doi: https://doi.org/10.25185/9.3
Estudios
Revistas
de Buenos Aires durante la guerra de 1898. La
Biblioteca, La Ilustración
Sud-Americana y Revista de Derecho, Historia y Letras, entre la «cuestión
palpitante» y
las encrucijadas identitarias
Buenos Aires
journals during the 1898 war. La Biblioteca, La Ilustración Sud-Americana y
Revista de Derecho, Historia y Letras, between the «throbbing issue» and
identities crossroads
Revistas
de Buenos Aires durante a guerra
de 1898. La Biblioteca, La Ilustración
Sud-Americana e Revista de Derecho, Historia y Letras, entre a «questão palpitante» e as encruzilhadas de identidade
Paula BRUNO
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET), Argentina.
pbruno@conicet.gov.ar
ORCID iD: https://orcid.org/0000-0003-2877-617X
Resumen: En el contexto de la guerra de 1898 entre España y Estados Unidos por las últimas posesiones coloniales españolas, Buenos Aires se convirtió en un centro en el que se realizaron diversos eventos, movilizaciones y colectas. La presencia de inmigrantes españoles en la ciudad propició estas dinámicas. A su vez, los ámbitos de sociabilidad cultural fueron escenario de conferencias sobre qué significaba la guerra para la vida política e intelectual argentina y latinoamericana. Las nuevas preguntas sobre el orden geopolítico que surgiría de la guerra habilitaron la aparición de nuevas formas de intervención intelectual en América Latina. Figuras de distintas latitudes propusieron interpretaciones y análisis que conformaron repertorios identitarios como el latinoamericanismo, el hispanoamericanismo y anti-imperialismo latinoamericano. A la luz de estos eventos y del surgimiento de nuevas formas de intervención intelectual, este artículo analiza cómo algunas revistas publicadas en Buenos Aires dieron cuenta en sus páginas de los eventos de la guerra de 1898 y sus efectos. Se analizan de manera central La Biblioteca (1896-1898), La Ilustración Sud-Americana (1892-1917), Revista de Derecho, Historia y Letras (1898-1924) con el objetivo de ver qué modalidades adoptaron para intervenir en ese contexto y cómo se tramitaron en sus páginas distintos repertorios identitarios.
Palabras claves: vida intelectual, revistas, anti-imperialismo, Calibán, guerra de 1898, sociabilidades, Buenos Aires.
Abstract: During the 1898 war
between Spain and the United States
caused by the last Spanish
colonial possessions, Buenos Aires became the setting
of different initiatives related to the war,
such as conferences and mobilizations. The significant Spanish immigration in the city encouraged these events. In turn, the cultural circles and groups were the milieu
of dissertations on the meaning
of the war
for the Argentine
and Latin American public
and intellectual life. The new questions about the geopolitical
order that would appear after the war promoted
new ways and forms of intellectual reflection in Latin America. Personalities from different latitudes proposed interpretations and analysis that shaped
identity repertoires, such as Latino Americanism, Spanish- Americanism, and Latin American Anti-imperialism. Considering these events and ways of intellectual intervention, this article analyses how the episodes
of 1898 war were covered by
some journals published in Buenos Aires. It analyses La Biblioteca (1896-1898), La
Ilustración Sud-Americana (1892-1917), Revista de Derecho, Historia y
Letras. The main purpose is to
show how these publications intervened in this context and how they managed
the identity repertoires.
Keywords:
intellectual life,
journals, Anti- Imperialism, Caliban, 1898 war, sociability, Buenos Aires.
Resumo:
No contexto da guerra de 1898
entre Espanha e os Estados Unidos pelas últimas possessões coloniais espanholas, Buenos Aires tornou-se
um centro no qual foram realizados vários eventos, mobilizações e coletas. A presença
de imigrantes espanhóis na cidade favoreceu
essas dinâmicas. Por sua vez, os âmbitos de sociabilidade cultural foram o cenário de conferências sobre o
significado da guerra para a vida política e intelectual argentina e
latino-americana. As novas questões sobre a ordem geopolítica após a guerra permitiram a aparição de novas
formas de intervenção intelectual na
América Latina. Figuras de diferentes latitudes propuseram
interpretações e análises
que conformaram repertórios
identitários como o latino-americanismo, o
hispano-americanismo e o anti-imperialismo
latino-americano. À luz desses eventos e do surgimento de novas formas de intervenção
intelectual, este artigo analisa como algumas revistas publicadas em Buenos Aires deram conta na suas páginas dos eventos da guerra de 1898 e seus efeitos. Analisam-se
principalmente La Biblioteca (1896-1898), La Ilustración
Sud-Americana (1892-1917), Revista de Derecho, Historia y Letras,
(1898-1924) com o objetivo
de ver que modalidades adotaram para intervir neste contexto e como foram configurados na suas páginas diferentes repertórios
de identidade.
Palavras-chave: vida intelectual, revistas, anti-imperialismo, Calibã, guerra de 1898, sociabilidades,
Buenos Aires.
Recibido: 30/10/2020 - Aceptado: 15/01/2021
1898
en Buenos Aires: voces, sociabilidades y empresas editoriales
Las décadas
finales del siglo XIX fueron
intensas en América Latina en lo que se refiere a la conformación de identidades en disputa. Junto con
los repertorios nacionales
de cada país, se esbozaron identidades regionales —como el latinoamericanismo y el panamericanismo—, atlánticas —se cuentan aquí el americanismo
surgido en España y el hispanoamericanismo propuesto en espacios de América Latina—, y constelaciones
de ideas definidas en oposición
a otras —se destacan el anti-imperialismo latinoamericano y el anti-yankismo—. Estos procesos estuvieron enmarcados en un ciclo que se extendió entre las apreciaciones
de José Martí sobre la I Conferencia
Panamericana realizada en
Washington (1889-1890), que terminaron dando forma al ya clásico Nuestra América, y la publicación
del Ariel de José Enrique Rodó (1900).[1]
En particular, el año 1898 fue un año destacado en este ciclo para la vida cultural latinoamericana y habilitó la aparición de nuevas formas de intervención intelectual.[2] La guerra entre Estados Unidos y España por el control de las últimas colonias españolas en América generó un clima de opinión cargado de tensiones que se manifestó en distintos ámbitos públicos. Como indicó Fernández Retamar: «‘el 98’ no es sólo una fecha española, que da nombre a un complejo equipo de escritores y pensadores de aquel país, sino también, y acaso sobre todo, una fecha hispanoamericana, la cual debía servir para designar un conjunto no menos complejo de escritores y pensadores de este lado del Atlántico».[3] En este marco, se gestaron y consolidaron una serie de repertorios de ideas e imágenes sobre España, Estados Unidos y América Latina,[4] y se destacaron voces como las de Paul Groussac, Rubén Darío y José Enrique Rodó. Aunque predominantes, sus intervenciones convivieron con —y articularon— otras formas de expresión en ámbitos y empresas culturales.
En este clima, hubo una capital latinoamericana que ofició de centro privilegiado para poner en circulación y amplificar estas ideas. Como se estudió desde distintas perspectivas, Buenos Aires se convirtió en un escenario efervescente en la coyuntura de la guerra de 1898. Se realizaron diversos eventos, movilizaciones y colectas. La presencia de inmigrantes españoles en la ciudad propició estas dinámicas.[5] A su vez, los ámbitos de sociabilidad cultural fueron escenarios de conferencias y debates sobre qué significaba la guerra para la vida política e intelectual argentina y latinoamericana. Recintos como el Teatro Politeama y Teatro de la Victoria, y ámbitos culturales como el Ateneo y la Sociedad Científica Argentina, devinieron centros que acogieron a conferencistas de distintas latitudes para que disertaran sobre la guerra y sus efectos.[6] Un cronista de la época daba cuenta de cómo el fervor bélico se había adueñado de la ciudad:
Los diarios más renombrados y los de menor fuste en las veleidades de la opinión pública, todos son arrebatados por la curiosidad de
las gentes: los telegramas
se comentan y discuten: las
fiestas y reuniones de la comunidad
española se aplauden y dan
pie de ‘conversación bélica’,
y por todas partes, y en todos los lugares, suposiciones, hipótesis, soluciones guerreras, planes de campaña, asuntos de estrategia y militares motivos, ruedan por las conversaciones de todo el mundo que constituye la opinión pública, hoy favorable, favorabilísima,
en esta dolorosa contienda
de dos grandes pueblos, a la nación
hispana, con todos los países ibero-americanos.[7]
A la luz de estos eventos, del surgimiento de nuevas formas de intervención intelectual, de dinámicas de sociabilidad
cultural atravesadas por la coyuntura,
y del despliegue de novedosas
estrategias de circulación
de la información, este artículo
analiza cómo algunas revistas publicadas en Buenos Aires dieron
cuenta en sus páginas de
los eventos de la guerra de
1898.[8]
Existe un considerable consenso historiográfico que señala que la
guerra de 1898 fue un punto
de inflexión en los modos periodísticos de cobertura de los
conflictos bélicos. También se ha destacado que la expression
«prensa amarilla» surgió
durante el conflicto, y tuvo que ver con el nivel
de detalle con que se presentaban
las atrocidades de la guerra.
A su vez, se atribuye responsabilidad a los medios de prensa en la declaración misma del conflicto por el presidente William McKinley, sobre
todo del New York World (comandado
por Joseph Pulitzer) y del New York Journal (bajo responsabilidad
de William Hearst). Ya con la guerra
desatada, la participación
de Estados Unidos estuvo apuntalada por una campaña de prensa sostenida, encabezada por Hearst, que fomentó
en la ciudadanía norteamericana
un sentimiento de rechazo a
España.[9]
La prensa española, por su parte, desplegó
distintas formas de expresión para generar sentimientos de adhesión en el contexto de la guerra.[10]
En América Latina los diarios cubrieron
la guerra con distintas estrategias; y en Argentina, en particular, periódicos de comunidades étnicas y de tirada nacional se ocuparon de dar cuenta del conflicto.[11]
El impacto de la guerra en las publicaciones periódicas tuvo efectos a escala trasnacional. Este ensayo pretende ser una contribución para comprender esos efectos al analizar cómo en Buenos Aires se mostró y analizó el conflicto en algunas revistas. Los enfrentamientos se dieron en un contexto en el que las empresas editoriales de la vida cultural y diplomática no contaban con plumas expertas para cubrir temas de geopolítica internacional, como el conflicto en cuestión.[12] La hipótesis central de este artículo es que en torno a 1898 se instrumentaron varias opciones de intervención desde páginas de revistas que, a diferencia de los periódicos, no contaban con la presión cotidiana de tener que dar información sobre la guerra en sí, al menos en lo que se vinculaba con los acontecimientos diarios.[13] Optaron, en cambio, por utilizar distintas modalidades de narrar el conflicto y, a la vez, propusieron alternativas para pensar las identidades en disputa en la misma.
Las revistas que se analizan de manera central son La Biblioteca (1896-1898), La Ilustración Sudamericana (1892-1917), y la Revista de Derecho, Historia y Letras (1898-1924).[14] Algunas cuestiones previas para puntualizar: La Biblioteca y la Revista de Derecho, Historia y Letras compartieron un espíritu común. Intentaron ser revistas que, por medio de artículos eruditos, intervenían en la vida cultural y en ciertos debates políticos e intelectuales; ambas trataron de eludir las temáticas de coyuntura y los ritmos cotidianos. Sus respectivos directores, Paul Groussac y Estanislao Zeballos, tuvieron un rol central a la hora de definir líneas de interés y de despliegue de las publicaciones. 1898 significó, además, para estas revistas, un año significativo. Para La Biblioteca fue su año de cierre; para la Revista de Derecho, Historia y Letras fue su año fundacional. Por su parte, la revista La Ilustración Sudamericana, que se publicaba en Buenos Aires desde 1892 —contaba con una edición paralela en Montevideo— no respondía a las características de una revista cultural de corte erudito; era, en cambio, una revista ilustrada. Sin embargo, a diferencia de otras empresas de su tipo, mostró desde sus inicios un interés particular por dar cuenta de las novedades internacionales y, en particular, por los eventos de la vida diplomática latinoamericana.
En suma, las revistas seleccionadas tienen características diferentes entre sí, formatos variables y, probablemente, eran leídas por públicos diversos. En este artículo no realizo un análisis formal de las mismas como soportes, tampoco estudio la recepción de esas revistas como objetos culturales o de consumo.[15] Apunto, en cambio, a dos objetivos: por un lado, analizar comparativamente los ecos que en sus páginas se pueden observar de las voces de figuras de la vida intelectual americana y europea que se pronunciaron en el contexto de la guerra. Por otro, cartografiar las modalidades que estas revistas desplegaron en sus páginas para narrar y analizar el conflicto bélico de 1898. Por una cuestión de claridad expositiva, en las siguientes secciones hago foco en cada una de las publicaciones y sus dinámicas en el contexto de la guerra y, posteriormente, en la sección final, propongo una interpretación general sobre las formas de intervención que estaban disponibles y por las que optaron.
La
Biblioteca y
Calibán: entre la pluma y la voz de Groussac
En el mes de junio de 1896 apareció por primera vez en Buenos Aires la revista La
Biblioteca, dirigida por Paul Groussac,
quien ejercía el cargo de Director de la Biblioteca Nacional de la
Argentina desde 1885. Se presentaba
con intenciones de convertirse
en portavoz de las novedades
de carácter científico, histórico y literario. Se anunció en el prefacio
como órgano mensual destinado a publicar artículos inéditos sobre estas áreas. En líneas generales, el formato de la revista permite inscribirla en una tradición que había empezado a difundirse en el ambiente intelectual porteño durante las décadas anteriores, con la Revista
de Buenos Aires (1863-1871) y la Revista Argentina
(1868-1872/1880-1882), y que continuaría luego de la experiencia de La
Biblioteca, en publicaciones como
otra de las aquí tratadas, la Revista de Derecho, Historia y Letras
(que comenzó a publicarse
en 1898).[16]
Los artículos de la revista tratan cuestiones científicas y culturales en el sentido amplio y decimonónico de ambos términos; quedan fuera temas vinculados con los sucesos estrictamente coyunturales del mundo político (disputas entre facciones políticas, debates cotidianos en la Cámara de Diputados o en la Cámara de Senadores) y los de orden económico; tienen un corte erudito, lo cual diferencia a esta revista de otras en las que el tono estaba más ligado a la contribución periodística, sintética y de opinión.
La publicación recibía un subsidio oficial por ser, al menos como sugería su nombre, un órgano de difusión de la Biblioteca Nacional. En la práctica, actuó como un medio de consagración y prestigio intelectual; en ella se publicaron escritos de destacados hombres de cultura de la época como Joaquín V. González, Miguel Cané, Rubén Darío, Juan Agustín García (h.), Lucio Vicente López, Leopoldo Lugones, Bartolomé Mitre, Lucio V. Mansilla, Ernesto Quesada, Luis M. Drago y Antonio Dellepiane, entre tantos otros. La revista fue considerada como una empresa modernizadora por figuras como Miguel Cané o Rubén Darío, quien se refería a ella como «nuestra Revue de Deux Mondes».
La experiencia de esta publicación cesó en 1898. Ese año Groussac fue instado por Luis Beláustegui, Ministro de Justicia, Culto e Instrucción, a dejar de criticar las labores intelectuales de un funcionario público clave para la coyuntura, Norberto Piñeiro, quien estaba comisionado entonces en funciones diplomáticas en las discusiones limítrofes con Chile. El director de la revista entendió este hecho como un acto de «censura ministerial» y decidió interrumpir la publicación, que consideraba «una empresa civilizadora» que bajo ningún punto de vista admitiría censuras.[17] El último número de la revista es usualmente citado para dar cuenta de esta trifulca.
Reviso aquí, en cambio,
esa última aparición de la revista a la luz
de los sucesos de la guerra
de 1898. Como anticipé, Groussac
fue una de las voces destacadas
en ese contexto. Adquirió este estatus por su participación en un evento ocurrido en Buenos Aires y
que tuvo amplia repercusión en América Latina. En el
marco del clima bélico, el 2 de mayo de 1898, se realizó en el Teatro de La
Victoria un acto organizado
y patrocinado por el Club
Español en el que participaron
como oradores Roque Sáenz
Peña, Paul Groussac y José Tarnassi.
Mientras que el último presentó una oda al pueblo español y la guerra en forma de poema, Groussac y Sáenz Peña retomaron
en sus discursos distintos ángulos de observación para analizar la contienda entre Estados Unidos y España. Las intervenciones
de los tres oradores fueron publicadas en un folleto con un prólogo de
Severiano Lorente.[18]
En este acto, el discurso de Groussac presentó en términos contundentes la guerra de 1898 como conflicto cultural, además de geopolítico. Se trataba, desde su perspectiva, de un enfrentamiento de los valores de la latinidad versus los del yanquismo. El discurso está cargado de imágenes contundentes que ya había esbozado o desarrollado en su libro Del Plata al Niágara (1897).[19] El volumen recogía ensayos y reflexiones surgidos al calor de un viaje que concretó en 1893 por Chile, Perú, México, algunos puntos de América Central y Estados Unidos, en su travesía para llegar a representar como comisionado a Argentina en el World’s Congress de Chicago de 1893.
La publicación de Del Plata al Niágara suscitó interés en la comunidad intelectual iberoamericana. Tres reseñas de plumas destacadas de la época así lo constatan. La primera fue publicada en las páginas de La España Moderna (Madrid) y firmada por Eduardo Gómez de Baquero, crítico literario español de amplio prestigio. En la misma se subraya que el libro de Groussac venía a suplir una ausencia de conocimiento:
a pesar de ‘los estrechos lazos’ que unen
a España con las Repúblicas hispanoamericanas, lazos de los que se habla mucho
de algún tiempo a esta parte y que en realidad existen o deben existir,
atendidas la filiación y lengua de aquellas naciones, la verdad es que la
mayoría de los españoles sabemos muy poco de ellas […] Son, pues, de utilidad
para el público español los libros capaces de llenar esta laguna. Entre ellos
merece un puesto señalado el que con el título Del Plata al Niágara ha
publicado recientemente Mr. Paul Groussac.[20]
Otra recensión que ponderaba
el libro de Groussac se publicó Revue Hispanique (París). La misma reviste interés por varios aspectos: en primer lugar, la redactó el director de la revista,
Raymond Foulché-Delbosc, un reconocido
filólogo hispanista. En segundo lugar, se encargaba de señalar que el libro era superador
en relación a otros relatos de viaje de europeos en América; justamente porque se trataba de un libro escrito por un francés afincado hacía tiempo en un país americano, este hecho le otorgaba otro tipo de espesor
y óptica a sus reflexiones
a la hora de contar las realidades
americanas.[21]
La tercera reseña que me interesa destacar se publicó en la Revista
Brazileira (Río de Janeiro), y está firmada por Manuel de
Oliveira Lima, figura central de la vida intelectual y diplomática de entonces; el autor señalaba
algunos contrapuntos con las consideraciones
sociológicas que Groussac esbozaba en el libro, pero encontraba
en sus miradas sobre el continente interesantes
consideraciones para comparar
países como Chile, Perú y
México. Por su parte, destaca que la voz del autor se diferenciaba de las de
sus contemporáneos porque
no estaba atravesada por
las pasiones del patriotismo.
En este sentido, reivindicaba a Groussac por estar alejado tanto del patriotismo francés como del argentino.[22]
Las sugerencias de estas reseñas permiten notar que la voz de Groussac, gracias a la publicación de Del Plata al Niágara, generó interés en una comunidad letrada atraída por asuntos hispano o iberoamericanos. La publicación lo había posicionado como un conocedor del despliegue político y cultural del continente. En la misma, sus reflexiones sobre Estados Unidos proyectaron una imagen peyorativa del país del Norte, descrito de manera recurrente como una nación que carecía de historia y tradiciones, que suplía su falta de espesor cultural con el gigantismo de sus edificios, y cuya carencia de ideales le vedaban la posibilidad de ser una nación que articulara las relaciones del continente americano. Pero si bien estas ideas estaban esbozadas en el libro, fue en el discurso que pronunció en el Teatro de la Victoria donde la intensidad dada por la oralidad en el contexto del conflicto generó imágenes contundentes y acentos efectistas. El evento asumió una espectacularidad cubierta en varias crónicas de periódicos. Por ejemplo, en la sección «Noticias Argentinas», de El Courrier Franco Oriental (Montevideo) se subrayaba:
Anoche efectúese en el Teatro de la
Victoria la conferencia política que los doctores Roque Saénz Peña y José Tarnassi dedicaron a la colectividad española. La
concurrencia fue enorme. El teatro estaba profusamente adornado con flores y
banderas. Roque Sáenz Peña protestó enérgicamente contra la intervención de los
Estados Unidos en los asuntos de las colonias de España. Paul Groussac hizo un
magnífico panegírico de España y recordó las efemérides que tiene en su
historia evocadora.[23]
Mientras describía en su
elocución una España hidalga,
valiente y conquistadora, Groussac desprestigiaba la grandeza material y superficial de los norteamericanos,
criticaba demoledoramente su concepción del gobierno libre —considerándola
una distorsión caricaturizada
de los principios políticos
ingleses— y comparaba todo lo que sucedía en el país del norte
con un organismo amorfo y
bestial. Estas imágenes,
que en Del Plata al Niágara fueron sintetizadas varias veces con la expression «mammoth»,
se condensaron en la imagen del Calibán:
«desde la guerra de Secesión
y la brutal invasión del Oeste, se ha desprendido libremente el espíritu yankee
del cuerpo informe y ‘calibanesco’; y el viejo mundo ha contemplado con inquietud y
terror a la novísima civilización
que pretende suplantar a la
nuestra, declarada caduca».[24]
El uso de la figura del Calibán para definir a Estados Unidos, inspirada en el famoso personaje de La tempestad de Shakespeare,[25] fue amplificado días después del evento del Teatro de la Victoria en un artículo firmado por quién ya la había utilizado con distintas modulaciones en los últimos años: Rubén Darío.[26] Nacía de este modo el texto conocido como «El triunfo de Calibán». Se encuentran en sus líneas elocuentes trazos para describir a los Estados Unidos y sus habitants «los aborrecedores de la sangre latina», «los Bárbaros». Entre otras consideraciones, se destacan las siguientes:
Y los he visto a esos yankees,
en sus abrumadoras ciudades de hierro y piedra y las horas que entre ellos he
vivido las he pasado con una vaga angustia. Parecíame
sentir la opresión de una montaña, sentía respirar en un país de cíclopes,
comedores de carne cruda, herreros bestiales, habitadores de casas de
mastodontes. Colorados, pesados, groseros, van por sus calles empujándose y
rozándose animalmente, a la caza del dollar.
El ideal de esos calibanes está circunscripto a la
bolsa y a la fábrica.[27]
El texto de Darío,
publicado el 30 de mayo en el periódico El Tiempo de
Buenos Aires, fue profusamente
republicado ese año. Algunas de las reproducciones se encuentran en La Época de
Madrid (20 de agosto), La Vanguardia
de Barcelona (22 de agosto), El Cojo Ilustrado de Caracas
—con el título «Rubén Darío combatiente»— (1 de octubre), Don Quijote de Madrid —bajo el título ¡«Los yanquis»!— (25 de noviembre).[28]
El efecto multiplicador y
las controversias que generó
el texto de Darío,[29]
se vieron reforzados por la
reproducción de la conferencia
de Groussac en periódicos y
revistas. Además de transcribirse total o parcialmente
en periódicos argentinos, tuvo inmediata recepción en el marco rioplatense. Se publicó en La Razón de
Montevideo (5 y 6 de mayo) y se comentó en el ya mencionado
Courrier Franco Oriental. Se publicó el mismo año
en folleto y, años después, el mismo
Groussac lo sumó a la edición de 1904 de su libro El viaje intelectual.[30] En lo que
se refiere a las reproducciones
en revistas, además de dos
de las aquí analizadas, fue publicado un extracto de la conferencia bajo el título «Llegada de Colón a
Barcelona», en Almanaque Sud-Americano.[31]
De este modo, la publicación de Del Plata al Niágara
y las declaraciones de Groussac
en el Teatro de la Victoria, amplificadas
por la crónica de Darío, tuvieron
un impacto de dimensiones americanas y europeas. Como sugirió hace ya
varias décadas Real de Azúa, Groussac fue una de las voces predominantes
a la hora de condenser «núcleos temáticos» en los que Estados Unidos devino recurrentemente «el polo dialéctico de la negatividad» —piénsese, por ejemplo,
en los ecos del par yanquismo-latinidad
que replican en otros opuestos: bárbaros-civilizados, materialismo-espiritualismo, advenedizos
de la historia-portadores de la tradición,
cultura-naturaleza—. A la vez
que su voz adquirió una proyección rioplatense,[32]
marcó un momento de cristalización de ideas e imágenes
para pensar las disputas identitarias entre América Latina y Estados
Unidos que se proyectó entre los contemporáneos,[33]
y tuvo ecos en las generaciones posteriores.[34]
Es decir, en el mismo año
en el que Groussac estaba protagonizando problemas en la dirección de La
Biblioteca por ser considerado un adversario intelectual severo de un representante diplomático en el marco de las discusiones con
Chile por las cuestiones limítrofes,
devino una voz que articulaba un discurso de proyección transnacional y de llamamiento de unidad hispanoamericana para hacer frente al avance de Estados Unidos. En esta coyuntura, el gesto
último de Groussac en las páginas de la revista que había fundado y manejado de manera personal y donde había publicado
numerosos trabajos de su autoría, fue
intervenir replicando su propia voz.
En el último tomo de su empresa
editorial, se encuentra una sección
entera dedicada a reproducir
las conferencias pronunciadas
por Roque Sáenz Peña y por él mismo
el 2 de mayo en el Teatro
de la Victoria —no se reproduce, en cambio, el poema de José Tarnassi.[35]
Mientras que sus opiniones parecían articular intenciones identitarias de proyección hispanoamericana, en su revista, estas conferencias se reprodujeron bajo
un sobrio título: «Por España». Apenas
termina la reproducción de los discursos,
se encuentra el artículo de cierre de la revista. Desaparecía La
Biblioteca, una empresa que había
convertido a su director en
un árbitro de la vida intelectual argentina; surgía la voz de Groussac como figura
clave en la organización de entramados
de un ideario antiimperialista
latinoamericano e hispanoamericanista.[36]
La
Ilustración Sud-Americana: opinión americana, relatos premonitorios y conferencias
La Ilustración
Sud-Americana. Publicación quincenal
de las Repúblicas Sud-Americanas se publicó por primera
vez en diciembre de 1892 (el primer número indica que la
ciudad de edición es Buenos Aires, años después se anunciaba una edición paralela en Montevideo) y estaba dirigida y fundada por Rafael Contell y Francisco María Conte; además,
se mencionaba como director
literario a Antonio Atienza y Medrano (a lo largo de
los años hubo cambios en la dirección y en la redacción).[37]
Desde su primer número dejaba planteada
una agenda que intentaba mantenerse
al margen de los problemas
de coyuntura. Como meta, señalaban
sus editores: «registrará, pues, cuidadosamente esta publicación todos los acontecimientos concernientes a la vida política de los pueblos sudamericanos;
pero no traspasará jamás los límites de la crónica, ni invadirá
terrenos que atiende están vedados por su misma naturaleza».[38]
Luego de realizar una evaluación
sobre la prensa diaria y las revistas abocadas a la ciencia y a la cultura, los redactores dejaban claro su programa: «tomando por punto de partida esos meritorios
ensayos y por modelo los periódicos ilustrados más notables en la prensa europea y norteamericana, esta publicación se esforzará en corresponder a su título, no solo bajo su aspecto científico
y literario, sino también bajo el artístico».[39]
A tono con lo que sus promotores señalaban, varios estudios han planteado que la revista compartía rasgos con otras publicaciones ilustradas contemporáneas americanas y europeas. En las páginas de la misma convivían notas de opinión sin firma, una notable cantidad de fotografías y láminas, noticias sobre los países de la América hispana y algunos textos firmados que, por lo general, eran reproducciones parciales o totales de textos generados en otros formatos, o para otras publicaciones. Así, aunque se pueden rastrear firmas como las de Calixto Oyuela, Rafael Obligado, Lucio V. Mansilla o Estanislao Zeballos, los textos de autoría de estas y otras figuras intelectuales estaban, en general, pensados para destinos diferentes a los de sus páginas. Es notable, además, el esfuerzo por replicar textos de voces de la vida latinoamericana, como Ricardo Palma, Rubén Darío, Enrique Gómez Carrillo y otros.
Desde mi perspectiva, la revista es una fuente privilegiada para el estudio de la vida diplomática y cultural en las Américas, dado que en sus páginas se ve la intención de pensar más allá de las fronteras nacionales —ya desde su título— y es visible un esfuerzo por dar cuenta de conexiones y relaciones americanas e hispanoamericanas. Por su parte, se ve una clara intención de cubrir los movimientos de figuras de la vida diplomática entre países —por medio de semblanzas de diplomáticos y otros comisionados a labores en países diferentes al de origen— y es evidente la determinación de dar cuenta de eventos de convivencia entre naciones, como congresos americanos y panamericanos, exposiciones de proyección continental, y otros momentos de encuentro entre naciones. Por estos motivos, la revista tenía una tendencia a mostrar lazos y afinidades de dimensión regional de manera sistemática.
Con estas intenciones de subrayar la confraternidad, la guerra de 1898 se presentó como un desafío. En sus páginas, el 1 de mayo, los redactores expresaban su plena conciencia acerca de la guerra como asunto de centralidad avasalladora. Se lee en las columnas de apertura, tituladas «Cosas y quiscosas»:
Es el asunto del día, el de la quincena; y
lo será tal vez por algunos meses, en todos nuestros círculos sociales. A la
cuestión de límites con Chile; a los cabildeos de la política y las
murmuraciones sobre la marcha financiera de los gobiernos que administran
nuestros intereses; a los arreglos chileno-peruanos que el telégrafo nos
transmite […] a los acuerdos y desacuerdos de las cosas uruguayas, y a las
dificultades, revoluciones, y demás percances de los demás países sudamericanos;
a todo cuanto constituía base o fundamento de parleras disquisiciones, ha
venido a sustituir el tema de la guerra hispano-americana.[40]
Según señalaba la publicación, «gente pensadora en los países americanos» parecía estar, indefectiblemente, a favor de España. Los redactores señalaban —con un dejo de ironía— que la «cuestión de Cuba» había quedado atrás; había llegado el momento de los «¡Viva España!». La pregunta quedaba claramente planteada: ¿cómo participar en ese clima de opinión desde las páginas de una revista ilustrada?
Las respuestas a este interrogante fueron varias. Pueden rastrearse en las páginas de la revista cuatro recursos diferentes entre sí para participar del fervor bélico. El primero se basa en la consideración de que ciertas voces de autoridad podían dar cuenta de lo que estaba sucediendo y dar indicios para comprender el conflicto. En este sentido, se destacan dos artículos. Por un lado, uno firmado por Luis V. Varela, descrito como «Magistrado Argentino». Varela, nacido en Montevideo y reconocido con el cargo de Juez en la Corte Suprema de Justicia de Argentina, firmaba un texto titulado «La Guerra inicua. Mackinley [sic] ante el derecho. La constitución y las leyes violadas».[41] El texto, quizás publicado unos días antes en otro soporte —está fechado el 24 de abril de 1898— revisa algunos aspectos de la constitución de Estados Unidos y de la toma de decisiones de William McKinley. Luego de algunos argumentos basados en consideraciones de derecho internacional y jurisprudencia, el texto asume un tono de marcada defensa a España, que concluye con una sentencia: «la causa de España es hoy la causa de la humanidad».
Además de darle lugar a la firma de un magistrado, el otro texto que interpela a quien se considera una voz de autoridad se reproduce con el título «La guerra hispano-yankee. Opinión de autoridad». Con este título se introducen unas notas del «teniente coronel de ingenieros de España y especialista en asuntos militares, señor Jenaro Alas». La estrategia de intervención se describía con las siguientes palabras: «tomamos los siguientes párrafos, que creemos serán de interés para lo que sigue en desarrollo de los acontecimientos de la guerra hispano-yankee». El comentario parte de la idea de que «los Estados Unidos carecen de tradiciones militares»; posteriormente señala errores del país del Norte a la hora de diseñar las estrategias de guerra, pero también las limitaciones en España. La conclusión es que la guerra es un conflicto entre buques.[42] En el contexto del conflicto, Jenaro Alas realizó varias presentaciones en el Consejo de Ministros de España que eran seguidas por la prensa española y americana con atención; ocupaba, además el rol de diputado por Sanctis Spiritus, Santa Clara, Cuba.[43] Es decir, en este caso, la voz de autoridad estaba legitimada en un doble rol: militar y conocedor de la situación cubana.
Una segunda forma de dar cuenta del clima bélico que se puede rastrear en las páginas de la revista es el de publicar fragmentos de libros sobre asuntos de guerra de décadas anteriores, o relatos de viajes a Estados Unidos y a España publicados en los años previos al conflicto bélico. Se encuentran en distintos números de 1898, por ejemplo, fragmentos breves del viaje a España de Rafael Sánchez Lizardi,[44] los comentarios de Carlos Lix Klett acerca de su gira por Estados Unidos —visitas a universidades, fábricas y establecimientos agrícolas[45]—, y fragmentos del viaje del español Rafael Puig y Valls por Estados Unidos.[46] La reproducción de estos textos apunta a mostrar impresiones de corte sociológico sobre las dos naciones en conflicto. De alguna manera, se sugiere que la disputa entre estas dos naciones estaba inscripta en sus propias dinámicas internas. Se publicaron fragmentos que, además, subrayan la diversidad de características de España y Estados Unidos, que pueden sintetizarse en la oposición entre tradición —España como síntesis del Viejo Continente— y modernidad —Estados Unidos como nación pujante del continente americano—.
Junto con los relatos
de travesías, se publicaban
otros textos producidos con anterioridad, pero que, en consideración de los
redactores de La Ilustración
Sud-Americana, revestían una «indiscutida actualidad» para pensar en las dinámicas de la guerra y la paz.
Es el caso de unas páginas de autoría de Juan Bautista Alberdi descritas
como «nacidas al calor de la contienda franco-prusiana» que bajo el título
«La Guerra Moderna» se publican in extenso.[47]
El tercer recurso que se puede rastrear en la revista coincide
con una práctica que devino
bastante usual en estos años: la impresión de conferencias signadas por la coyuntura que se pronunciaban en ámbitos de sociabilidad reconocidos, como academias, círculos literarios y ateneos. En general,
se trataba de reproducciones
de alocuciones ocurridas en
ámbitos asociados a las publicaciones que los difundían
en letra impresa.[48]
La Ilustración
Sud-Americana no era el órgano de un ámbito de sociabilidad concreto y, pese a que varios de sus redactores y fundadores eran de origen ibérico, no se presentaba como publicación de la comunidad étnica española. Así, en el contexto de 1898, optó por reproducir varias de estas intervenciones de intelectuales pronunciadas en distintos cenáculos. Por un lado, bajo el título «El 2 de mayo en el “Victoria” »
se replicaron de manera
total los ya referidos discursos de Sáenz Peña, Groussac
y Tarnassi sin ningún tipo de acápite, aclaración o comentario. Estas voces parecían haber asumido un efecto casi oracular en el despliegue de la guerra. La apuesta de los redactores puede notarse en una reorganización del
orden en el que publicaron las intervenciones,
que alteran las que señalan
las crónicas de los periódicos
y el programa de la función —Saénz Peña, Groussac y Tarnassi—; en este caso, se publicó
en primer lugar el discurso de Groussac, en segundo lugar el
poema de Tarnassi y, por último, la conferencia de Roque
Sáenz Peña.[49]
Apenas dos números después,
bajo el título «En el
Ateneo» se encuentra un comentario introductorio de Calixto Oyuela, ferviente
defensor de España, para presentar
otra de las conferencias
que tuvo marcada repercusión en los meses de la guerra.
La misma llevó el título «La Doctrina Monroe y la
América Latina»
y fue pronunciada por
Alberto del Solar el 20 de junio
de 1898 en el Ateneo.[50] La conferencia de del Solar, figura
de la vida letrada chilena, se refería a la violación ejercida por el «coloso norteamericano», y a los derechos de la «desgraciada España» sobre sus últimas posesiones.[51]
A su vez, argumentaba que «nuestra madre común» no pretendía violentar las intenciones de Cuba
de ser independiente. Despuntaba
en esta apreciación un argumento interesante; el conferencista destacaba: «se puede ser buen
hijo de la América emancipada
[…] y admirar, al mismo tiempo, el brío,
la hidalguía, el heroísmo hispanos».[52] La conferencia había,
de alguna manera, devuelto un lugar a Cuba en el escenario de la guerra. Una Cuba que no aparecía casi referida como
«hermana» en otros
discursos pronunciados por
voces intelectuales de América Latina.[53]
Estas declaraciones destrababan, de este modo, la tensión España/Estados Unidos y sumaban nuevas preguntas sobre la independencia cubana. Los ecos de la conferencia y el entusiasmo que le había generado a Oyuela se expresó en la fórmula: «falta ahora que sea
impresa en folleto». De hecho, fue publicada en este formato y devino una referencia usual en textos que han estudiado en el largo plazo el rol
de la Doctrina Monroe en las decisiones
de política exterior norteamericana.[54]
La cuarta forma que la revista dinamizó fue explicitada a comienzos de mayo con estas palabras: «en nuestras columnas anotamos algunos de los brillantes artículos de escritores de ambas orillas del Plata y hemos de continuar agrupando los que en lo sucesivo se escriban, como antecedentes históricos de la cruenta guerra que se inicia en los postreros años del siglo».[55] La propuesta de tomar escritos de otros diarios y organizar las voces de lo que solían denominar «opinión sud-americana» puede verse puesta en acción en varias páginas de la revista en las que se reprodujeron textos publicados por medios de prensa de distintas latitudes. Destaca en este sentido la apuesta desplegada en el número 129. Bajo el título general «La actualidad. Por España (La opinión Sud-Americana)», se encuentran reproducciones de fragmentos de textos misceláneos como los siguientes: «La cuestión palpitante», con firma de Julio Herrera Obes (con la aclaración «Ex Presidente de la República Oriental del Uruguay», una vez más se utilizaba aquí el recurso de la voz autorizada), «Oda a España», un poema de Calixto Oyuela (debajo de su nombre se lee «Argentino»), que circuló ampliamente en el contexto de la guerra; y varios textos de periódicos: un fragmento firmado por Sr. Ariel J. Pérez que aclara entre paréntesis «De La Razón de Montevideo»; otro con el título «España», con la indicación «De Tribuna de Buenos Aires»; párrafos titulados «Brigantaggio», provenientes de «La Patria degli Italiani, Buenos Aires»; «La guerra hispanoamericana», con la referencia «De El Tiempo de Buenos Aires»; «La Madre Patria», referido como un fragmento proveniente de «De El Bien de Montevideo»; «Por España» proveniente «De El Porvenir de Santiago de Chile»; «España y Estados Unidos» procedente de «De El Heraldo de Valparaíso». Esta composición miscelánica no está acompañada de ninguna aclaración, introducción o jerarquía clara. No se aclara la fecha de publicación de los fragmentos y no siempre cuentan con firma. Sin embargo, hay un énfasis en destacar los nombres de los periódicos y las ciudades de origen de los mismos. La apuesta parecía intentar ofrecer una especie de coro americano que podía revelar, al menos, dos cuestiones: por un lado, la importancia que se le daba desde la revista a los diarios a la hora de cubrir las noticias de actualidad de la guerra; por otro, la centralidad de esta puesta en escena por una revista ilustrada de presentar fragmentos inconexos entre sí a priori, pero considerarlos representativos de la «opinión sud-americana». Esta puede ser la explicación del énfasis a la hora de mostrar diversas voces de Buenos Aires —diarios étnicos y periódicos de tirada nacional—, Santiago de Chile, Valparaíso y Montevideo.
En suma, La Ilustración Sud-Americana optó por diferentes modalidades de expresión en el contexto de la guerra. En sus páginas convivieron conferencias de coyuntura, relatos de viaje publicados en el último cuarto del siglo XIX, artículos de voces de autoridad, textos generales sobre la guerra escritos por intelectuales destacados de América Latina, y fragmentos de notas periodísticas. Todo ello esbozaba una composición que, lejos de mostrar unidad, daba cuenta de la amplitud de voces que podían sumar información e ideas para pensar la guerra y las identidades en disputa en su contexto.
Revista
de Derecho, Historia y Letras: imperialismo, expansionismo y Derecho Internacional
Entre 1898 apareció el primer número de la Revista de Derecho Historia y Letras, fundada y dirigida por Estanislao Zeballos y pensada como una publicación de aparición mensual.[56] En su prospecto se indicaba:
la acción de la Revista será materia de
derecho, crítica y científica […] Los estudios históricos están incorporados a
las grandes escuelas jurídicas, su enseñanza es virtud fundadora […] La crónica
tiene para sus páginas un interés secundario, pero felizmente empieza la
literatura histórica en la República y en América el período de la crítica y la
filosofía […] No será extraño a este plan el estímulo de la cultura literaria.[57]
Si estas eran sus intenciones iniciales, para comienzos del siglo XX, la revista estaba posicionada como un órgano para intervenir sobre temas ligados al Derecho Internacional y los vínculos entre naciones.[58] Temas de geopolítica, relaciones, tratados y convenciones internacionales, fueron incorporados con ampliado interés en la revista en forma de artículo erudito. El despliegue de la guerra, la firma del Tratado de París y sus efectos en territorios americanos, coincidieron con los años iniciales de la revista. Para entonces, los intereses de Estanislao Zeballos en política internacional y su trayectoria diplomática eran conocidos en el continente americano y en el europeo.[59] La posibilidad de comandar la revista se convirtió, entonces, en un ejercicio de curaduría abierto a posibilidades para su director, que contaba con la posibilidad de detectar y seleccionar contenidos para presentarlos en las páginas de la publicación. Encuentro que en las páginas de la Revista de Derecho, Historia y Letras se desplegaron cuatro modalidades de intervención respecto de la guerra.
La primera opción se encuentra en el tomo inaugural de la revista y hace uso, en sintonía con lo reseñado para La Ilustración Sud-Americana, de la voz de autoridad militar. Se encuentra allí un artículo titulado «Las matemáticas del desastre», de Enrique Howard (presentado como «el comodoro Howard») con un tono que combina consideraciones técnicas y un llamamiento a aunar las fuerzas hispanoamericanas. En este caso, no se trata de la reproducción de un texto originalmente publicado en otro lugar. Zeballos señala que solicitó a un mando militar un comentario sobre los episodios bélicos. El texto propone un análisis de las potencialidades y límites de la marina española y ofrece sentencias a tono con las discusiones de derecho internacional contemporáneas. Se señala, por ejemplo:
la guerra, cuya probabilidad no era un
misterio para nadie, dado el alcance doctrinario y práctico de Monroe sobre
proteccionismo americano, se inicia entre España y Estados Unidos, y al más
negado en la materia no se le hubiera escapado que el éxito estaba librado al
poder naval de una y otra potencia […] Huérfana y aislada la armada española,
sin el robusto sostén de una cabeza dirigente que le inculcara administración y
disciplina, pierde al instante su vigor e iniciativa, se sostiene con languidez,
gira acobardada e ineficaz dentro del elemento limitado de su acción, lo
recorre con embarazosa lentitud, restringe y contrae las operaciones que le
hubieran dado prestigio y vida, y viene, al fin, a morir de inacción y
parálisis. Tenía que suceder: estaba escrito.[60]
Al darle voz a una figura que ocupó a lo largo de su trayectoria cargos de Comodoro, Vicealmirante y Capitán de fragata, parece que la apuesta de Zeballos era mostrar
un análisis especializado
de la contienda en términos
de estrategia militar.[61]
La segunda modalidad que se puso en acción en las páginas de la Revista
de Derecho, Historia y Letras fue la traducción de artículos de periódicos y revistas que, generados en otras geografías, fueron considerados de interés para comprender el fenómeno
de la guerra. Mientras que,
en algunos casos se trata de traducciones de textos asociados directamente con la guerra, en otros, Zeballos seleccionó intervenciones que revestían, desde su perspectiva,
interés. Este es el caso de los fragmentos comentados de una entrevista a
Cecil Rhodes. En nota al pie, el director aclara que, enterado por el telégrafo de esta entrevista, decidía dar a conocer
a los lectores estas opiniones. En el texto, Rhodes realizaba consideraciones sobre cómo Estados Unidos contaba con todo lo necesario para avanzar sobre Sud América, comparando esta situación con la de Inglaterra respecto de Sudáfrica; de hecho, hacía prácticamente un llamamiento a que Estados Unidos avanzara determinadamente sobre el control del resto del continente. Seleccionar y exponer las opiniones de Rhodes, descripto como «el renombrado e infatigable promotor y agitador
de las posesiones inglesas
al sur de África», una controvertida figura en el contexto
de imperialismo, no parecía
una elección inocente.[62]
El buen tino de Zeballos al
reseñar la entrevista y
usar algunas citas textuales de la misma, y otras traducidas, puede verse constatado por las repercusiones que esa entrevista y otras con contenido similar tuvieron durante esos años
en la prensa internacional.[63]
El texto fue publicado con el título «Los americanos en Sur América» y se señalaba que era una traducción
del New York Herald, realizada por R. Pérez.[64]
Si elegir la figura de Cecil Rhodes para opinar
sobre cuestiones de imperialismo y geopolítica muestra a un Zeballos atento al clima internacional, no es menos interesante su decisión de dar espacio en las páginas de la revista a la traducción de dos textos de James
Bryce que habían sido publicados en The Forum de Nueva York,[65]
y en Harper’s New Monthly Magazine.[66]
Bryce era ya una figura reputada en tanto autor de The American Commonwealth (1889)[67] y una voz autorizada en tanto conocedor de Estados Unidos, de su constitución y de las dinámicas de política interna y exterior. Por su parte, era un detractor de la política expansionista británica que condujo a la guerra anglo-boer. Sus dos textos fueron traducidos bajo el mismo título «Nueva política exterior norteamericana»,[68] y se señala en la nota al pie del primero que las traducciones fueron realizadas por Domingo de Vivero.[69] Puede atribuirse a Zeballos —y a sus conexiones[70]— la lucidez para dar con estos textos de Rhodes o Bryce, y mostrar en las páginas de la revista dos polos de un debate tácito entre defensores y detractores del imperialismo.
Otra modalidad que se ve
en la revista se advierte
en dos textos de opinión
con firma. Consisten en reflexiones sobre Estados Unidos, España y América Latina que, si bien no hacen referencia explícita a la guerra, comparten el clima de evaluación
acerca de las tensiones
entre nuevo y viejo continente,
sintetizadas en expresiones
que oponen valores sajones y valores latinos. El primero se titula «Situación y futuro de la América española». Se trata de unas observaciones que «en forma
de carta», según aclara la
nota al pie, le hacía llegar
Paulino Alfonso desde Santiago de Chile (con fecha 21 de junio de 1898) a
Estanislao Zeballos. Alfonso aprovechaba esta epístola a Zeballos para hacer un balance sobre lo que acaecía en la América de habla hispana, y comparaba su situación con Estados Unidos. Sus declaraciones,
en tanto figura de la vida
cultural chilena, ponían
los acentos en una lectura pesimista sobre América Latina: «el espectáculo que se ofrece al espíritu medianamente observador y estudioso, al echar una mirada sobre el
conjunto de la América española, no es por cierto halagüeño. Juzgo exactísima la idea de que
la civilización hispano-americana
está retardada».[71]
A esta realidad, contraponía lo «realizado en la
gran república norteamericana.
Es que allí, fuera de las condiciones naturales y especialmente
propicias de la situación geográfica, de los mares y los climas,
de las tierras y los ríos, hubo
alguna educación y hubo alguna libertad».
La epístola presenta las tensiones entre una tierra de libertades
y un sistema político en funciones, y una región de
caudillos y políticas facciosas
demasiado atenta al ingrediente popular. Alfonso era un conocedor
de las dinámicas norteamericanas,
tempranamente había recorrido el país
del Norte oficiando de secretario
de su padre en la I Conferencia
Panamericana en Washington; a su
vez, las cuestiones de arbitraje internacional estaban entre sus temas de interés como jurista.[72]
El tono de Alfonso refleja
un clima de opinión que en
los cenáculos intelectuales
de Santiago estaba bastante
extendido. Sus observaciones
positivas sobre Estados Unidos, de hecho, son coincidentes con las que Enrique Rodríguez Mendoza pronunció en 1899 durante una conferencia resonante en el Ateneo de Santiago.[73]
La segunda contribución que aporta reflexiones generales propone ya desde su título, «Anglosajones y latinos», la contraposición señalada en el párrafo anterior, y está firmada por Felipe Senillosa, en Génova, el 1 de enero de 1900. Terminada ya la guerra y firmados los Tratados de París, el texto hace hincapié en «la decadencia heroica de España» y subraya cómo «los Estados Unidos progresan rápidamente (gozando) de mayor libertad, de más orden, de más vitalidad moral», todas características que «han motivado la idea de la superioridad de la raza».[74] Senillosa, un miembro destacado de esta familia, que combinaba sus negocios agrícolas con su interés por el espiritismo, ponderaba, como parte de sus hermanos y primos, las virtudes comerciales y emprendedoras de los norteamericanos y veía en el país del Norte un modelo,[75] a tono con las consideraciones apenas reseñadas de Paulino Alfonso.
Zeballos, al mando indiscutido de la revista, parece haber captado el rol central de la prensa en el contexto de la guerra, como se puede constatar en las traducciones seleccionadas de entrevistas y artículos de opinión. En un sentido complementario, en la revista se encuentra un artículo que hace específicamente foco en este fenómeno. Se trata de una contribución firmada por Julio Carrié, que devino una especie de corresponsal sui generis del estado de situación en Estados Unidos. Bajo el título «La cuestión Filipinas y la opinión americana»,[76] Carrié se ocupó de mostrar una discusión que se estaba dando a ritmo cotidiano en la prensa y entre los hombres de la política sobre el expansionismo norteamericano y la anexión de Filipinas. El artículo reviste interés porque el autor se ocupa de comentar cómo en dos medios de prensa se estaba desplegando el mencionado debate. Es decir, Carrié oficiaba como un lector de la prensa norteamericana que comentaba, a su vez, a lectores argentinos qué estaba sucediendo en los periódicos en el contexto del fervor bélico. Centraba su atención en el New York Times y el New York World. Subrayaba que en el debate se utilizaba el concepto de «imperialismo» y el vocablo «expansión» para describir fenómenos que se ponderaban con distintos acentos. La sorpresa del corresponsal a la hora de cubrir la discusión candente en la prensa le da una tonalidad fresca, casi coyuntural, que es notablemente diferente a la que en general se encuentra en las páginas de la revista. Apenas un años después, el autor de esta nota tradujo al español Gobierno y administración de los Estados Unidos, de Benjamin Harrison.[77] Sumaba así su pluma a la lista corta de los conocedores argentinos de la política y el pensamiento norteamericano.
Consideraciones
finales
Los redactores de una de las revistas aquí analizadas, La Ilustración Sud-Americana, señalaban durante la guerra:
En tales circunstancias, extraordinarias y
solemnes, los que escribimos para el público y creemos que la prensa periódica
tiene una misión más alta que la de ser simple receptáculo de noticias y
telegramas, muchas veces falsos y absurdos, faltaríamos a nuestro deber, si por
debilidad, conveniencia o hipocresía esquivásemos el dar nuestra opinión franca
y categórica sobre las causas del conflicto, y la parte a quien incumbe su
responsabilidad tremenda.[78]
Esta reflexión es un indicio para analizar cómo los conductores de las publicaciones periódicas estaban discutiendo al calor de la coyuntura qué se debía hacer durante la guerra en diarios y revistas. La centralidad de los periódicos en la circulación de información pasó a ser, en sí misma, un motivo de discusión en este contexto. Las revistas, por su parte, tal como aquí se argumentó, desplegaron distintas modalidades para dar cuenta de la «cuestión palpitante» y ofrecer reflexiones que trascendieran el ritmo de los acontecimientos.
Las posibilidades de las que dispusieron fueron varias y las opciones por unas u otras tenían que ver, seguramente, con sus propios formatos. Una revista como La Ilustración Sud-Americana debía exponer cada quince días la información que consideraba pertinente para dar cuenta de la guerra. La multiplicación de recursos que se utilizaron y superpusieron demuestra que en la experiencia se podían combinar algunas estrategias de la prensa periódica con otras de las revistas culturales. La variedad de opciones así lo demuestra: diarios de viajes de años previos, relatos de cronistas azarosos, poemas y odas a España, voces legitimadas por ser de padres fundadores —Alberdi— y voces expertas militares —como la de Jenaro Alas—, y conferencias realizadas en teatros y ateneos, desfilaron en sus páginas junto a collages de fragmentos de periódicos sudamericanos. Quedaba clara la apuesta, como se señalaba en la columna citada del 1 de mayo: todos los interesados en el debate público pasarían a ocuparse de la guerra.
La revista La Biblioteca, por su parte, incluso en su número final, dio cuenta, de la mano de Groussac, de que la guerra no era un asunto para obviar. Si hasta el momento el interés principal sobre asuntos internacionales que había tenido espacio en la revista era la cuestión de los límites con Chile, el conflicto de 1898 demostraba que era hora de pensar más allá de la región sudamericana para dar cuenta de un escenario geopolítico amplio y cargado de tensiones. La voz de Groussac, amplificada por la crónica de Darío, había dado la pauta para pensar esas tensiones en términos de conflicto cultural y apostado por dejar claro que ya no había espacios para criticar a España. Había llegado la hora de filiarse con la dadora de la latinidad para América y enfrentarse a Estados Unidos y su avance territorial, pero también cultural. El gesto de Groussac de publicar su propio discurso en el Teatro de la Victoria da cuenta de su perspicacia para notar que su voz había devenido una autoridad para pensar el conflicto en clave culturalista. El impacto de Del Plata al Niágara le había dado la pauta de que era una voz legitimada para pensar en las tensiones del continente y acusar el avance de Calibán. Se definía así un conjunto de sentidos comunes sobre yanquismo y latinidad en el ambiente intelectual porteño, que sería un foco de irradiación de estas ideas al resto de la comunidad letrada hispanoamericana.
Mientras que en el emblemático año 1898 La Biblioteca llegaba a su fin por un conflicto entre su director y autoridades ministeriales argentinas, la Revista de Derecho Historia y Letras, se presentaba en sociedad como una empresa renovadora de la vida intelectual americana. Con Zeballos comandando esta empresa editorial, las intenciones de dar cuenta de las dinámicas internacionales quedaban explicitadas desde la fundación de la misma; no dudaba en desplegar sus saberes y contactos con figuras de la cultura y la diplomacia. Este hecho otorgó acentos particulares a las modalidades adoptadas en la Revista de Derecho, Historia y Letras en los años comprendidos entre 1898 y 1900. La sucesión de traducciones realizadas particularmente para la revista —y firmadas—, la exposición de conocimientos sobre Derecho Internacional, la interpelación a autoridades militares, la selección de nombres resonantes europeos —como Rhodes y Bryce—, y latinoamericanos —como Paulino Alfonso, Felipe Senillosa y Julio Carrié—, las referencias explícitas a diarios y revistas norteamericanos y europeos, devinieron recursos para intervenir en los debates y polémicas sobre la guerra, pero sin utilizar textos que versaran explícitamente sobre las dinámicas del conflicto.
En suma, en estas revistas, diferentes en sus intenciones y formatos, es posible advertir las diversas modulaciones que, desde un sector de la vida cultural argentina, se ensayaron para tratar de cubrir una serie de acontecimientos internacionales del periodo estudiado. Las estrategias utilizadas para pensar «lo internacional» buscaron suplir la falta de información y de plumas especializadas y expertas mediante diferentes tipos de escritos e intervenciones. Esto demuestra, por un lado, un alto grado de creatividad intelectual; por otro, revela las limitaciones con que contaban este tipo de revistas para ofrecer intervenciones propias sobre contextos como el bélico. Y muestra, a su vez, la eficacia de los recursos de reproducción, reiteración, selección de fragmentos, y otro tipo de operaciones de apropiación de contenidos generados en otras latitudes y para otros soportes.[79] En este clima, las traducciones realizadas para la Revista de Derecho, Historia y Letras con reconocimiento de los nombres de los traductores marcaron, claramente, una diferencia de paradigma que debe ser explorado de manera más sistemática.
Propongo, por último, dos consideraciones para pensar desde las revistas, pero más allá de ellas. La primera tiene que ver con la tendencia sistemática de dejar de lado los conflictos y querellas entre naciones americanas, para pasar a dar espesor a un conflicto de escala mayor. Los redactores de La Ilustración Sud-Americana así lo notaron en una de las columnas aquí citadas. En trabajos anteriores postulé que en torno a 1898 los repertorios de ideas e imágenes que surgieron al calor de la guerra en América Latina pueden organizarse en los siguientes grupos: 1. impresiones sobre la lucha entre yanquismo y latinidad; 2. lecturas favorables sobre España y condenatorias de Estados Unidos basadas en principios del Derecho Internacional; 3. propuestas de nuevos horizontes para América Latina más allá de la tensión Estados Unidos-España como polos de definición identitaria; 4. proyectos renovadores para pensar un futuro compartido de la comunidad hispanoamericana. Estas tendencias asumieron sus propias dinámicas, con intensidades variables, en las revistas analizadas. Ahora bien, me interesa puntualizar que los llamamientos a la confraternidad entre naciones latinas de América parecían dejar de lado de manera rotunda las experiencias de los independentistas de Cuba, y las situaciones específicas de Filipinas, Guam y Puerto Rico en la contienda para pensar estas tensiones geopolíticas. En este sentido, voces como la de Alberto del Solar, conferencista del Ateneo recuperado en las páginas de La Ilustración Sud-Americana, que apuntaba que las naciones hermanas de Cuba debían atender a sus demandas, eran más bien disonantes en el escenario general. Puede que esta falta de presencia en la agenda general y de las revistas tuviera que ver con la predominancia de los repertorios del latinoamericanismo, el antimperialismo latinoamericano y el anti-yankismo como repertorios de fuerte impacto cultural, pero de escasa repercusión en las políticas internacionales.
La última reflexión que propongo se vincula
con el tipo de voces intelectuales y las identidades
en disputa relevadas en este artículo, al analizar las modalidades de intervención que asumieron las revistas en el contexto de la guerra. En el marco de actos
públicos abundaron las liturgias y referencias de carácter nacional. Por ejemplo, en el evento del Teatro de la Victoria se entonó
el Himno Nacional Argentino
y la Marcha Real Española antes de la conferencia de
Sáenz Peña; se escuchó la Marsellesa
y un Potpurrí de aires españoles «Maiquez» antes de la conferencia
de Groussac; sonó la
Marcha Real Italiana y la Jota de «La Dolores» antes de que
Tarnassi leyera su oda; y se cerró el acto con la Marcha de Cádiz.[80]
Los cronistas del evento hacen referencia a la proliferación de banderas dentro
del recinto. Sin embargo, los repertorios
que se esbozaron al calor
del conflicto apuntaban a identidades regionales, atlánticas o bien a las que hoy denominaríamos
transnacionales. Por su parte, varias de las figuras claves mencionadas aquí eran difícilmente
reconocidas como figuras de una sola nación, ejemplarmente Groussac y Darío,
que contaban con un aire de
patriotas transnacionales —uso la expresión del título de un libro de Núñez
Seixas solamente como
imagen—, que los habilitaba a explotar
los filones del hispanoamericanismo
y el latinoamericanismo más allá de los corsets identitarios nacionales. Estanislao
Zeballos, por su parte, era
una figura diplomática reconocida más allá de Argentina, y sus obras circulaban y se reconocían como aportes a temas de Derecho Internacional y convenios
entre naciones. Los redactores
de La Ilustración Sud-Americana, cuyos nombres propios
no son tan distinguibles en cuanto
a su peso intelectual, apostaban a dejar de lado las querellas entre naciones e intentaban conformar una dimensión sudamericana de la vida cultural.
En suma, en el contexto de la guerra de 1898, se
puede ver en acción a una cantidad de actores que, lejos de estar condicionados por intereses patrióticos y nacionales, parecían dispuestos a pensar en los problemas de orden geopolítico por los canales de lo
que Anne-Marie Thiesse ha denominado «cosmopolitismo intelectual», gesto
característico de los letrados
que establecían relaciones
con sus pares de otras latitudes en el marco de los procesos de consolidación de identidades nacionales.[81]
Revistas
sobre las que versa el artículo
La
Biblioteca
(Buenos Aires).
La
Ilustración Sudamericana (Buenos Aires).
Revista
de Derecho, Historia y Letras (Buenos Aires).
Otras revistas consultadas
Almanaque Sud-Americano (Buenos Aires).
Anales de la Sociedad Científica Argentina (Buenos Aires).
Caras y Caretas (Buenos Aires).
El sol del domingo (Buenos Aires).
La España Moderna (Madrid).
Revista Brazileira (Río de Janeiro).
Revue Hispanique (París).
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Bruno, Paula. “Revistas
de Buenos Aires durante la guerra de 1898. La Biblioteca, La Ilustración
Sud-Americana y Revista de Derecho, Historia y Letras, entre la «cuestión
palpitante» y las encrucijadas identitarias”. Humanidades:
revista de la Universidad de Montevideo, nº 9, (2021):
23-58
El autor es responsable intelectual de la totalidad (100 %) de la investigación que fundamenta este estudio.
Editores responsables Nicolás Arenas Deleón: narenas@miuandes.cl; Mariana Moraes Medina: mmoraes.medina@gmail.com
[1] Puede verse sobre esta cronología: Paula Bruno, “Un momento latinoamericano. Voces intelectuales entre la I Conferencia Panamericana y la Gran Guerra”, en Ideas comprometidas. Los intelectuales y la política, eds. Ferran Archilés y Maximiliano Fuentes (Madrid: Akal, 2018), 57-77.
[2] Sobre estos aspectos pueden consultarse: Ángel Rama, “La modernización literaria latinoamericana (1870-1910)”, Hispamérica 12, nº 36 (1983): 3-19; Agustín Martínez, Figuras. La modernización intelectual de América Latina: 1850-1930 (Caracas: Fondo Editorial Topykos, 1995); Julio Ramos, “Hemispheric Domains: 1898 and the Origins of Latin Americanism”, Journal of Latin American Cultural Studies 10, nº 3 (2001): 237-251.
[3] Roberto Fernández Retamar, Todo Calibán (La Habana: Editorial Letras Cubanas, 2000), 28.
[4] Sobre las relaciones entre España y Argentina véase: Beatriz Figallo Lascano, Argentina y España. Entre la pasión y el escepticismo (Buenos Aires: Teseo, 2014). Acerca de los vínculos culturales entre España y América Latina véase Carlos Rama, Historia de las relaciones culturales entre España y América Latina. Siglo XIX (México: Fondo de Cultura Económica, 1982). Para aproximaciones sobre las miradas acerca de Estados Unidos en América Latina pueden consultarse: Carlos Marichal y Alexandra Pita González, coords., Pensar el antiimperialismo. Ensayos de historia intelectual latinoamericana, 1900-1930 (México: COLMEX/Universidad de Colima, 2012); Andrés Kozel, Florencia Grossi, y Delfina Moroni, coords., El imaginario antiimperialista en América Latina (Buenos Aires: CLACSO/Centro Cultural de la Cooperación, 2015).
[5] Entre otros trabajos, pueden consultarse: Ignacio García, “Apoyo a los españoles a la causa de la Cuba española. El caso argentino”, Estudios Sociales, nº 19 (2000): 85-104; Marcela García Sebastiani, “España fuera de España. El patriotismo español en la emigración argentina: una aproximación”, Hispania 73, nº 244 (2013): 469-500.
[6] Pueden verse sobre estos asuntos las contribuciones reunidas en Paula Bruno, dir., Sociabilidades y vida cultural. Buenos Aires, 1860-1930 (Bernal: Editorial de la Universidad Nacional de Quilmes, 2014).
[7] Puede leerse este comentario en la sección “Cosas y Quiscosas”, La Ilustración Sudamericana, 1 de mayo, 1898, 1.
[8] Para realizar este análisis tuve en cuenta las consideraciones metodológicas para estudiar las relaciones entre revistas del siglo XIX y climas intelectuales de varios aportes. Destaco entre ellos los reunidos en los siguientes volúmenes colectivos: Aimer Granados, coord., Las revistas en la historia intelectual de América Latina: redes, intelectuales, política y sociedad (México: UAM-Cuajimalpa, 2012); Hanno Ehrlicher y Nanette Rißler-Pipka, eds., Almacenes de un tiempo en fuga. Revistas culturales en la modernidad hispánica (Berlín: Shaker Verlag, 2014).
[9] Pueden consultarse como visiones generales sobre este fenómeno: Joseph Campbell, Yellow Journalism: Puncturing the Myths, Defining the Legacies (Westport: Praeger, 2001); Joseph Campbell, The Spanish-American War: American Wars and the Media in Primary Documents (Westport: Greenwood Press, 2005).
[10] Manqing Qin, “La Guerra de Cuba. Un análisis desde diferentes perspectivas” (Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, 2018). La tesis analiza los siguientes periódicos españoles: El Liberal, El Imparcial y Heraldo de Madrid. Puede verse también Félix Santos, 1898: la prensa y la guerra de Cuba (Bilbao, Vizcaya: Asociación Julián Zugazagoitia, 1998).
[11] Puede consultarse el siguiente volumen: Adriana Claudia Rodríguez, ed., Argentina y Cuba frente al 98 cubano: miradas cruzadas en torno al advenimiento del nuevo siglo nuestroamericano (Buenos Aires: Ediciones F.E.P.A.I., 2017). Se encuentran allí artículos acerca de cómo se cubrió en varios periódicos la guerra de 1898. Entre los diarios estudiados se encuentran La Nación (Claudio Gallegos), Buenos Aires Herald (Elena Torre), La Patria degli Italiani (Paolo Galassi) y La Protesta Humana (María Eugenia Chedrese). Referencias de cada artículo en la bibliografía.
[12] Aunque este artículo no versa sobre la profesionalización periodística o sobre el rol de los expertos en revistas y periódicos de fines del siglo XIX, pueden verse constataciones sobre la ausencia de plumas especializadas en Paula Bruno, Martín García Mérou. Vida intelectual y diplomática en las Américas (Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2018); y en Paula Bruno y Emiliano Sánchez, “Argentina frente al espejo norteamericano. Definiciones sobre el escenario internacional en el fin-de-siglo. Intelectuales, revistas y prensa periódica”, Ponencia Presentada en la Jornada “Saberes que desbordan. Intersecciones entre conocimientos expertos y sentido común”, Instituto de Desarrollo Económico y Social, Buenos Aires, 19 y 20 de noviembre de 2017.
[13] Los periódicos recurrieron a varias estrategias para contar con información actualizada en distintos contextos. Puede verse al respecto: Lila Caimari, “El mundo al instante. Noticias y temporalidades en la era del cable submarino (1860-1900), Redes 21, nº 40 (2015): 125-146.
[14] Revisé también las siguientes
publicaciones: El sol del domingo, Almanaque Sud-Americano y Caras
y Caretas, entre otras, con el objetivo de captar contrapuntos entre las
publicaciones analizadas de manera sistemática y algunas que convivían con
ellas.
[15] Se señalan en cada ocasión referencias bibliográficas útiles para ampliar la información sobre las publicaciones en alguna de estas direcciones, en caso de que estén disponibles.
[16] Para un acercamiento descriptivo a la revista: Héctor Lafleur, Sergio Provenzano y Fernando Alonso, Las revistas literarias argentinas, 1893-1967 (Buenos Aires: CEDAL, 1967). Visiones más recientes pueden encontrarse en: Alejandro Eujanián, “Paul Groussac y una empresa cultural de fines del siglo XIX: la revista La Biblioteca, 1896-1898”, Historia de revistas argentinas, tomo II (Buenos Aires: Asociación Argentina de Editores de Revistas, 1997), 9-44; Paula Bruno, “Paul Groussac y La Biblioteca (1896-1898)”, Hispamérica. Revista de literatura, nº 94 (2003): 87-94.
[17] Paul Groussac, “La desaparición de La Biblioteca”, La Biblioteca 8, abril-mayo de 1898, 247.
[18] España y Estados Unidos. Función dada en el Teatro de la Victoria el 2 de mayo de 1898 bajo el patrocinio del Club Español de Buenos Aires, a beneficio de la Suscripción Nacional Española. Conferencias de los Señores Dr. Roque Sáenz Peña, Paul Groussac y Dr. José Tarnassi. Prólogo del Dr. Severiano Llorente (Buenos Aires: Compañía General de Billetes de Banco, 1898).
[19] Paul Groussac, Del Plata al Niágara (Buenos Aires: Administración de La Biblioteca, 1897).
[20] Eduardo Gómez de Baquero, “Crónica literaria”, La España Moderna 10, nº. 118 (1898): 168 [Cita textual].
[21] Raymond Foulché-Delbosc, “Comtes rendu. Paul Groussac. Del Plata al Niágara, Buenos Aires; Administración de La Biblioteca, 1897, XXIII-487 pp.”, Revue Hispanique, Cinquieme Année (1898): 270.
[22] Manuel de Oliveira Lima, “Do Prata ao Noagara”, Revista Brazileira 4, tomo 14 (1898): 90-96.
[23] Courrier Franco Oriental, 3 de mayo de 1898.
[24] España y Estados Unidos, 50.
[25] Los personajes de La Tempestad fueron motivos recurrentes para pensar en el rol de Latinoamérica en el contexto internacional. Ariel, Calibán y Próspero forman parte de una galería de posibilidades para tematizar rasgos y problemas latinoamericanos. Pueden verse, entre otros, Jorge Dubatti, comp., Peregrinaciones de Shakespeare en la Argentina: testimonios y lecturas de teatro comparado (Buenos Aires: Centro Cultural Rector Ricardo Rojas, 1996); y Emir Rodríguez Monegal, “Las metamorfosis de Calibán”, Vuelta 3, nº 25 (1978): 23-26.
[26] Nuevas contribuciones sobre Darío y sus percepciones acerca de Estados Unidos pueden verse en los trabajos reunidos en Gerardo Piña-Rosales, Carlos Paldao y Graciela Tomassini, Rubén Darío y los Estados Unidos (New York: Academia Norteamericana de la Lengua Española, 2017).
[27] “El triunfo de Calibán (Edición y notas de Carlos Jaúregui)”, Revista Iberoamericana, Número especial: Balance de un siglo (1898-1998), nº 184-185 (1998): 451-455.
[28] En general se mencionan las apariciones en El Tiempo y El Cojo Ilustrado; aunque puede que haya habido más reproducciones de las que logré rastrear en esta investigación, intento aquí mostrar que la difusión del texto tuvo impacto trasnacional.
[29] El propio Darío narra el éxito y las censuras que sufrió el artículo en Rubén Darío, España contemporánea (París: Garnier, 1907), 92.
[30] Paul Groussac, El viaje intelectual. Impresiones de naturaleza y arte. Primera Serie (Madrid: Librería General de Victoriano Suárez, 1904).
[31] Almanaque Sud-Americano (1899): 202.
[32] Carlos Real de Azúa, “Ariel libro porteño”, en Historia visible e historia esotérica. Personajes y claves del debate latinoamericano (Montevideo: Arca/Calicanto, 1975), 165.
[33] Real de Azúa ha sugerido que la circulación de las ideas de Groussac en el marco de una comunidad intelectual rioplatense es indiscutible, a tal punto que señala que puede descontarse la lectura de Rodó de Del Plata al Niágara y que “no hay una sola clave del desarrollo ariélico (y su misma índole indirecta, literaria ayuda a explicarlo) que no se halle en el libro de Groussac”. Real de Azúa, “Ariel libro porteño”, 165.
[34] Pueden verse, por ejemplo, los testimonios de Roberto Giusti acerca de cómo la lectura de Groussac y Rodó articuló las percepciones de sus contemporáneos sobre Estados Unidos: Roberto Giusti, Visto y vivido: anécdotas, semblanzas, confesiones y batallas (Buenos Aires: Losada, 1965), 90.
[35] “Por España”, La Biblioteca 8, abril-mayo de 1898. El discurso de Roque Saénz Peña se reproduce en: 213 a 226; el de Groussac en: 227-240.
[36] Pueden verse: Oscar Terán, “El primer antiimperialismo latinoamericano”, en En busca de la ideología argentina (Buenos Aires: Catálogos, 1986): 85-97.
[37] El título completo de la publicación es La Ilustración Sud-Americana. Periódico Ilustrado de las Repúblicas Sudamericanas. Para una caracterización de la revista puede verse Sandra Szir, “De la cultura impresa a la cultura de lo visible. Las publicaciones periódicas ilustradas en Buenos Aires en el Siglo XIX. Colección Biblioteca Nacional”, en Marcelo Garabedian, Sandra Szir y Miranda Lida, Prensa argentina siglo XIX. Imágenes, textos y contextos (Buenos Aires: Teseo-Biblioteca Nacional, 2009), 53-84. Para una mirada general sobre los semanarios ilustrados en el Río de la Plata puede consultarse: Eduardo Romano, Revolución en la lectura. El discurso periodístico-literario de las primeras revistas ilustradas rioplatenses (Buenos Aires: Catálogos, 2004). Aunque con foco en el análisis de Caras y Caretas, pueden encontrarse algunas referencias a La Ilustración Sud-Americana en Sandra Szir, “El semanario popular ilustrado Caras y Caretas y las transformaciones del paisaje cultural de la modernidad. Buenos Aires, 1898-1908” (Tesis Doctoral, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 2011).
[38] “A los lectores”, La Ilustración Sud-Americana, nº 1, 1 de diciembre de 1892, 2.
[39] “A los lectores”, 2.
[40] “Cosas y quiscosas”, La Ilustración Sud-Americana, nº 129, 1 de mayo de 1898, 162.
[41] “La Guerra inicua. Mackinley [sic] ante el derecho. La constitución y las leyes violadas”, La Ilustración Sud-Americana, nº 129, 1 de mayo de 1898, 163-164.
[42] “La guerra hispano-yankee. Opinión de autoridad”, La Ilustración Sud-Americana, nº 130, 16 de mayo de 1898, 183-185.
[43] Puede verse, por ejemplo: el Heraldo de Madrid, Madrid, 9 de mayo de 1898; La correspondencia militar, Madrid, 10 de mayo de 1898. Sobre el rol de Jenaro Alas en el contexto de la guerra puede consultarse: Cristóbal Robles Muñoz, La política exterior de España: Política mediterránea, occidental y de paz (1899-1905), tomo 1 (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2006), 55.
[44] Rafael Sánchez Lizardi, Viaje a España (París: Garnier, 1889). Fragmentos reproducidos en La Ilustración Sud-Americana, nº 131, 1 de junio de 1898, 210.
[45] Carlos Lix Klett fue un activo representante de Argentina en lo que respecta a las relaciones comerciales con Estados Unidos. Sus crónicas de viajes y recorridos por el país del Norte se publicaban en distintos periódicos de Buenos Aires en el cambio del siglo XIX al XX. Varios de estos textos fueron recogidos en su libro Carlos Lix Klett, Estudios sobre producción, comercio, finanzas e intereses generales de la República Argentina (Buenos Aires: Tailhade y Rosselli, 1900). Se encuentran fragmentos de sus crónicas en La Ilustración Sud-Americana, nº 131, 1 de junio de 1898, 206; nº 135, 1 de agosto de 1898, 282; nº 137, 1 de septiembre de 1898, 323.
[46] Rafael Puig y Valls, Viaje á América: Estados Unidos, Exposición Universal de Chicago, México, Cuba y Puerto Rico (Barcelona: Tipolitografía de Luis Tasso, 1894). Fragmentos reproducidos en La Ilustración Sud-Americana, nº 129, 1 de mayo de 1898, 169.
[47] La Ilustración Sud-Americana, nº 130, 16 de mayo de 1898, 190.
[48] Un caso clave que constata esta dinámica es el de la Sociedad Científica Argentina y la publicación de las conferencias allí pronunciadas en su revista, Anales de la Sociedad Científica Argentina. Como ejemplo, puede consultarse una conferencia que evaluó el escenario internacional luego de la guerra de 1898 y los Tratados de París pronunciada por Eduardo L. Holmberg y publicada bajo el título: “De siglo a siglo”, Anales de la Sociedad Científica Argentina 51 (1901): 51-60.
[49] La Ilustración Sud-Americana, nº 130, 16 de mayo de 1898, 183-189.
[50] La Ilustración Sud-Americana, nº 132, 16 de junio de 1898. El comentario de Calixto Oyuela se encuentra en: 244; la conferencia de del Solar se reproduce en: 245-250.
[51] Alberto Del Solar, “La Doctrina Monroe y la América Latina”, Conferencia leída en el Ateneo el 20 de junio de 1898 (Buenos Aires: Imprenta, Tipografía y Encuadernación Jacobo Peuser, 1898).
[52] Alberto Del Solar, “La Doctrina Monroe”, 57.
[53] Para una mirada general sobre este tema puede verse Carolina López, “Los intelectuales argentinos frente a la independencia cubana de 1898: último bastión imperialista y nuevo status colonial”, Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, nº 26 (2011): 3-25.
[54] Véase, por ejemplo, Dexter Perkins, Historia de la Doctrina Monroe (Buenos Aires: Eudeba, 196), 260.
[55] La Ilustración Sud-Americana, nº 129, 1 de mayo de 1898, 162.
[56] Puede consultarse un índice
realizado con exhaustividad y una caracterización de la revista en Gregoria
Celada Domínguez y Rita Giacalone, “Revista de Derecho, Historia y Letras
(1898-1923). Estudio e índice general”, Iushistoria, nº 4 (2007): 1-144.
[57] Estanislao Zeballos, “Prospecto”, Revista de Derecho. Historia y Letras 1 (1898): 6.
[58] Melisa Deciancio, “Puentes para pensar lo internacional en los albores del siglo XX: La Revista Argentina de Ciencia Política (1910-1928) y la Revista de Historia, Derecho y Letras (1898-1923) en las relaciones internacionales de Argentina”, Ciclos en la Historia, la economía y la sociedad 26, nº 47 (2018): 1-15; Camila Bueno Grejo, “A construção da identidade internacional argentina nas páginas da Revista de Derecho, Historia y Letras”, Antiteses 10, nº 19 (2017): 64-87; Enrique Shaw, “Una mirada particular de las relaciones entre América-nos y europeos, entre 1898 y 1910”, Estudios, nº 18 (2006): 131-145.
[59] Sobre Zeballos pueden consultarse Roberto Etchepareborda, Zeballos y la política exterior argentina (Buenos Aires: Pleamar, 1982).
[60] Enrique Howard, “Las matemáticas del desastre”, Revista de Derecho. Historia y Letras 1 (1898): 244.
[61] De hecho, además de publicarse en la Revista de Derecho Historia y Letras, el mismo fue reproducido en Boletín del Centro Naval 16 (1898): 59-60, con una breve introducción que hace referencia a la Revista de Derecho, Historia y Letras y a las palabras elogiosas que le dedicó Zeballos a Enrique Howard.
[62] Sobre Cecil Rhodhes puede verse Paul Maylam, The Cult of Rhodes. Remembering an Imperialist in Africa (Claremont: South Africa David Philip, 2005).
[63] Pueden verse las consideraciones sobre el impacto de las intervenciones de Rhodes en la prensa en Edmund Garrett, A memoir (London: Cook, 1909). Se reproducen allí en anexo una entrevista que Garrett (escritor, periodista y miembro del Parlamento del Cabo de Buena Esperanza) le realizó e Rhodes en marzo de 1898, páginas 222-227.
[64] Cecil Rhodes, “Los americanos en Sur América (traducido del “New York Herald por R. Pérez”)”, Revista de Derecho Historia y Letras 3 (1899): 450-452.
[65] El artículo original se tituló: “The policy of annexation for America”, The Forum 29 (1897): 385-395.
[66] “Some thoughts on the policy of United States”, Harper’s New Monthly Magazine, 1 de junio de 1898, 609-618.
[67] James Bryce, The American Commonwealth (London/New York: Macmillan, 1889).
[68] James Bryce, “Nueva política exterior americana” (Primer artículo publicado en The Forum de Nueva York. Traducido para la Revista de Derecho, Historia y Letras, por Domingo de Vívaro; Segundo artículo publicado en The Harper’s Magazine, Traducido para la Revista de Derecho, Historia y Letras, por D. de V.), Revista de Derecho, Historia y Letras 2 (1898): 308-320 y 457-474.
[69] Sobre el ideario de Bryce puede verse: Héctor Domínguez, James Bryce y los fundamentos intelectuales del internacionalismo liberal (1864-1922) (Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2018). Agradezco, por su parte, a Héctor Domínguez el acceso a los textos originales de Bryce que fueron traducidos en la Revista de Derecho, Historia y Letras.
[70] Al publicar el segundo artículo de Bryce, Zeballos aclara: “el Editor de Harper’s Magazine cree que interesará a los lectores americanos conocer cómo se aprecian estos asuntos en Europa por los que han estudiado la situación de los Estados Unidos; y aunque no se me oculta cuan delicado es el encargo, correspondo a la invitación”, Revista de Derecho, Historia y Letras 2 (1898): 458.
[71] Paulino Alfonso, “Situación y futuro de la América española (A propósito del Prospecto de la Revista de Derecho, Historia y Letras)”, Revista de Derecho, Historia y Letras 1 (1898): 530.
[72] Para referencias biográficas puede verse: Don Paulino Alfonso,1862-1923. Homenaje a su memoria (Santiago de Chile: Talleres Gráficos San Rafael, 1928).
[73] Enrique Rodríguez Mendoza, Ante la decadencia, Conferencia leída en el Ateneo de Santiago (Santiago de Chile: Imprenta Moderna, 1899).
[74] Felipe Senillosa, “Anglosajones y latinos”, Revista de Derecho, Historia y Letras 6 (1900): 227-233.
[75] Sobre Felipe Senillosa puede verse: Roy Hora y Leandro Losada, Una Familia de la elite argentina: los Senillosa, 1810-1930 (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2015), 127-128.
[76] Julio Carrié, “La cuestión Filipinas y la opinión americana”, Revista de Derecho, Historia y Letras 3 (1899): 99-101.
[77] Benjamin Harrison, Gobierno y administración de los Estados Unidos (Buenos Aires: Editorial M. Biedma, 1900). La traducción de la obra fue realizada por Julio Carrié de la Universidad de Buenos Aires.
[78] La Ilustración Sud-Americana, nº 129, 1 de mayo de 1898, 167.
[79] Algunas consideraciones para problematizar estos temas se encuentran en Hernán Pas, “Prensa y literatura en el siglo XIX: nuevas lecturas alrededor de un “viejo” problema”, Ponencia presentada en VI Congreso Internacional de Letras, 2014.
[80] Se encuentra el “Programa de la Función” en el folleto ya citado de las conferencias.
[81] Véase Anne-Marie Thiesse, La creación de las identidades nacionales. Europa: siglos XVIII-XX (Madrid: Ézaro, 2010), 65.