fundador de la Sociedad Argentina de Psicología Médica, Psicoanálisis y Medicina Psicosomática. Desde los años sesenta comienza a tener participación en los medios, en programas de TV, en los diarios, en las radios. Uno de sus aportes teóricos más significativos fue la tesis sobre el filicidio, así como la tesis sobre el psiquismo fetal. Silvana Darré. Maternidad y tecnologías de género. (Buenos Aires: Katz, 2013), 171.

 

[20]  Rascovsky, El psiquismo fetal, 10.

 

[21]  Rascovsky, El psiquismo fetal, 16.

 

[22]  Este modelo de mecanismos de defensa primarios desencadenados a partir del nacimiento es característico de la escuela inglesa de psicoanálisis.

 

[23]  Rascovsky, El psiquismo fetal, 53.

 

[24]  Rascovsky, El psiquismo fetal, 72-73.

 

[25]  Rascovsky, El psiquismo fetal, 21.

 

[26]  Rascovsky, El psiquismo fetal, 75.

 

[27]  Fragmentos de un caso clínico presentado por Rascovsky, El psiquismo fetal, 56-57.

 

[28]  Rascovsky, El psiquismo fetal, 66.

 

[29]  Rascovsky, El psiquismo fetal, 69.